Una de las proverbiales armas del Sevilla de Unai Emery, los goles de estrategia, ha desaparecido como por ensalmo en una fase clave. La sequía goleadora a balón parado, pese al tanto de Banega de golpe franco en Getafe, es una realidad esta temporada y contrasta con los resultados obtenidos por esta vía hace dos campañas, cuando el equipo llegó casi a la veintena de goles entre saques de esquina y faltas lanzadas de forma indirecta. Emery y su equipo, que entonces contaba con el especialista Diego Martínez, ahora técnico del filial, siempre han estudiado el factor de la estrategia y han procurado crear un abanico de opciones donde elegir según la situación de cada partido. Pero los resultados están siendo pésimos.

Contrasta el escaso bagaje goleador a balón parado con las condiciones de una plantilla que puede presumir de ser una de las más altas de la Liga, si no la que más. De hecho cuenta con el techo del campeonato, N'Zonzi (1,96) y con cinco jugadores de campo que sobrepasan el metro y noventa centímetros. Además de N'Zonzi, al que los técnicos le han realizado un trabajo específico para aprovecharlo en el juego aéreo, están Rami (1,90), Iborra (1,95), Llorente (1,95) y Fazio (1,95), y todos éstos sí son grandes rematadores. A ellos hay que sumar otros futbolistas altos como Vitolo (1,84), Kolodziejczak (1,85) y Krychowiak (1,86) y también buenos llegadores y rematadores pese a su altura inferior, como Carriço (1,80) o Coke (1,76). En teoría, a eso hay que sumar lanzadores de talla, Banega, Reyes, Krohn-Dehli y, sobre todo, Konoplyanka, el que mejor tensa el centro a balón parado pero también el que menos juega.

Los equipos también estudian al rival y reciben al Sevilla con una gran preparación antiaérea. Y el resultado es que el equipo de Emery ha perdido su poderío en la estrategia, salvo contadas excepciones. En los cuatro últimos partidos ha lanzado 42 saques de esquina, 17 al Rayo, 6 al Barça, y 9 a Eibar y Getafe. Y el resultado, cero goles y sólo algún remate aislado medio potable, es ilustrativo.