Aurelio Arteta. Catedrático de filosofía moral y política.

"Mentiría si dijera que he sentido miedo a ETA, sentí pena y asco"

  • "La mayoría no nacionalista se calló en Cataluña y dejó multiplicarse a la nacionalista", afirma sobre el desafío soberanista. Sobre los refugiados dice que "el buenismo tiene muchos partidarios y con los refugiados se coló gente de macuto".

Compasión y piedad son palabras esenciales en el arbol conceptual de Aurelio Arteta (Sangüesa, Navarra, 1945), catedrático de Filosofía Moral y Política hasta su jubilación en 2015. El Cedis (Centro de Estudios, Documentación e Información Social de Andalucía) le entregó en Sevilla el premio Francisco Giner de los Ríos en la misma ceremonia en la que la filósofa y catedrática Adela Cortina recibió el Victoria Kent. Dedicó su tesis a la crítica social de Karl Marx, autor en el que es un gran especialista. Fundador de UPyD, ha sido martillo intelectual de las ortodoxias nacionalistas y el fundamentalismo identitario.

-¿Entre los Tantos tontos tópicos incluiría el de la plurinacionalidad?

-Es un tópico, pero no me refiero a ese tipo de tópicos. Nadie habla en la calle de la plurinacionalidad pero lo de que todas las opiniones son respetables lo dice hasta el lucero del alba. El último, un médico geriatra con el que coincidí en un debate en televisión.

-¿Y todas lo son?

-Por supuesto que no. Hay opiniones que si las respetáramos nos llevarían a una matanza y otras si las fomentamos garantizan una vida más justa y ordenada. Hablamos de cuestiones políticas y morales. Si hablamos de ciencia, no hay opinión. Hay saber. La moral no se rige por leyes empíricas como la geometría o la mecánica. Para mí la moral cristiana, y yo no lo soy, me parece más respetable que la moral islamista.

-¿Cómo se quedaron sus alumnos cuando les dijo que no era demócrata?

-Pensaban que les estaba provocando, y es lo que pretendía. Porque no soy demócrata si serlo es repetir obviedades o creérselo de nacimiento y de por vida. Pero delante de un nacionalista, sí soy demócrata.

-Como navarro, ¿qué le parece que no hayan invitado a los Reyes a la entrega del premio Príncipe de Viana?

-Es muy indicativo de la situación del Gobierno navarro. Yo no soy monárquico. Monarquía y democracia son conceptos antagónicos. Pero el Gobierno de Navarra incurre en una contradicción. Desde un punto de vista técnico, la monarquía es injustificable e indefendible. Un poder que por naturaleza pasa genéticamente al heredero de la estirpe. No sé qué diferencia hay entre eso y el hecho de ser vasco o catalán. Aquí también se impone el valor de lo natural en esa idea de gente, de pueblo, de historia. Hay problemas bastante más importantes, pero es una forma de defender la vasquidad de Navarra, el falso mito de Euskal Herria. Ya en las oposiciones a Magisterio han reservado en Navarra un 87 % de plazas para el euskera y sólo un 13 % para el castellano. No digo más.

-Julio Caro Baroja publicó un libro sobre las mentiras de la historia...

-Conocí a don Julio, que no creía en esas cosas y se mofaba de ese aldeanismo de inventarse mitos e historias.

-¿En qué madriguera está el viejo topo del marxismo?

-Académicamente, estoy muy alejado del marxismo, aunque su teoría del valor del dinero sigue vigente.

-Otro tópico de su catálogo es condenar "la violencia venga de donde venga"...

-Una forma de igualar la que viene del ladrón con la del policía. El abecé de la sociedad es la legitimidad de la fuerza y la violencia del Estado y de la ley para proteger al ciudadano. Sin esa premisa no se puede vivir. La Policía no se atrevió a intervenir por miedo en Colonia y muchas jóvenes resultaron violadas, manoseadas, robadas, agredidas.

-El obispo Cañizares dijo que no todo lo que llegaba con los refugiados era trigo limpio y casi se lo comen...

-El buenismo tiene muchos partidarios. Es evidente que los refugiados representan la parte más débil. Dejan sus casas, su país, vienen con sus hijos. Junto con ellos han entrado de macuto algunos que se han organizado, se han expandido y en algunos casos bien recientes han cometidos algunos asesinatos. ¿Exageró Cañizares? Es posible, pero se atrevió a decir algo que nadie ha dicho y nadie tomó precauciones. Porque nos movemos en el territorio de los prejuicios.

-¿Se siente un superviviente del terrorismo etarra?

-Mentiría si dijera que he pasado miedo. He pasado pena, asco, pero no exactamente miedo. He estado en las listas de ETA en más de una ocasión, pero no he tenido sensación de peligro. No soy tan importante como para eso. Sí es verdad que he pasado apuros. Al margen de las barbaridades nacionalistas, de sus ideologías, lo que me indigna y avergüenza es la cobardía moral de la sociedad.

-Su teoría del espectador y el mal consentido. La tercera pata del verdugo y la víctima...

-Cuando decían que todos estábamos amenazados por ETA, eso es mentira. Era una forma de autojustificarse para no hacer nada, para no decir ni mú por si el que venía a tu casa era de Herri Batasuna. Amenazados han estado policías, políticos o gente muy comprometida. El miedo en el País Vasco no ha sido al tiroteo, a la bomba, a la extorsión. Ha sido el miedo al vecino, al amigo, al compañero, para no quedarte solo. Es lo que ha pasado en Cataluña. Si allí la mayoría es nacionalista es porque la mayoría no nacionalista se ha callado y la ha dejado crecer y multiplicarse. En los años 50, la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann lo contaba en el libro La espiral del silencio.

-En la novela La frontera de Dios, premio Nadal 1956, Martín Descalzo decía que el diablo "a los tibios ya los tiene seguros"...

-Martin Luther King decía que para ser malo basta con no ser bueno. En Alemania ha aparecido una edición crítica de Mein Kampf para que la lean, la critiquen y la discutan, lo que me parece fundamental. No sé si en España seríamos capaces de hacer algo así. Lo curioso es que los intelectuales y los más famosos filósofos de la época no previeron la presencia del mal. Y no me refiero sólo a Heidegger, que fue un nazi. Ninguno de aquellos filósofos quiso ver el menor peligro en aquel pintor de brocha gorda. En las elecciones se fueron al monte y no votaron. Thomas Mann llega a hablar de Hitler como un gobernante modélico. Hannah Arendt decía que el peligro no estaba en el enemigo sino en cómo derrotar a los amigos, los que están a tu lado.

-¿Alguna relación con Andalucía?

-Ocho años veraneando en Zahara de los Atunes.

-¿Con la jubilación ha ganado tiempo?

-Necesitaría varias vidas para todo lo que tengo que leer de pensamiento y literatura. Anoto algunas reflexiones acerca del envejecimiento. Lo último que publiqué fue un Cuaderno de la Vejez. No me veo con capacidad para un proyecto de investigación que tenía aparcado sobre Filosofía y Justicia Política.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios