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29-N, hastío del beticismo

  • Unos 4.000 béticos entran al campo con el partido iniciado y tras mostrar su repulsa a Lopera · Las gradas vacías, reflejo del cansancio de una afición dolida

Que más de la mitad de los socios del Betis se ausenten de un encuentro de Liga de su equipo, no lo recuerdan ni los más viejos del lugar. Si a esto se le añade que más de un tercio de los que sí acudien al estadio entran con 20 minutos de retraso para mostrar su repulsa a los modos de Lopera, es para que más de uno se lo haga pensar. ¿De verdad le merece la pena a Manuel Ruiz de Lopera seguir al frente, o más bien mandando desde su búnker de Jabugo, del Betis? ¿De verdad para los consejeros permanecer en el palco es una cuestión tan prioritaria después de lo escenificado por miles de béticos?

La foto que aparece abajo en primer lugar señala bien a las claras lo vivido ayer en Heliópolis. Un Betis que necesitaba la victoria más que nunca para engancharse al tren del ascenso y un beticismo que le daba la espalda. Más de cuatro mil hinchas se arremolinaron en torno a la puerta de cristales desde media hora antes del encuentro y cumplieron con lo anunciado días antes. Comportamiento ejemplar, como siempre ha sido santo y seña del beticismo, y gritos contra todos los vestigios del loperismo. "Queremos el Betis, el Betis de verdad", gritaban niños, adolescentes y mayores, que todo estaba representado en esa masa que no aguanta más. "El Betis unido jamás será vencido", coreaban con un gesto de rabia, pero también de impotencia ante el expolio que se siente en las entrañas de beticismo. "Lopera es sevillista" o "Lopera, vete ya", como sentencia definitiva para señalar al culpable de la paupérrima situación de la entidad.

Si el 15-J nació un espíritu nuevo dentro de los béticos, que sintieron que no existe división entre ellos, sino que todos están contra Lopera, el 29-N puede representar algo más preocupante, el hastío de una afición desencantada. Pese a que desde los más diversos foros se pretende mantener viva esa llama verde que lleva encendida más de cien años, Lopera y sus adláteres ya cansan a una hinchada dolida, que no sabe cómo acabar con una de las etapas más negras de la historia de la entidad.

"Por un Betis de los béticos", rezaba una de las pancartas desplegadas en la grada de fondo, justo enfrente del palco. Incluso sobre los propios consejeros se lanzó una parecida, con un crespón verde sobre ese fondo negro que ya se ha convertido en un símbolo de los opositores al régimen de Lopera, y que fue retirada por uno de los habituales guardaespaldas del máximo accionista. Ni el hecho de que la megafonía elevara su sonido por encima de lo habitual evitó que los gritos que llegaban desde fuera del estadio resonaran más que lo allí dentro ocurría. Y luego llegaría el silencio sepulcral del segundo tiempo, como ejemplo de desencanto.

"Jugadores, mercenarios", se entonó una y otra vez, para que lloviera sobre todos después de una semana de declaraciones controvertidas. "Directivas, jugadores, oposición, prensa. ¿Seguimos con el circo?", se desplegó por parte del sector más radical, ese mismo que invadió un entrenamiento bengala en mano. "Cuestión de pelotas", se exhibió en otra pancarta nada más comenzar el segundo tiempo.

El 29-N pasó, como también ocurrió con el 15-J, pero el beticismo se volvió a hacer escuchar, aunque alguno prefiriera mantenerse encerrado en su casa, ajeno a esos mismos béticos que decía defender.

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