Cáscara y sólo cáscara sin relleno. Envoltorio que nada envuelve. El juego de este Betis que trata de ensamblar Gustavo Poyet es la nadería. Toques inocuos que apenas inquietan al rival de turno, ayer un Villarreal que ni mucho menos tuvo que apretar a tope, ni sacar una versión cercana a la mejor, para embolsarse los tres puntos con placidez. En descargo del voluntarioso entrenador charrúa quedan los dos errores de Adán en sendos disparos que se le colaron por la coronilla. Pero antes de que los verdiblancos se pusieran en desventaja ya se vio que su propuesta iba a ser un quiero y no puedo en la misión de conectar con Sanabria y Joaquín en posiciones adelantadas. Ese primer misil de Trigueros desmoronó esas dos líneas de cuatro que al menos en el primer cuarto de partido neutralizó el juego combinativo de los amarillos.

Defensa

El Betis salió valiente, cuidándose de plantar la línea defensiva cerca de Adán y dificultando ese juego de permutas, triangulaciones y negación de referencias arriba que caracteriza la escuela del Villarreal. Cejudo y Felipe Gutiérrez trabajaban sin la pelota por fuera, como los puntas, Sanabria y Joaquín por dentro, para dificultar el inicio limpio de la jugada por parte de Bruno o Trigueros.

También los centrales salían a la anticipación cada vez que Sansone o Bakambu trataban de recibir de espaldas en zonas ya más retrasadas de lo que les hubiera gustado. El juego se desgranaba como había previsto Poyet en la faceta defensiva. Tan lejos maniobraba el Villarreal, que Trigueros ensayó su potente y preciso golpeo desde media distancia. Desde los 31 metros, concretamente. Le salió un tiro que imprimió un zigzagueo al balón. Pero centrado. Ni mucho menos imparable. Y ese error volatilizó la solidez atrás. Fue como si el grupo perdiera tensión, rudeza en los balones divididos, en los forcejeos... Incluso en las jugadas a balón parado perdió concentración el colectivo por ese gol. La moral juega. Y mucho.

Ataque

Dejar a Dani Ceballos en Sevilla, a Rubén Castro en el banquillo y a Joaquín fuera de la banda sólo se justifica si el plan destila un juego profundo y dinámico, con ataques afilados. Todo lo contrario fue el Betis ayer, como tantas otras veces esta temporada. Felipe Gutiérrez como falso extremo izquierdo no ofrece ese juego interior que legitime su titularidad por delante de otros. De Ceballos, por ejemplo. Y más viendo que Petros es lo que es, un jugador que aporta nervio y robos, y que Jonas Martin, que no es un armador del juego tampoco, se ve el hombre encomendado a tareas de distribución que acaban en pases horizontales, de esos que agradece el rival.

Virtudes

Esa solidez del primer cuarto de partido, bajo una propuesta audaz que al menos alejó al Villarreal de Adán.

Talón de Aquiles

Y a Adán, ayer, no le bastó con que los enemigos tuvieran que buscarlo desde muy lejos. Y como el juego de ataque es pura cáscara, la derrota fue inevitable.

Uno por uno

Adán Dos tiros lejanos, con vuelos envenenados, pero centrados y que había que parar.

Piccini Sólo se animó a salir al ataque cuando el Villarreal, tras el descanso, le dio la pelota al Betis. Al menos, chutó.

Mandi Aseado.

Pezzella Muy encima de Bakambu.

Álex Martínez Como Piccini, sólo atacó algo cuando lo dejó el rival. 

Cejudo Muy precipitado. 

Jonas Martin Ha asumido un rol distinto al que marcan sus querencias y distribuye con demasiada horizontalidad. Aunque no se esconde, la pide y se implica.

Petros Buen trabajo sin balón.

Felipe Gutiérrez Su renuncia a buscar la cal y progresar por fuera se justificaría si armara juego, lo que tampoco hizo el chileno.

Joaquín Sin balones.

Sanabria Se tuvo que descolgar demasiado atrás.

Nahuel Al menos, una diagonal.

Rubén Castro La sensación de peligro fue mayor con él.

Álex Alegría Inédito.