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Balance 2014

El cambio del panorama político en Europa

  • La crisis económica que atraviesa Bruselas ha provocado un auge de movimientos 'eurófobos' de extrema derecha y la irrupción de nuevas fuerzas de izquierda que son escépticas con el funcionamiento actual de la Unión.

La Unión Europea (UE) ha visto en 2014 un auge de los movimientos populistas de extrema derecha y del euroescepticismo, y la irrupción de otras formaciones de izquierda, como Podemos o Syriza, que intentan acabar con la hegemonía de los grandes partidos tradicionales. Solo las próximas elecciones en algunos Estados miembros (en España y Reino Unido en 2015, en Grecia 2016 y en Francia en 2017) dirán si las europeas fueron un avance de nuevas tendencias, o si los euroescépticos y la nueva izquierda vivieron su minuto de gloria política gracias al hartazgo de la ciudadanía. 

La Eurocámara salida del voto ciudadano en mayo de 2014 ha triplicado la presencia de euroescépticos y eurófobos, dos conceptos que no significan lo mismo, como explica Yves Bertoncini, director del Instituto Jacques Delors. Los eurofóbos (principalmente el UKIP de Nigel Farage o el Frente Nacional de Marine Le Pen) quieren acabar con Europa en mayor o menor nivel. Los euroescépticos, como los conservadores y reformistas (ECR) o la Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL), no se enfrentan a la idea de la existencia de la Unión, pero sí muestran su rechazo a su funcionamiento actual. Algunas veces sus intenciones han coincidido, como cuando en noviembre tanto Farage y Le Pen por un lado, y la GUE/NGL (al que pertenecen IU, Podemos y Bildu), recogieron firmas para presentar una moción de censura contra el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, por los escándalos fiscales de su país cuando era primer ministro de Luxemburgo. La moción eurófoba se adelantó, pero fracasó porque ningún grupo, ni siquiera la GUE/NGL, quiso alinearse con quienes "quieren destruir Europa", dijo entonces la portavoz de IU, Marina Albiol. 

El miedo de algunos grupos a que se les relacione con los eurófobos aísla a estos últimos pero también coarta la pluralidad de la Eurocámara, explicó Sonia Piedrafita, investigadora del Centro Europeo de Estudios Políticos. La nueva composición de la Eurocámara obliga a los grupos mayoritarios (especialmente los populares y socialdemócratas europeos) a llegar a pactos de mínimos, con lo que no se entabla discusión política. Para Piedrafita, es pronto para saber qué ocurrirá con el proyecto europeo si los grupos eurófobos y euroescépticos gobernaran la UE del mañana, aunque advierte que cada país y su escenario político es muy particular. "En el caso de Syriza en Grecia y Podemos en España, pese a que han sido muy críticos con Europa, pronostico que si obtienen buenos resultados su discurso respecto a Bruselas se volverá menos radical, porque su población tienen gran poso europeísta", dijo Piedrafita. 

La eurodiputada de Podemos Teresa Rodríguez considera que su formación "no quiere la vuelta al Estado-nación" pero sí "una Europa de la democracia en manos de la ciudadanía y no de élites, la Europa de los derechos sociales y laborales de las y los trabajadores, no del negocio de las multinacionales y los especuladores financieros". "Queremos mayor solidaridad y cooperación entre los pueblos y los estados europeos. No proponemos menos Europa sino más y mejor Europa. No pueden meternos en el mismo saco con la chusma xenófoba porque no lo estamos, defendemos gente y proyectos diferentes", dijo la eurodiputada. Tampoco se sienten cómodos con la etiqueta de eurófobo o de euroescéptico algunos miembros dentro del propio grupo de Farage, la Europa para la libertad y la democracia directa (EFDD, en inglés). Su principal socio, el movimiento 5 Estrellas italiano, no comparte con el UKIP la voluntad de abandonar la UE, con quien por contra se ve obligado a mantener un "matrimonio de conveniencia" a falta de otro grupo parlamentario con mejor encaje, señaló su portavoz, el joven Ignazio Corrao. "Nosotros no vamos en contra de Europa, pero no queremos este sistema en que el Banco Central Europeo y la Comisión Europea tienen más poder que la Eurocámara, que es la única institución elegida democráticamente por los ciudadanos", explicó Corrao. 

Más allá de etiquetas, tampoco hay consenso sobre el daño real que estos euroescépticos pueden hacer en el trabajo diario de la Eurocámara en los próximos meses. Mientras la eurodiputada del PP Pilar del Castillo dijo que a su juicio el PE funciona normalmente al ritmo natural propio de la vuelta de las elecciones, Piedrafita consideró que la fuerza de los euroescépticos "no está sobredimensionada" pues "pueden hacer mucho daño". 

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