Copa del rey

La final exige ya una heroicidad (0-1)

  • El Sevilla cae en un igualado primer duelo ante el Madrid y sólo le vale asaltar el Bernabéu · El nuevo Rafa Guerrero no dio por válido un gol de Luis Fabiano en el que lo único seguro es que hubiera sido contabilizado al revés.

Esfuerzo baldío, de momento, para el Sevilla. El actual campeón de la Copa del Rey se vació sobre el campo, hizo todo lo que estaba a su alcance, pero se topó con la cruda realidad de tener que afrontar a un gigante como este Real Madrid, a un adversario perfectamente puesto sobre el campo y con genialidades capaces de decantar la balanza hacia su lado. Lo hizo muy prontito el criticado Benzema con una excepcional jugada que nació en un error de Kanoute al no superar la presión del centro del campo madridista. Bastó sólo con eso, al menos en lo referente a lo que se contabilizaba en el marcador, pero el litigio tuvo mucho más contenido, incluido un gol de Luis Fabiano que, ciento por ciento, hubiera subido al marcador de haberse producido en la otra portería.

Pero no fue así. Fermín, el juez de línea que ha sustituido al charlatán, y publicitario, Rafa Guerrero en el panel de los mediáticos en esos males necesarios que, supuestamente, se dedican a ayudar a los árbitros, consideró que la pelota no había entrado del todo. Fue algo bastante discutible a tenor de las imágenes que proporcionaba la realización televisiva, pero tampoco es cuestión de perderse en lamentos inútiles para los sevillistas. El acta registró un cero a uno final y con ese resultado deberán devolverle visita los blanquirrojos.

Hasta aquí el primer resumen de los hechos. Sin embargo, hubo mucho más en una cita que sólo se empañó al final con el lanzamiento de un bestiajo desde la grada que habitualmente ocupan los seguidores más radicales del Sevilla. El impacto sobre Casillas desluce una noche que no había tenido nada de violenta, sino todo lo contrario. A pesar de la campaña mediática originada en torno al famoso anuncio, se había quedado exclusivamente, como debe ser, en el ánimo constante hacia el equipo propio y en darle colorido a un gran partido de fútbol.

Claro que merece la reprobación más absoluta este lanzamiento y desde aquí sólo queda sumarse a ella, mas tal vez sea preferible centrarse en lo que había sucedido en el terreno de juego. Y el arranque conduce al análisis de lo que se generaba en la pizarra de ambos equipos. Gregorio Manzano optó de salida por un planteamiento valiente, con esos cuatro delanteros a los que parece condenado este Sevilla por su éxitos pasados. Es cierto que Kanoute retrasaba algunos metros su posición, pero la cabra siempre tira al monte y el gigante francés es un delantero más tanto en el fondo como en la forma. Por ahí comenzaba, por tanto, a ganar la batalla un José Mourinho que sí apostaba por equilibrar más a los suyos. Tres centrocampistas preparados para correr, con más pinturas de guerra, seguro, de las que se exhibían en el famoso anuncio. Xabi Alonso, Khedira y Lassana Diarra se hartaban a correr para ayudar tanto delante como detrás y la tarea de arriba se fiaba a la genialidad en una contra de Özil, Benzema y Cristiano Ronaldo.

Fue el francés quien agitó la lámpara maravillosa después de un comienzo del partido bastante igualado. El Sevilla le metía un ritmo intenso al juego, recuperaba el balón con celeridad y buscaba, sin pararse a pensar siquiera, a las dos bandas, previo paso por Kanoute, la mayoría de las veces, o por Romaric. Fruto de ello, llegarían algunos intentos de Jesús Navas o esos lanzamientos de esquina que se están convirtiendo en un arma a explotar desde que Romaric ha hallado el toque exacto, algo que no acaba de encontrar en las faltas laterales. Nadie mandaba en el juego, sin embargo, y todo era una porfía en la que se veía claro que el Sevilla daba el paso adelante y el Madrid estaba mucho mejor situado.

Tanto que, en plena desconcentración por la lesión de Sergio Sánchez, un saque de banda a favor del Sevilla tuvo un efecto boomerang. Özil se interpuso en el pase de Kanoute y Benzema se encargó del resto, demostrando la clase que tiene. El Madrid ganaba por cero a uno desde bien prontito. El Sevilla lo pasó mal durante un rato, pero supo recomponerse y hasta debió igualar al filo del intermedio en esa acción en la que Fermín tiró hacia el lado más fácil para él, hacia el que no muestra jamás un papelito con los errores.

El Madrid había llegado al intermedio con ventaja y se iba a quedar con idéntico resultado hasta el final. Era la consecuencia, además, de un segundo periodo en el que mandó el equipo mejor posicionado, el conjunto que tenía los peones más juntitos gracias a esos tres centrocampistas. Suerte para el Sevilla que aquello no se decantó del todo y que hasta pudo acabar en tablas en un remate final de Negredo, pero está claro que el campeón, con mucha dignidad, es verdad, está más cerca de perder su corona que de revalidarla. Queda aún el Santiago Bernabéu y ya es necesaria una heroicidad. ¿Será posible?

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