Raquel Sánchez Silva. Presentadora de TV.

"Me niego a participar de la apología de la maternidad"

  • Presenta el libro 'Tengo los óvulos contados' de Planeta. Asegura que las mujeres creen que "la vida da para ser madres cuando nos da la gana, pero no es así". Pide que se abra el debate del "embarazo subrogado" es una necesidad.

Raquel Sánchez Silva (Plasencia, 1973) presenta un nuevo libro nacido de la necesidad de contar al mundo la verdad de la reproducción asistida. Tengo los óvulos contados (Planeta) es un manual en forma de novela sobre los entresijos de esta necesidad imperante de la sociedad, que Sánchez Silva trata con humor, cariño y un enorme trabajo de documentación. La presentadora extremeña hace una nueva incursión en el mundo de la literatura y en 2016 retomará su actividad habitual en la televisión.

-¿Cree que las mujeres estamos faltas de información sobre la reproducción asistida?

-Yo creo que es incluso más grave. No sólo estamos faltas de información, sino que estamos engañadas, recibimos información que se basa en rumores, en casos particulares; en definitiva, estamos intentando construir una realidad basándonos en lo que nos cuentan otros de sus experiencias, con información publicitaria, que lo que hace es confundirnos y hacer que tomemos decisiones erróneas, y en muchos casos demasiado tardías. Al final las mujeres sabemos lo que sabemos porque es lo que nos permiten saber. La idea que se está repitiendo socialmente es que podemos ser madres a cualquier edad. Es como si creyéramos que se ha abierto un laboratorio en el futuro y nos estuvieran diciendo lo que queremos oír, pero no es la verdad, es algo muy peligroso y doloroso. La realidad es otra, la realidad es que tenemos los óvulos contados.

-¿No cree que puede que las mujeres tengamos la información pero que no queramos oírla?

-Claro que hay cosas que no queremos oír. Tú quieres oír que tienes tiempo, que además es infinito, que la ciencia está de tu parte para todo y que teniendo medios económicos puedes conseguir lo que quieras. Nosotras, por fuera, tenemos un aspecto físico con cierta edad que nos hace creer que somos más jóvenes, pero por dentro somos iguales que nuestras madres y nuestras abuelas, y no somos más fértiles que en el pasado. Eso es lo que no queremos oír, queremos oír que los cincuenta son los nuevos cuarenta, que los cuarenta son los nuevos treinta, que tenemos tiempo, que la vida nos da para exprimir nuestra profesión al límite y además ser madres cuando nos dé la gana, pero eso no es del todo así.

-¿Hace bien la gente en tener hijos tan tarde?

-Yo no soy nadie para juzgar. Esto es un hecho. Los expertos se plantean que en el siglo XXII llegaremos a una maternidad más cerca de los cincuenta. Esto va en contra de nuestra fisiología, pero es la realidad.

-Trata con especial cariño a los que no pueden tener hijos... ¿Es este libro también un prólogo de aliento para ellos?

-A quien no puede y a quien no quiere. Yo no hago comentarios del tipo de las que yo llamo en el libro las madres pavo real. Si estas mujeres, exhibiendo su maternidad del modo que lo hacen, supieran el daño que hace en la mujer que no puede o que está en el proceso, pero no le están saliendo las cosas como ella quiere, yo creo que se pensarían dos veces lo que dicen. Esas frases tan contundentes como "es lo mejor que me ha pasado en la vida", "no te lo puedes perder", "cuando seas madre lo entenderás", me parecen horrorosas y además innecesarias. No creo que una mujer que sea madre sea más mujer que una  que no lo es. La felicidad es posible siendo madre y no siéndolo, por eso me niego a participar de la apología de la maternidad. Me niego rotundamente.

-En su novela tienen cabida prácticamente todos los modelos de reproducción asistida: parejas subfértiles, donantes, maternidades tardías... ¿Hay alguna historia que le haya conmovido especialmente durante la documentación?

-A mí me ha conmovido especialmente la mujer que no tiene útero. La ley española no les ofrece una solución, porque si quieren gestación subrogada se tienen que ir del país.

-Hablemos de Ainhoa, una chica fea que quiere elegir al donante que en la vida real no ha podido tener, pero en  España no puede. ¿Es justo? ¿Se antepone el derecho de la madre a tener hijos al del hijo a saber de dónde viene?

-Los límites de la donación en España, el anonimato por ley, al final hace que acudan más parejas y  más donantes; de hecho, hay parejas en Reino Unido que vienen aquí a hacerse los tratamientos. Yo creo que el mercado libre que hay en algunos sitios, como en Estados Unidos, es un poco injusto, tiene que haber unos límites lógicos que se adapten a las sociedades, pero sobre todo lo que tiene que haber es un debate.

-¿Existen límites éticos en la reproducción?

-Yo creo que debería haber un debate al respecto, creo que en España la ley está muy cuidada, protege la adopción, protege a los óvulos... Pero también pienso que tiene carencias. Debería haber un debate sobre la gestación subrogada y otros temas, porque todo evoluciona muy rápido. Tiene que primar una sensatez acorde a la realidad social.

-¿Los políticos, por tanto, deben coger las riendas del debate del embarazo subrogado?

-Claro que hay que abrir el debate. Es una necesidad de muchos españoles, en el momento en que hay españoles que se van a Estados Unidos, y eso en el mejor de los casos, porque es que hay algunos que se van a India y que les estafan, les engañan, que sufren... No puede ser que no miremos hacia una necesidad social, hay que atenderla.

-¿Cuáles son las conclusiones de su trabajo, su mayor aprendizaje?

-Hacer de nuevo un trabajo periodístico, que la verdad lo echaba de menos, volver a la investigación. Me ha gustado lo que he aprendido y lo que puedo seguir aprendiendo. Siempre me ha gustado mucho la ciencia y me he dado cuenta de que la ciencia es futuro y a mí el futuro me gusta. Creo que esto es esperanzador.

-¿Con qué parte es con la que más ha disfrutado?

-Escribir siempre me hace disfrutar mucho. La escribí en el embarazo, a veces estaba cansada y ha sido duro, sobre todo al final, que había que acabar el libro y la cabeza no me iba a la velocidad que yo requería, pero ha habido momentos muy apasionantes.

-En su primera novela habla de sexo, en la segunda de concepción ¿y en la tercera? ¿de maternidad?

-No creo (se ríe). Cuando viajaba en Pekín Express con María y pasábamos ocho horas en la furgoneta, había momentos en los que pasábamos por sitios alucinantes, y entonces decíamos: "Esto es para mí" y decidíamos no fotografiarlo. Con la maternidad me pasa algo parecido: "Esto es para mí".

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