El Rocío

Los que votaron a la Virgen

  • Las 80 hermandades más veteranas acuden con sus simpecados ante la Blanca Paloma. Triana fue un año más la más multitudinaria de la jornada, víspera de las elecciones municipales.

"Aquí estamos otra vez". En el Rocío. Primero hay que presentarse ante la Virgen. Quizás, luego, alguien reflexione, pero sobre lo acontecido en el camino. Los diferentes alcaldables cuentan hoy cuántos concejales necesitan para gobernar. En la aldea sólo cuentan las promesas.

Armando hizo una el año pasado y, como es "un hombre de palabra", esta primavera cumplió su promesa e hizo el camino con la Hermandad de Triana, aunque él sea de Granada. Sentado en un escalón, el granadino observa sus espartos desgastados: "Ha sido un camino muy duro. Tengo los pies reventados. El coche se nos estropeó en la segunda parada y tuvimos que llamar a la grúa", relata pocas horas después de haber llegado a la aldea. "Pero, aunque ha sido duro, le he hecho otra petición a la Virgen. Si se cumple, prometo venir cinco años seguidos".

Aún falta una hora para que las 80 hermandades más veteranas se presenten ante la ermita. Peregrinos como Dolores aprovechan esta hora para rezar. En sus manos lleva cinco velas que enciende en la capilla, una por cada uno de sus hijos.

Sólo con el primer paso, uno ya recibe una bofetada de calor. El humo de las velas carga el ambiente de esta habitación de paredes negras. "Esto de las velas es un negocio", anota Dolores, de 65 años. "Se aprovechan de los sentimientos y la fe de las personas".

Fuera, detrás des las vallas, la gente comienza a concentrarse. La sombra se cotiza a lo alto. "Parece que hay menos gente que otros años", apunta Rosa, de Pilas. Junto con su marido, acude al Rocío a pasar el día, ataviada con su traje de flamenca y una buena flor naranja en la cabeza. "Este fin de semana nos movemos entre Matalascañas y El Rocío". ¿Y mañana? "A la playa. Yo ya he votado. Mi voto es para la Virgen".

Detrás de la pareja, un grupo de niños se sujetan a la reja de una ventana. Quieren ver el simpecado de Villamanrique de la Condesa, su pueblo natal. Su hermandad no les hace esperar, y de forma puntual aparece la caballería manriqueña al tiempo que suenan las campanas de la ermita y la banda municipal toca el himno nacional.

Acompañada por Vitoria, la Hermandad de Villamanrique abre las presentaciones. Dos grandes cintas rojas y numerosas rosas rojas adornan su carreta de plata, que, tirada por dos bueyes, entra con ímpetu hasta el pórtico de la ermita. Un simple toque en los cuernos, y los dos animales se paran en seco a pocos centímetros de embestir a los representantes de la hermandad matriz. Todo está calculado.

Pilas le sigue al compás de la salve rociera que entonan sus tamborileros. Las romeras lucen sus mejores galas. Dicen que Simof y el Rocío no son compatibles, pero hoy es un día especial. Vestidos canasteros, amplios escotes, encajes, transparencias, mangas largas y espaldas al aire que dejan ver las marcas rojas del sol del camino. La imagen se repite con la llegada de La Palma del Condado, Moguer y Sanlúcar de Barrameda.

En una hora, cinco hermandades se presentan ante la Blanca Paloma entre rezos, aplausos y vítores. Y llega Triana, y lo mejor es no mirar el reloj.

Dos agentes del Seprona en moto abren el cortejo pisándole los talones a Sanlúcar. Su nutrida caballería llama la atención. Uno a uno, los caballos saludan a la Virgen, que aguarda en el interior de la ermita tras su clásica reja. Entre los jinetes, otro clásico, el humorista César Cadaval. El cansancio de los caballos se hace patente, han llegado a la aldea esa misma mañana.

La situación parece controlada hasta que llegan los romeros a pie, y con ellos el simpecado en su carreta decorada con espigas de trigo, naranjas y limones. Los empujones no se hacen esperar. La hermandad matriz les espeta que no pueden adentrarse hasta el pórtico, pero los trianeros no se achantan y los bueyes entran con ímpetu. Una adolescente ve más cerca de lo que debería los cuernos de los animales y rompe a llorar. "No pasa nada, tranquila, sólo te has llevado un susto", la consuela su madre al mismo tiempo que la protege de los empujones. Los romeros de ambas hermandades piden calma, entre ellos el torero Francisco Rivera, junto al simpecado. "No nos podemos molestar, ni nosotros, ni ellos porque les llamemos la atención", explica uno de los organizadores. "Lo malo son los bueyes que no pueden dar la vuelta y pueden dañar a alguien".

Desde la plataforma reservada para la prensa, María localiza a su compañera de mismo nombre: "El miércoles, nada más salir, se pegó al simpecado, y tres días después ahí sigue. No se ha separado de la carreta en todo el camino", aclara sorprendida la joven, que este año ha sido bautizada en el vado del Quema.

María acompaña a un grupo de unos 30 valencianos que desde hace 25 años realiza el camino junto con la Hermandad de Triana. Pero, en esta ocasión, prefiere ver pasar al simpecado lejos del tumulto. "Me dijeron que si quería entrar con ellos que me lo quitara todo: la flor, pendientes, peineta, cadenas. Yo pensaba que exageraban. Ahora veo que no".

Muchos se emocionan y las lágrimas brotan. "Aquí estamos otra vez", cantan los romeros entre vítores y lágrimas con sus sombreros en la mano. Avanzan, como los bueyes, hasta el pórtico, debajo de la concha. "Gracias por dejarnos entrar", agradecen. Entre ellos se encuentra Pedro. Con éste ya son 17 años peregrinando al Rocío. Pero ahora va a pie. A su caballo le ha picado una garrapata y lo ha tenido que llevar al veterinario, según relata.

Treinta minutos después siguen pasando peregrinos de la hermandad de Triana. El pórtico de la ermita se despeja y aparece Fátima Báñez, ministra de Empleo, acompañado por el presidente del Partido Popular de Huelva y varios representantes de la Hermandad de Almonte. No son los únicos que han elegido el Rocío para pasar la jornada de reflexión. Curro Pérez, delegado del distrito Triana, también ha optado por esta opción. Pero hoy los romeros no piensan en política.

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