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Tribuna Económica

Joaquín / aurioles

Los bancos del futuro

Los "neobancos" ofrecen servicios gratuitos y depósitos mejor remunerados o compensados (regalos y similares) e incentivan la expansión a través de las redes familiares y sociales, pero penalizan la gestión en oficinas.

CAYERON las provisiones, pero con el tipo de interés oficial en cero la gestión de la rentabilidad se convierte en el gran reto para la banca durante 2016. Los resultados en el primer trimestre se pronostican algo peores que los de 2015, aunque en el conjunto del año se espera una mejora significativa con respecto al anterior, todo ello en un contexto de lo más extraño, que sigue caracterizado por el progresivo abandono del habitual territorio de operaciones de la banca. Abandono o expulsión, como consecuencia de llegada masiva de nuevos operadores tecnológicos (las finanzas digitales o fintech), entre los que ganan terreno los operadores no bancarios, como las plataformas de crowdfunding, que obligan a la banca tradicional a buscar nuevos perfiles de negocio, como los denominados "neobancos". Como ejemplo, ImaginBank, la nueva marca de Caixabank para afianzarse en el mercado de jóvenes de menos de 35 años, un segmento bastante descuidado por la banca tradicional desde 2008, a través del teléfono móvil y las redes sociales.

Los "neobancos" y, en general, la nueva banca digital, ofrecen servicios gratuitos y depósitos mejor remunerados o compensados (regalos y similares) e incentivan la expansión a través de las redes familiares y sociales, pero penalizan la gestión en oficinas, así que no parecen pensados para ganar dinero a corto plazo, pero sí a medio y largo. Por un lado, porque se trata de un mercado en expansión natural, el de los jóvenes, pero, por otro, por la mutación hacia un negocio de bajos costes. Según estimaciones que circulan por la red, todavía se espera el cierre de unas 9.000 oficinas en toda España y el despido de unos 35.000 trabajadores, así que si alguien pensaba que la reestructuración del sector se había terminado con las fusiones, la capitalización y la corrección del riesgo, que se desengañe porque el escenario innovador sigue siendo apasionante.

Internet y las redes sociales, las barras libres de liquidez y los tipos de interés negativos o la integración bancaria europea dibujan un escenario complejo para la banca, una de cuyas reacciones más significativas ha sido el progresivo abandono del pequeño ahorrador, que deja poco beneficio y obliga a asumir riesgos, y concentrar sus esfuerzos en el cliente VIP, tanto individual como corporativo, aunque no todo el mundo esté satisfecho con esta deriva.

Puesto que la inyección de dinero a coste cero es condición necesaria, la impresión es que se trata de la opción deseada por el Banco Central Europeo (BCE), a pesar de las advertencias sobre efectos colaterales adversos. La compra de deuda de un grupo selecto de entidades con grado de inversión (rating elevado y sin problemas de liquidez) hunde la rentabilidad y puede provocar la huida de inversores privados, mientras que la sobrefinanciación de las entidades que menos lo necesitan no garantiza la derrama para pymes y familias, que son las que pueden reactivar el consumo y los precios. En cualquier caso, la incógnita sobre el futuro del negocio bancario sigue planteada para cuando se consiga acabar con la deflación y comiencen las restricciones monetarias por parte del BCE.

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