Jon Plazaola. Actor y humorista

"Andaluces y vascos somos parecidos, el catalán es más suyo"

  • El protagonista de la popular serie 'Allí abajo' se declara amante de su profesión y dispuesto a reírse, desde el cariño, con (y de) cualquiera.

Jon Plazaola (Urretxu, Guipúzcoa, 1982) vigila expectante la buena audiencia de la segunda temporada de la serie que protagoniza junto a María León, Allí abajo. Con un contagioso buen humor descubre la ciudad que le acoge en el rodaje, Sevilla, de la que ya conoce muchos y buenos rincones. Este orgulloso euskaldun se declara amante de su profesión y dispuesto a reírse, desde el cariño, con (y de) cualquiera. Guionista, director, ahora actor y siempre humorista, parece que para arriba y para abajo de España queda aún mucho Jon, vitalidad no le falta.

-Me gustaría que esta entrevista no fuera la típica,  pero es que ha vivido mucho tiempo de los tópicos (fue guionista en Vaya semanita). ¿Sigue disfrutándolos?

-Sí, por supuesto, para mí son una simple herramienta de comicidad. El año pasado, estábamos en el Palacio de Monsalves y un batallón de señoras estaba fuera esperándonos para decirnos que exagerábamos mucho. "Estoy de acuerdo" les dije, vivimos en una hipérbole continua; pero al tiempo que lo decía, veía ante mis ojos a las vecinas de la serie, tal cual. Eso de que la realidad supera la ficción...

-¿De qué pregunta está harto?

-Si soy vasco de verdad. ¡Alucino! He cambiado de discurso, el año pasado decía "No, de Sanlúcar de Barrameda" y la gente decía "¿Sí?" (pone cara de no entender nada). Ahora digo que soy brasileño y también me dicen "¿sí?". Viví en Madrid y había gente que sin abrir la boca me decía: "Eres vasco".

-Quien le haya seguido un poco sabe que usted no es un profesional del arte dramático, del guión o de la dirección, es un profesional de disfrutar de la vida. ¿De dónde le nace ese entusiasmo? 

-Yo soy un profesional de disfrutar de la vida y de mi profesión, que es mi vida.  Empecé Bellas Artes, que no lo terminé. Entré en una corriente de Audiovisuales y ahí conocí a Patxi Urquijo, que daba Historia del Cine. Fue entonces cuando decidí que me quería dedicar a esto.

-¿Qué tal lleva el fenómeno fan?

-Muy bien, la gente viene de manera cariñosa, y ver que se identifican con el trabajo que hacemos me gusta mucho. Me parece un termómetro muy fiable para saber si lo estamos haciendo bien o no. Al final trabajamos para la gente. Me encanta también la inocencia de cuando la gente no sabe distinguir muy bien entre Iñaki y Jon. 

-Lleva ya mucho tiempo viviendo en Sevilla, ¿con qué se queda?

-Es verdad que Sevilla tiene un color especial, ya que va de tópicos. Me quedo con que por mucho que pasee, que lo hago mucho, siempre hay rincones por descubrir.

-Dígame un rincón

-Hay una placita, la Plaza de Santa Marta, que a lo mejor son 10 ó 15 metros cuadrados al lado de la Giralda. Tienes en la Giralda a millones de turistas sacando fotos y en una calle que parece que no va a ningún lado te encuentras con ese rincón de naranjos, te sientas... y es el silencio absoluto. En Sevilla, una ciudad tan maravillosamente bulliciosa, hay muchos rincones para buscar la paz.

-Y ahora que no nos oyen los andaluces.... ¿con qué no se queda?

-Soy muy optimista, me encanta todo, me pongo siempre en modo esponja. Aunque es verdad que hay algo que digo siempre, desde el mayor cariño, muchas veces cuando vienen con nosotros a hablar en la calle: Discreción y concreción, dos de las características de los andaluces (risas).

-¿Lo que más echa de menos? Y no vale decir mi gente.

-Chuletas de kilo, ¡por favor! ¡Carnaca poco hecha! Aunque hay muy buenos sustitutos. El puchero me ha llamado mucho la atención, es más fino, más elaborado... Nosotros buscamos siempre la contundencia, el alimento y el calor.

-Reírse de los vascos está de moda, pero reconozcamos el mérito de Vaya semanita. ¿Había que ser muy valiente para romper el hielo?

-Sí, y yo creo que lo fueron. Vaya semanita hizo que de pronto el vasco se riera de sí mismo. Era algo muy necesario, rompió con muchos tabúes. Los euskaldunes somos muy nuestros y nos parecía bien porque parecía que lo hacía alguien muy cercano. Creo que Allí abajo sigue haciendo eso, pero al andaluz le cuesta un poco más reírse de sí mismo, y lo entiendo porque siempre se ha dado una imagen del andaluz como la chacha, el borracho... El andaluz ha adoptado un sistema de autodefensa. Me gusta pensar que con Allí abajo hemos dado un pasito adelante, que hay un neurocirujano andaluz, una mujer de armas tomar que lleva su negocio... y que los que estamos en el bar somos los vascos (risas).

-Humor negro para todos los públicos... ¿alguien les dijo a sus compañeros que tuvieran cuidado?

-No lo sé, pero seguro que sí. En ese programa ves un sketch como los Santxez, una familia en la que un hijo era ertzaina y el otro abertzale... eso rompe todas las barreras, y ése es el éxito. 

-En la vida ¿hay que reírse de todo?

-Sí, de todo sanamente, el límite lo marca el respeto. Soy partidario de hacer humor hasta de lo más negro, pero con respeto.

-Pero usted... ¿se ríe con las bajas audiencias?

-No, de eso no (sonríe). Hubo un susto generalizado cuando supimos que íbamos los viernes, ahí hay un dinosaurio en la competencia que no lo mueve ni Dios. 

-¿Nos hemos reído aún poco con los catalanes?

-Sí, hay que reírse más. Es verdad que entre vascos y andaluces he encontrado muchas similitudes: nos gusta sacar la fiesta a la calle, somos muy disfrutones, somos muy hospitalarios, nos gusta que la gente que viene hacia nosotros conozca nuestra realidad. Pero los catalanes, aunque hay de todo, son más suyos, no son tan disfrutones, son más fríos. Los catalanes la están liando parda así que se merecen que también nos riamos de ellos.

-¿Preparado para la Feria?

-Buff, para eso nunca se está preparado (risas)... ¡bueno sí!, yo creo que las sevillanas con cuatro rebujitos y buena compañía... va solo. Con la gente de aquí acabo yo bailando sevillanas, dando palmas o cantando flamenco, lo que haga falta. 

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