Betis-Valencia · Marcaje al Hombre.

Savia nueva para recuperar la ilusión

  • El novel Charly Musonda conecta con la grada de Heliópolis, tan proclive a agasajar a los recién llegados. Además de chispa para generar fútbol, el belga exhibió personalidad.

El aficionado bético está harto de escuchar los problemas de su equipo. El fútbol se entiende como un pasatiempo, como un escape a las dificultades del día a día para cualquier ciudadano, por más que también contenga un componente sentimental, que sobresale en situaciones como la que vive hoy en día el Betis. Así se entiende el recibimiento que la grada brindó al neófito Charly Musonda, un jovencísimo proyecto de jugador que ayer se estrenó en el fútbol profesional con una actuación convincente, en la que enseñó esas virtudes que ya se apuntaban en los informes y vídeos que circulaban por las redes sociales y a la que además sumó una dosis de personalidad.

En apenas una semana, Musonda ya se ha convertido en uno de los lanzadores de las acciones de estrategia. Incluso con apenas unos minutos como verdiblanco, el belga ofrecía consejo a Montoya, el otro debutante de la jornada. Ese carácter de Musonda encontró rápida conexión con los aficionados. Dos bicicletas como amago y un desborde por velocidad sirvieron para que la memoria de los béticos se trasladase a otros tiempos de más lustre, cuando Finidi o Denilson tiraban de su amplio repertorio para evitar a los rivales.

Si con la puesta en escena ya se atisbaba que Musonda acabaría ayudando al equipo, con el transcurso de los minutos las sensaciones se convertían en hechos. El primer disparo del Betis llevó el sello del belga, que apenas dos minutos después demostró su visión de juego para asistir a Van Wolfswinkel, quien disfrutó de la mejor ocasión del primer tiempo.

Más decisiva sería una segunda dejada de calidad hacia el holandés, que en su disparo cruzado acabó encontrando el mejor centro para Rubén Castro, que había iniciado la jugada con la combinación con Musonda. Con el gol, y con el que salvó Vargas bajo palos, creció la confianza del equipo verdiblanco y también la del joven recién llegado.

No es un extremo al uso, por más que partiese desde la derecha, sino que Musonda traza diagonales, combina y, sobre todo, desahoga a su equipo. Así trajo en jaque a Gayà y Zahibo durante sus mejores minutos del partido, en los que levantó a la grada del Villamarín, que acabó rendida al desparpajo del belga. Si Rubén Castro y Adán cumplieron con la máxima del delantero y el portero, Musonda se ganó un hueco ayer en el santoral de los béticos, siempre tan proclives para agasajar a un recién llegado.

Necesitaba el Betis de savia nueva para reactivarse en un día decisivo y las cualidades de Musonda, quien además se empleó en tareas defensivas hasta el final, ayudaron a recuperar esa necesaria ilusión en medio de una temporada de decepciones.

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