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Gabriel Delgado. Director del Secretariado de Migraciones de la Diócesis de Cádiz y Ceuta

"No vale todo, en la frontera debe haber líneas rojas"

  • Este sacerdote y su equipo ayudan a integrar a los inmigrantes ilegales recién llegados, algunos de ellos en condiciones muy difíciles.

Gabriel Delgado (Cádiz, 1947) es uno de los sacerdotes españoles más cercanos al problema de la inmigración ilegal por ser el responsable de esta materia en un obispado fronterizo que se extiende al otro lado del Estrecho, a la ciudad de Ceuta. Desde la Fundación Tierra de Todos, Delgado y su equipo ayudan a integrar a los recién llegados, algunos de ellos en condiciones muy difíciles. En estos días está coordinando las jornadas en las que la Iglesia quiere transmitir un espíritu abierto con el lema madre de todos. Coincide esta celebración con la convulsión mundial tras los atentados de París.

-¿Qué quiere transmitir la Iglesia en estos días que focaliza la situación de la inmigración en España?

-Con el mensaje Una Iglesia sin fronteras, madre de todos, nos anima a fomentar la cultura de la acogida, la solidaridad, la reconciliación. Una Iglesia sin fronteras que abre sus brazos para acoger a todos.

-¿Cuál sería la foto actual de la inmigración?

-Si fuera por la relevancia mediática, diríamos que son las zódiacs o personas desesperadas saltando la valla de Melilla, pero la foto de la emigración en Andalucía también, y sobre todo, es la de los 657.000 extranjeros que viven en nuestros barrios y pueblos, son nuestros vecinos, y de ellos casi 200.000 son trabajadores que están construyendo Andalucía, aportando riqueza y contribuyendo al bienestar de todos.

-Los trabajadores inmigrantes ya están con nosotros, forman parte del paisaje, pero es difícil sustraerse al impacto de inmigrantes colgados de la valla.

-Es lógico que nos causen impacto y que nos conmuevan. Es el grito de los pobres, la inmigración de desesperación que sueña con pasar y no sabe cómo. Y todos, gobiernos afectados de una y otra orilla y ciudadanos debemos preguntarnos qué podemos y debemos de hacer. No podemos permanecer impasibles ante lo que está ocurriendo en la frontera. Las vallas de Ceuta y Melilla cuestionan nuestro mundo y nuestra manera de vivir y se han convertido en las vallas del escándalo y la vergüenza que separan a los pobres de los ricos.

-¿Qué alternativa hay a decisiones como las devoluciones en caliente?

-Es que las devoluciones en caliente son devoluciones sumarias que van contra los más básicos derechos. Los gobiernos tienen que controlar los flujos migratorios, pero en la frontera hay líneas rojas que no se pueden traspasar. En la frontera no vale todo. Muchos de los que saltan la valla de Melilla van huyendo de un infierno. Si estuviéramos en su lugar, quizá nosotros también saltaríamos la valla. ¿Les preguntamos algo? ¿Sabemos algo de por qué hacen lo que hacen? No, simplemente los devolvemos.

-Porque muchos de ellos entrarían en la categoría de refugiados.

-África es una especie de polvorín a punto de explotar debido a los saqueos y expolios, a las desigualdades e injusticias, a las guerras y conflictos violentos, a las enfermedades y pobrezas, a la corrupción y a los regímenes dictatoriales. Acnur considera que más de un 60% de la emigración que llega a nuestras fronteras huye del infierno y reúne el perfil de un solicitante de asilo. No todo es emigración económica. Pero ni una sola petición de las 4.000 escasas peticiones de asilo que ha recibido España en 2014 y de las que sólo ha concedido poco más de doscientas procede de los subsaharianos que intentan entrar por Melilla o Ceuta. ¿Por qué? Porque ni siquiera les damos la posibilidad de hacerlo. Los echamos antes.

-O van a un centro de internamiento.

-Bajo rejas y llaves, vigilados por las fuerzas de seguridad. Perciben que están en una cárcel, como si fueran delincuentes. Se sienten detenidos y custodiados como si hubieran hecho algo muy grave y lo único que han hecho es no tener documentación, una documentación que no es fácil tener viniendo de donde vienen. En la reciente tragedia de Almería, en la que murieron mujeres y niños, los tiraron por la borda, los supervivientes fueron a uno de estos centros. Hablé con ellos, estaban deprimidos, hundidos. Ante una desgracia de este tipo, se recibe ayuda psicológica, la respuesta no puede ser el internamiento.

-El Papa está yendo más allá en la posición de la Iglesia sobre la inmigración. Ha denunciado ante la Unión Europea que el Mediterráneo no puede convertirse en un cementerio.

-El Papa está abriendo las ventanas de la Iglesia en muchos aspectos, como la apuesta por una Iglesia de los pobres y volver a las fuentes del Evangelio, también en este campo de las migraciones. Ha dicho que la Iglesia tiene que salir a las periferias de la tierra y ser como un hospital de campaña que se acerca a curar las heridas del mundo. Sus posiciones en materia de inmigración son muy valientes.

-Quizá sea así. Sin embargo, muchos no entendimos su postura tras los atentados de París: si mientas a mi madre, lo mismo te doy un bofetón.

-No saquemos de contexto lo que quiso decir. Afirmó que era condenable toda acción violenta y que nadie podía actuar violentamente en nombre de Dios. El Papa habla de un Dios que es cercano, que es amor. Al mismo tiempo, hizo una llamada al respeto de los valores y creencias de los pueblos.

-Conoce bien Ceuta, forma parte de la diócesis. ¿Tenemos un problema en Ceuta? Y estoy hablando de jóvenes deslumbrados por el yihadismo.

-No habría que magnificar. Ceuta es multicultural, tiene una historia de convivencia de culturas. Y es fronteriza. Ceuta debería ser una experiencia piloto, un laboratorio de concordia. En esa apuesta deberíamos estar todos. Al mismo tiempo, en algunos barrios de Ceuta hay graves problemas de paro y de pobreza, en los que se están haciendo esfuerzos y una apuesta por la promoción y el desarrollo. Es preocupante que algunos jóvenes se puedan deslumbrar por esas alternativas, por eso hay que afrontar soluciones a la exclusión, porque son es el caldo de cultivo del yihadismo.

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