La crisis, y especialmente el parón de la construcción, ha golpeado duramente a los estudios de arquitectura. Pero eso no ha impedido que surjan y se desarrollen empresas en busca de un nicho propio y con un componente innovador, como Quark Arquitectos. La firma, fundada por Kusha Ghoreishi y Guillermo Casado, se gestó con el propósito de fusionar de algún modo dos tendencias de moda en este campo. "Guillermo había trabajado más los materiales novedosos, la automatización la domótica, y a mí me interesaba la arquitectura vernácula, la bioclimática, aquella que aprovecha los recursos de la naturaleza, la transmitida generación tras generación", explica Ghoreishi, de origen iraní.

Elaboraron su plan de empresa con el impulso del Centro Andaluz de Emprendendores (CADE) del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), en Málaga, y terminaron estableciéndose allí. Y empezaron a trabajar, con esa fusión entre tradición y nuevas tecnologías como guía, y con una visión de los espacios minimalista y funcional. En sus trabajos, prima el uso de materiales con baja huella de carbono: si se puede, se usa la madera en vez del hormigón; el corcho para los aislamientos y no la tela asfáltica; la pintura a la cal y no la acrílica, "que es como recubrir las paredes con una bolsa de plástico".

Junto a ello, usan técnicas avanzadas de auditoría energética, consustanciales a cualquier proyecto. Los software de simulación permiten conocer el entorno, la radiación solar y la influencia de los elementos urbanos y materiales. "Siempre los usamos tras cualquier proyecto y a partir de ahí introducimos nuevos criterios", señala Ghoreishi. Entre los instrumentos que se usan están las cámaras termográficas, que son básicas, por ejemplo, para conocer la temperatura superficial de cualquier material y detectar fallos en los aislamientos. La crisis ha potenciado esta vertiente de Quark Arquitectos, y de hecho se ha incorporado a la empresa Carlos Moreno, especialista en arquitectura urbana y rehabilitación energética.

Quark Arquitectos también trabaja la domótica, "que se suele asociar al lujo, pero que nosotros usamos para mejorar la capacidad bioclimática de la casa". Así, un cerebro electrónico puede controlar de forma automática una pérgola móvil, que interactúa con la posición del sol o se cierra en invierno con el objetivo de mantener una temperatura ambiente de 24 o 25 grados siempre en el interior. El proyecto de una casa de un agricultor en Vícar sigue este modelo, e incorpora aún más elementos. Quark arquitectos aprovechó una acequia que pasaba por debajo de la vivienda y usó el agua subterránea para el sistema de refrigeración. Inspirado en el modelo de las torres de viento, se crea un sistema de corrientes de aire refrescadas por el agua y modulado por compuertas que se abren y se cierran.

Finalmente, el proyecto quedó a medias porque el inmueble cambio de dueño, pero la filosofía tuvo su continuidad en edificios como las oficinas del PTA -con un gran patio interior que ilumina de forma equitativa todos los espacios-, la rehabilitación energética de una nave industrial en Peligros (Granada), con una original cubierta y fachada vegetal, o la rehabilitación de del cortijo La Píndola para que sea un centro de emprendedores creativos, y que combina la restitución del estado original de la fachada con una arquitectura contemporánea en el interior.

Quark Arquitectos colabora también en un proyecto de investigación de la Universidad de Málaga -dirigido por el profesor Leonardo Franco, de la Escuela de Telecomunicaciones- para medir con fórmulas matemáticas y mejorar el confort térmico en los espacios urbanos. Además, Guillermo Casado ha abierto la puerta internacional de la empresa al instalarse en Ecuador, donde ya trabaja en un proyecto para la ventilación natural de un edificio de la Universidad de Quito.