Los sevillanos olímpicos

Sacrificio con desparpajo

  • Brachi aguarda su debut olímpico con ilusión y dispuesto a dar lo mejor de sí. Después de cuatro años de intenso trabajo, no hay zika, ni rival, ni polémica extradeportiva que lo asuste.

¿Estaría dispuesto a levantar pesas de más de 100 kilos en poco más de dos segundos? ¿Y a comerse un puchero calentito en pleno agosto? No tema responder con sendas negaciones, pues a buen seguro más del 90% de los encuestados diría lo mismo. Pero ocurre que a toda máxima la acompaña siempre una excepción, que en este caso tiene nombre y apellidos: Josué Brachi García.

El sevillano, que cuenta los días para su esperado debut olímpico en halterofilia en los Juegos de Río, derrocha fuerza y desparpajo a partes iguales. Y para cuando concluya su aventura en tierras brasileñas, su abuela Amalia, por la que siente devoción, lo estará esperando en el salón de casa con la mesa puesta y la olla humeante. "Siempre que vuelvo de alguna competición mi abuela cocina un puchero. Es una especie de ritual, el único que tengo, porque luego compitiendo soy una persona muy normal. Y me da igual que sea agosto, me lo voy a comer con las mismas ganas", asegura.

Al Polígono de San Pablo, su hogar familiar y deportivo -en el pabellón homónimo de la zona entrena diariamente desde hace una década- regresará Brachi con la maleta llena de vivencias y de souvenirs al gusto de todos. "Mi hermana colecciona botellas de alcohol pequeñitas, mi tía vasos de chupito, mi novia tazas, mi padre y mi cuñado llaveros... Total, que cada vez que me voy a competir por el mundo me gasto cerca de 100 euros", calcula. "Pero es un dinero bien invertido", apostilla raudo.

Comprar esos recuerdos tan típicos y a la vez tan bien escogidos es su forma de agradecer el constante apoyo que sus más allegados le han brindado desde que eligió consagrar su vida a la halterofilia; los que entienden las duras jornadas de entrenamiento, los descansos obligados, las exigentes dietas; y los que ya han montado una especie de altar con fotos suyas al lado de la televisión, frente a la que se reunirán para no perder detalle de su actuación en Río. "Ellos querían venir, pero los vuelos son muy caros, así que me seguirán por la tele, da igual la hora que sea", revela el joven.

En esta ocasión le tocará emprender el viaje en solitario, aunque no tardará en reunirse con el resto de integrantes de la selección española, a los que los une su pasión por la halterofilia. Y compartirá risas y confidencias con dos de sus compañeros de equipo, los hermanos David y Manuel Sánchez. "Somos muy buenos amigos. Pasamos mucho tiempo juntos y estamos pensando que cuando regresemos de Brasil, como tenemos un par de semanas de vacaciones, podemos irnos a Sicilia", cuenta.

De cumplirse el propósito, será ése uno de los pocos desplazamientos por placer que lleve a cabo el haltera. No obstante, de los de obligado cumplimiento también atesora grandes experiencias. "Recientemente estuve en Houston y fue una pasada. Todo era igual que en las películas: los 7-Eleven, las gasolineras, los restaurantes... Me creía un actor paseando por allí", cuenta con una mezcla de orgullo y asombro.

Josué aúna sencillez y buen humor. Desborda por su entusiasmo, convence por su naturalidad y afronta la vida con una actitud positiva que sorprende, sobre todo por lo monótono de sus rutinas y los muchos sacrificios que ha debido hacer a lo largo de su vida para intentar ser uno de los mejores en su disciplina.

Para lo que muchos otros se convertiría en un peso imposible de levantar, más duro si cabe que los cientos de kilos que el protagonista de esta historia eleva al cielo en busca de su mejor marca, para él es un plato de buen gusto. "La halterofilia es mi pasión. Es verdad que me pierdo muchas cosas y que a veces se hace duro, pero no cambiaría mi vida por ninguna otra", afirma sin atisbo de duda.

Brachi acepta sus sacrificios del mismo modo que ha aprendido a maximizar sus virtudes y a ocultar sus hándicaps cada vez que se recubre con talco las manos en los instantes previos a agarrar con firmeza la barra en cuyos extremos reposan unas descomunales pesas.

"Soy más técnico que fuerte. Por genética mis piernas no son tan fuertes. En arrancada -unos dos segundos y medio-, me canso de piernas, y entre la arrancada y el dos tiempos hay poco margen y no me da tiempo a recuperarme. Es un movimiento muy explosivo que requiere de mucha coordinación y técnica", explica con detalle, pues para él la halterofilia es casi una ciencia.

No se le ensombrece el rostro, pero sí que adopta un tono algo más serio cuando habla de sus posibilidades en la inminente cita olímpica: "Mi objetivo es estar entre los cinco primeros, pero siempre puede fallar alguien y caer una medalla. Es algo que ningún español ha conseguido antes. Sólo se logró una octava plaza (Andrés Mata en Londres 2012). En los próximos Juegos (Tokio 2020) sí creo que puedo llegar a marcas de medalla, éstos me pillaron un poco cerca".

Optimista pero con los pies en el suelo. Así es Brachi, para quien el buen estado físico es una parte fundamental, que no exclusiva, de su preparación: "Entreno durante meses para sólo diez minutos de competición. Así visto es un poco cruel, porque como te levantes con mal pie esa mañana todo se puede ir al traste sin apenas darte cuenta. Pero intento no pensar en ello e ir siempre con la mentalidad de ser el primero. Hay que verse como un ganador, si no lo haces los demás no te considerarán un rival a tener en cuenta. Pase lo que pase quiero volverme de Río sabiendo que di el 120%".

Sin embargo, no es el suyo un deporte basado en el duelo cara a cara, ni en el contacto directo, ni en la estrategia de desestabilizar al contrario para propiciar que falle. La halterofilia es solitaria hasta en los torneos, pues cada aspirante entra, compite y se marcha en la más rigurosa individualidad. Por ello, el primer y principal rival es uno mismo, con sus puntos débiles, sus temores y sus nervios.

"La psicología en este deporte cuenta muchísimo. Puedes ser muy bueno técnica y físicamente, pero si no estás bien de la cabeza, de nada sirve. Yo sigo sintiendo miedo cada vez que levanto un nuevo peso, porque es una cuestión de décimas de segundo. Para superar ese miedo tengo una técnica que consiste en tumbarme a oscuras con los ojos cerrados y visualizar positivamente mi próximo entrenamiento", relata el hispalense, muy concienciado de la importancia de reunirse semanalmente con su psicólogo, José Carlos Llanes.

Josué también se ha visualizado compitiendo en Río, pero poco más, pues los asuntos que podrían empañar estos Juegos le provocan escasa inquietud. "De cómo van las obras no tengo ni idea. Y de casualidad escuché que los policías brasileños se habían manifestado porque dicen que no están cobrando lo que deberían por garantizar la seguridad... O eso creo. No es una situación que me agrade, pero no está en mi mano cambiarla, así que prefiero no pensar en ello", zanja tranquilo.

Algo más ha escuchado sobre el archiconocido virus del Zika, aunque no lo suficiente como para perder el sueño. Es más, de su respuesta se deduce que, por muy peleón que sea el famoso mosquito, poco tiene que ganar si se cruza con Brachi.

"Yo voy a Río con zika, sin zika y con lo que me echen. ¡Qué va a ser el mosquito un problema! No puede ser más duro que los cuatro años de entrenamientos diarios que llevo en el cuerpo", sostiene. Cualquiera le rebate un argumento tan arrollador. Y pensándolo bien, si sigue los consejos de la organización, poco tiene que temer este intrépido aventurero al que sólo una mala arrancada en su decisivo levantamiento sería capaz de doblegar.

Ansioso por vivir una experiencia inolvidable y dispuesto a dejarse hasta el último gramo de fuerza del que disponga para conseguir un buen resultado. Así afronta Josué Brachi los días previos a la gran cita del deporte, sin aflojar la sonrisa ni inflavalorar sus opciones. Su anhelado sueño se hará muy pronto realidad.

El cuestionario

1- ¿Cuál es su primer recuerdo de unos Juegos?

Atenas 2004, cuando Michael Phelps consiguió ocho medallas de oro.

2- Destaque un momento emocionante de Barcelona 92.

Nací el día de la inauguración. Poco más sé aparte de que Cobi era la mascota y de que fueron los Juegos en los que más medallas ganó España, más de 20.

3- Dígame tres deportistas míticos de la historia de los Juegos.

Vasili Alexeiev, Usain Bolt y Michael Phelps.

4- ¿Qué condiciones debe tener un abanderado?

Deberían primar las medallas olímpicas que haya conseguido, y ya después la repercusión mediática. A veces son abanderados deportistas muy conocidos, cuando hay otros que lo son menos aunque tengan muchas más medallas.

5- ¿Cuántas medallas ganará España en Río?

53, por decir algo. Me ha venido la inspiración. Estoy tirando muy por lo alto, pero es que hay que tener mentalidad de ir a por todas.

6- ¿Y quiénes ganarán más, los hombres o las mujeres?

Las mujeres. Son mucho más competitivas.

7- ¿Qué significa para un deportista estar en unos Juegos?

Lo más grande, es la competición más importante de su vida.

8- Conseguir ganar una medalla olímpica puede ser similar a…

Quizá, a tener un hijo, pero como no lo tengo, no sabría decir… Sí sé lo que se siente al ganar una medalla internacional y es algo parecido a creerte un semidios. Así que ganar una medalla olímpica debe hacerte un dios.

9- Si la ganase lo celebraría haciendo…

Creo que no haría nada fuera de lo normal. Descansar y seguir entrenando para demostrar que sigo siendo el mejor.

10- ¿Qué sacrificaría de su vida por un oro olímpico?

Mi libertad. Sería capaz de estar 24 horas en un gimnasio si me aseguraran que después ganaría una medalla.

11- Vigente campeón olímpico en su disciplina…

Lu Xiaojun.

12- Para preparar unos Juegos, ¿renuncia a algo de lo que no renuncia en años no olímpicos?

Todo se vuelve mucho más exigente. Salgo incluso menos; si antes me podía dar algún capricho en las comidas, ahora ya no; y también hay que tener mucho cuidado para evitar las lesiones.

13- Volvería satisfecho de Brasil siempre y cuando…

Supiera que hice todo lo que estaba en mi mano.

14- ¿Qué deportes sigue en los Juegos?

Bádminton, taekwondo y gimnasia.

15- ¿Tiene una canción o música fetiche para los días de competición?

Alguna de Eminem.

16- ¿Lleva algún amuleto en la maleta para Río?

No, sólo mi almohada. La llevo a todos los viajes porque no hay otra igual. Podría dormir en el suelo y no tendría problema, pero no sin mi almohada.

17- ¿Tiene alguna manía en los instantes previos a competir?

La verdad es que no. Depende del humor que tenga, pero no repito rituales ni esas cosas.

18- ¿No peca el entorno de los deportistas (federativos, prensa...) de medallitis?

Sí, sin duda. Se inflan las expectativas y luego sólo se reconoce al deportista cuando está en lo más alto. Puedes ser cuarto del mundo y no ser nadie, pero si coges medalla te llaman, te dan bombo y homenajes.

19- ¿Qué le parece el uniforme de la delegación española para la ceremonia de inauguración? 

No lo he visto. Y no voy a ir a la ceremonia porque estar tantas horas de pie cansa mucho.

20- 42 preservativos por atleta para estos JJOO. ¿Mucho o poco?

Se quedan cortos (ríe). Es broma, es una exageración, porque no hay tiempo material para usar tantos. Además, yo tengo novia, así que que los usen otros. Pero me parece bien que se apueste por la prevención en esos temas.

21- ¿A quién le pediría un autógrafo o un selfie si lo viera en la villa olímpica?

A Pau Gasol, no, porque lo tendría que hacer él (ríe). A Mireia Belmonte y a Rafa Nadal. Y de extranjeros, a Usain Bolt.

22- ¿Tiene pensado hacer turismo por Río? ¿Sabe decir algo en portugués?

No falo portugués. Me gustaría conocer un poco la ciudad y visitar Copacabana.

23- ¿Vuelve más calentito el bolsillo tras una cita olímpica?

El tema del dinero está muy mal, me parece casi vergonzoso. En 2012 las becas ADO eran de 15.000 euros al año y ahora ya han bajado a 5.000. En España el que se dedica al deporte de élite es porque le encanta.

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