El Rocío

Bailes en la fiesta de la Virgen del Rocío

  • La nota del Domingo de Pentecostés fue la convivencia en las hermandades Las casas abrieron sus puertas para festejar la romería más universal de todas

Si hay algo que distingue al Rocío, junto a la devoción ferviente de los almonteños y de todos los que acuden a la romería, es el tiempo de fiesta y alegría. Después de las jornadas agotadoras del camino y repuesta la fuerzas tras la presentación del sábado, la de ayer fue la gran fiesta.

Todo comenzó en El Real con la misa del Domingo de Pentecostés, para dar paso a las convivencias de las casas de hermandad. Desde el altar los distintos simpecados de las 116 filiales y el de la Hermandad Matriz desfilaron por las diferentes calles de la aldea hasta sus casas de hermandad. En ellas todo era fiesta junto al Simpecado. Los patios se convirtieron en grandes casas de vecinos, donde la convivencia es el eje de este domingo, en el que se espera el salto a la reja y la procesión con la Blanca Paloma.

En las casas era fácil ver en los porches las mesas vestidas de abundante comida para celebrar la jornada festiva y a mucha gente cantando y bailando, regado todo por unos buenos vinos de la zona del Condado onubenses.

Patios en los que en la noche también continuó la fiesta hasta que se produjo el momento esperado del salto a la reja.

Hoy, tras la procesión, es una jornada tranquila; algunos ya emprenden el camino, pero también es día de alegría para cantar y bailar festejando la romería más universal de todas, la que tiene lugar en honor a la Virgen del Rocío y de las que son protagonistas los almonteños.

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