Shakhtar-sevilla· LA CRÓNICA

Nervión tiene la palabra (2-2)

  • El Sevilla sabe reponerse al excelente juego del Shakhtar en el primer periodo y hasta se merece el triunfo después. El campeón contará con los suyos, pero deberá saber sufrir.

Lección de orgullo del Sevilla para salir muy vivo de Lviv. El campeón de la Liga Europa, una vez más, se comportó como tal y supo igualar la superioridad mostrada por el Shakhtar en el primer periodo para dejar la presencia en otra final pendiente de lo que suceda dentro de seis días en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Allí todo el sevillismo se convertirá en una pieza fundamental para llevar a los suyos a dar otro paso hacia la gloria, ya que los ucranianos demostraron su nivel de sobras y no serán un rival fácil. Ni muchísimo menos a pesar de que el resultado final debió haber sido favorable a los de Emery de no ser por la anulación de un gol a Gameiro en una posición legal.

Es evidente que hubiera sido mucho mejor con el dos a tres y que hasta lo mereció por el empeño puesto en el segundo periodo, mas las cosas son como son y ya no se pueden alterar. Eso sí, este Sevilla tendrá a su favor en su estadio la casta de campeón que demuestran los hombres que defienden su escudo y el empuje de más de 40.000 personas que irán todas a una para clasificar a los suyos para la tercera final consecutiva. ¿Será suficiente con eso? Puede ser, pero ya una cosa está clara y es que el Shakhtar no era la perita en dulce que algunos vaticinaban, será harto complicado derrotarlo en Nervión y los sevillistas, todos, los que estarán en el césped y los que se sentarán en las gradas, deberán estar preparados para una dura pelea.

La primera mitad no pudo ser un trago peor para el Sevilla. Ni siquiera el espejismo de marcar tan pronto sirvió para nivelar un choque se ajustó totalmente a lo previsto, a lo previsto para quienes se preocupan por ver algún partido de fútbol de los rivales que están en juego, no para quienes opinan de oídas y establecen juicios de valor con semejante conocimiento. El Shakhtar está como cualquier equipo español en octubre y eso se iba a notar, vaya si se notó. Era algo así como si se enfrentaran las Yamaha de Rossi y Lorenzo con las motos de serie que malviven en el Mundial de MotoGP.

Los futbolistas que vestían de naranja y negro no se vieron afectados para nada por el gol de Vitolo, eran conocedores de que iban a llegar siempre, absolutamente siempre, antes que los rivales. Eso es algo que ya es tremendamente importante en el fútbol, pero es que a ese factor había que sumarle que Marlos, Taison o Stepanenko, por citar a tres de los que parecieron más brillantes en esa fase del encuentro, no son precisamente unos pataduras, sino todo lo contrario. En calidad pueden estar igualados a las piezas que sacó en Emery, en físico sencillamente los arrollaban.

De nada sirvió, pues, la atractiva apuesta que había sacado al campo el técnico vasco. Vitolo en un costado y Konoplyanka, en la esperanza de que quisiera demostrar cosas delante los suyos, en el otro; el triángulo compuesto por N'Zonzi, Krychowiak y Banega por el medio; un Gameiro veloz y muy participativo arriba... Sólo en la defensa se habían producido algunas sorpresas al caerse del equipo Kolodziejczak y el aún tocado Tremoulinas para que siguieran en el mismo Carriço y Escudero. Con semejantes mimbres, el Sevilla tuvo un arranque espectacular, con una jugada trenzada, plena de habilidad, toque y velocidad. Cero a uno y aquello no podía comenzar mejor para los blancos.

Fue un espejismo y probablemente en ese momento nadie podía esperar el chaparrón que vendría después. El Shakhtar empezó a recuperar el balón y a moverlo a una velocidad de vértigo hacia las zonas en las que se movían los extremos Taison y Marlos, particularmente éste jugando a pierna cambiada como extremo derecho. Era un verdadero torbellino y los brasileños de las bandas del cuadro ucraniano llegaban siempre antes que los encargados de defenderlos. Y encima lo hacían con ambición de hacerle daño a David Soria. Primero llegó el empate a través de Marlos, después un centro de éste era cabeceado por Stepanenko para que el Sevilla transmitiera la opción de estar muy golpeado. Demasiado incluso.

El cuadro de Emery estaba loco por que llegara el intermedio en una fase en la que Banega perdía el balón una y otra vez y los ucranianos contragolpeaban a velocidad de vértigo. Pero el fútbol, y su preparación física, tiene sus leyes y cuando un equipo arranca, caso del Shakhtar tras el parón invernal, le cuesta aguantar después. No en vano, en Carranza, Colombino y demás se hacían casi diez cambios para refrescar a los equipos.

El Sevilla aguantó ese arreón y no se descompuso. Salió en la segunda mitad dispuesto a mantener el pulso en todo lo alto y lo logró, vaya si lo consiguió, sobre todo cuando Emery se cansó de Konoplyanka tras un córner laxo sacado por el ucraniano a las manos de su compañero de selección Pyatov. Krohn-Dehli a la cancha y el dominio del balón comenzó ya a monopolizarlo el Sevilla. Banega hallaba socios en Vitolo, el danés, Krychowiak y N'Zonzi y los blancos hasta comenzaron a coquetear con el empate desde esos instantes.

Avisó Carriço y hasta Krohn-Dehli lo pudo lograr, pero ya parecía que la tendencia del juego había virado definitivamente. Ni siquiera el inconveniente de la grave lesión del danés, que asustó a sus compañeros y a los rivales, alteró ese discurrir. El Sevilla volvía a sentirse como un verdadero campeón en la defensa de su título. Con Coke ya en el campo, debió empatar Gameiro en un pase perfecto de Escudero, pero el ayudante del casero Marciniak se inventó un fuera de juego que no lo era.

Primera opción desperdiciada, pero el Sevilla no decayó por ello. Después, en el 77, llegaría un mano a mano con Pyatov para Gameiro, que la mandó alta, y en el 79 Kucher sacaba bajo los palos un gol de Vitolo ya cantado. Pero la justicia llegó con el penalti a Vitolo. El Sevilla se va con un dos a dos, hasta pudo ser mejor, y también peor, es verdad. Por ello, no estuvo mal; la final está aún cerca y ahora le toca el turno al sevillismo para llevar a los suyos hacia la tercera consecutiva. De eso se trata.


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