Juantxo López de Uralde

"La bicicleta se ha convertido casi en un signo de progreso"

  • El coportavoz de Equo y ex directivo de Greenpeace cree que atacar a las renovables es una irresponsabilidad porque "el sol es el petróleo de España". Critica que los partidos condenen la corrupción, y luego defiendan a sus corruptos.

López de Uralde (San Sebastián, 1963) dirigió Greenpeace España durante una década. Y se lo creía: en 2009 irrumpió en la XV Conferencia sobre el Cambio Climático organizada por la ONU en Copenhague con un mensaje de crítica y urgencia. Aquello le costó 19 días de "retención" junto a otros dos activistas. En junio de 2011 debutó como coportavoz de Equo, el partido español "con más seguidores en Twitter" (en realidad no es así: sus 40.700 quedan lejos de los 106.000 del PSOE o los 108.500 del PP). Su presencia en Andalucía se reduce por ahora a cinco concejales.

-¿Por qué el mensaje ecologista no ha calado nunca en España cuando en Europa sus defensores son ya la cuarta fuerza política? 

-En España se ha intentado caricaturizar el ecologismo político a partir de la idea de que sólo nos preocupan los peces y los pájaros, y los medios de comunicación han sido en cierta medida responsables. La realidad es que damos respuestas muy claras a los problemas económicos y sociales. Tenemos propuestas para la industria, los transportes y la energía. También es cierto que ha habido mucha atomización en el propio espacio verde, algo que con Equo queda zanjado.

-Cuando Rajoy compitió y perdió con Zapatero en las elecciones de 2004, las del 11-M, prometía en su programa plantar un millón de árboles. Hoy, con la crisis, los grandes partidos han olvidado el medio ambiente.

-Es un error tremendo del bipartidismo cuando precisamente la alternativa en España y especialmente en Andalucía pasa por la utilización de aquellos recursos naturales en los que somos ricos. El caso de la energía es evidente: el petróleo de España es el sol. Tenemos asimismo muchísimo viento, y sabemos cómo utilizarlo y explotarlo. Y sin embargo nos encontramos con la muerte de un sector clave en la generación de un tejido industrial propio del siglo XXI. El ataque contra las renovables es una enorme irresponsabilidad y tardaremos muchos años en recuperarnos. Estamos abocándonos a una dependencia energética del exterior que lastra nuestra economía. En 2012, España se gastó 45.000 millones en importar hidrocarburos, y en esa parte de la balanza de pagos parece que estemos ante una especie de condena del destino.

-Pero las renovables, como el ladrillo, vivieron una burbuja. Había huertos solares milagrosos que funcionaban de noche.

-Es absurdo negar que se han hecho cosas mal, pero la consecuencia jamás debería ser la de laminar el sector. Nosotros proponíamos hacer una adaptación progresiva de las primas. ¿Qué ocurrió? Que se instauraron unas primas para fomentar el uso doméstico pero las grandes empresas utilizaron esa oportunidad para desplegar grandes plantas solares. El boom lo provocaron ellas. El problema no es la tecnología ni la energía solar. Y la ley se podía retocar y adaptar sin dañar las posibilidades de progreso del sector. A día de hoy los paneles solares son mucho más baratos y la necesidad de primas es cada vez menor.

-¿Le gusta la plantilla de democracia representativa diseñada en 1978?

-El modelo constitucional está agotado. Tiene una ley electoral injusta porque está muy alejada de la máxima una persona un voto. Yo obtuve tres veces más votos que el presidente del Congreso, por ejemplo, y sin embargo estoy fuera de la Cámara. Los ciudadanos tampoco se contentan con depositar una papeleta en las urnas cada cuatro años. Hay una repolitización de la ciudadanía desde un punto de vista no partidista sino de barrio, de ciudad y de país. Los partidos deben cambiar radicalmente. En el siglo XXI tenemos las herramientas para una participación mucho más directa. Equo celebró desde el primer momento primarias a través de internet. Todo cambiará muy rápidamente. Los programas han de ser un contrato elaborado con la participación de la ciudadanía, que además es guardiana de su cumplimiento.

-El Movimiento 5 Estrellas ha sido la irrupción electoral más espectacular en la Europa de la última década. ¿Hay paralelismos con Equo?

-Tenemos muchas coincidencias y alguna discrepancia. Valoramos que el M5S ha sabido capitalizar ese descontento con el modelo. Tal vez la principal discrepancia es que no han gestionado adecuadamente el patrimonio que la ciudadanía les ha dado, y lo están pagando, como se ha visto en las elecciones municipales italianas. En Equo queremos encauzar ese descontento hacia propuestas concretas. No vale limitarnos a decir que lo que hay no nos gusta.

-La Andalucía política convive con el lento escándalo de los ERE, uno más en la España de los casos Nóos, Bárcenas o Pallerols.

-Se condena sistemáticamente la corrupción pero luego todos los partidos defienden a sus propios corruptos. La ciudadanía está harta de levantarse cada mañana con un escándalo. Terminar con la corrupción es fundamental para la marca España; es lo que más daña nuestra credibilidad en el extranjero. Y el camino es la transparencia. Hay que gobernar con paredes de cristal. Equo predica con el ejemplo: ha renunciado a los créditos bancarios; es una dificultad más que nos hemos autoimpuesto porque uno de los males españoles es esa dependencia tan grande que han tenido los partidos de bancos y cajas.

-Cierto alcalde andaluz opina que levantar una alameda para construir un parking va con el espíritu de los tiempos. ¿No es arcaico y hortera el culto al coche?

-La tendencia en las ciudades modernas es convertirlas en un lugar de encuentro donde la calle se recupera para las personas y se restringen los espacios del automóvil. La bicicleta se ha convertido casi en un signo de progreso. Ese proyecto significa retroceder a las políticas más desarrollistas del siglo pasado.

-Equo tiene dos coportavoces pero nominalmente carece de líderes.

-Tenemos una Ejecutiva de 12 miembros, paritaria y elegida por sufragio universal.

-Como un Directorio pero sin que rueden cabezas.

-Sí, podríamos definirla así.

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