Enrique Ybarra Valdenebro ·Presidente de City Sightseeing Worlwide

"Empecé con dos tranvías y uno lo tuve que vender"

  • En la Expo fundó la Compañía Hispalense de Tranvías. Aguantó la crisis y sobre esos cimientos funda el City Sightseeing, presente en cien ciudades de los cinco continentes.

–Un autobús turístico por la Torre del Oro de Sevilla y otro por Dubái...

–De director general en Dubái tenemos a Jesús Ruiz, un chico del barrio de Torreblanca que el 31 de marzo de 1999,Miércoles Santo, el primer día de la empresa, compró el primer tique, que aún conserva. 

–¿Cómo empezó City Sightseeing?

-El primer proyecto lo inicié con dos tranvías que me traje de San Francisco. Empecé en 1992 vendiendo tiques en el Paseo Colón y haciendo de guía. Me decían que si para eso había estado seis años formándome en Estados Unidos, donde fui en 1986 con una beca de fútbol.

–¿De fútbol?

–Jugamos todos los lunes gente de la empresa en un campo que tiene Morante de la Puebla en su casa.

–¿Un deseo llamado tranvía?

–Ya sabe lo que vino después de la Expo. Una crisis económica muy fuerte. En Sevilla y Barcelona, las ciudades que habían organizado la Expo y los Juegos, los precios estaban por las nubes, cerraron hoteles y agencias de viajes. Nosotros tuvimos que vender uno de los dos tranvías para pagar al banco. El que se llamaba El Barbero de Sevilla. Está en Benidorm.

–¿La crisis es siempre una oportunidad?

–Vimos que este servicio turístico no existía a nivel internacional. Había cadenas hoteleras, alquiler de coches, pero no autobuses para que los turistas conocieran mejor las ciudades.

–¿Su primera pica en Flandes?

–En Sevilla. Después Oxford y Sidney, donde llegamos poco después de los Juegos del año 2000. Acabo de volver de Budapest de celebrar el aniversario de la presencia en Hungría. 

–¿Dónde miran ahora?

–A Oriente Próximo y el Sudeste Asiático.

–¿De dónde son los autobuses?

–No existían vehículos para este tipo de servicios. Compramos algunos autobuses urbanos de Londres.

–¿Los que salen en las películas de Hitchcock?

–Les cortábamos el techo, los transformábamos. Dimos con un pueblo en Lérida, Arbucia, donde había tres compañías de carrocería. Ahora hay tanta demanda que existen ocho o diez fábricas en el mundo.

–¿Han cruzado el imaginario telón de acero?

–Además de Budapest, en Praga, San Petersburgo, Moscú, donde también tenemos un barco turístico, Kazan, Tbilissi y Cracovia y Varsovia en Polonia.

–Están en más de cien ciudades. ¿La próxima?

–SanJuan de Puerto Rico.

–¿Llegaron al Caribe?

–He estado muchas veces en La Habana. Me hice amigo de Alejandro, el hijo del Comandante. Como se enteró de que yo cumplía años el 13 de agosto, el mismo día que Fidel Castro, me invitó al cumpleaños de su padre. Le pregunté a mi amigo qué podía llevarle de regalo. Me dijo que espárragos y un libro de Pablo Neruda. El día que llegué coincidió con el huracán Charli, el más fuerte desde 1914. Fidel recorrió los barrios de La Habana y en uno de ellos estuvimos departiendo con él. Con su hermano Ramón hablaba de la revolución.

–¿El apellido Ybarra le abre o cierra puertas?

–El naviero José María Ybarra era tatarabuelo de mi padre, que para mí ha sido todo en mi vida. Todos los días cuando me levanto pienso en él. En el garaje de su casa, con un hermano, montó su primera empresa, una fábrica de tapones de botellas de aceite.

–Usted empieza con una empresa de importación de productos de surf...

–Fui a Estados Unidos con la beca del fútbol, pero me aficioné al surf. Le pedí a mi padre dinero para un fax y desde mi piso de estudiante monté el negocio.

–Ayer todas las miradas estaban puestas en Milán.

–En Italia empezamos en Florencia. Tuvimos problemas para homologar los vehículos ingleses.

–Sidney, Ciudad del Cabo, Singapur. ¿Sitio soñado?

–Madrid, pero es una plaza muy complicada.

–¿Estos autobuses turísticos son galeones del siglo XXI?

–En España no hay otra empresa en el sector con tanta presencia internacional. En la imagen corporativa llevamos el rojo originario de Londres, una franja amarilla de España y el sol de Andalucía.

–Empezaron con materia prima inglesa. ¿Le preocupa el referéndum para salirse de la Unión?

–Lo del Brexit preocupa a todas las empresas que tenemos intereses en el Reino Unido. No es el momento en ningún momento, valga la redundancia.

–¿Los conflictos dejan huella en la empresa?

–Se notan muchísimo. Cuando ocurre algo en una zona el turismo se desplaza a otros mercados. Pasó en el norte de África. En Bruselas teníamos catorce vehículos y ahora sólo funcionan cuatro.

–¿Se corre el riesgo de que todas las ciudades se terminen pareciendo?

–El turista siempre busca lo local y lo tradicional. Nuestro eslogan es globalmente conectados, localmente operados. 

–¿Notaron los cambios políticos en las alcaldías?

–Damos un buen servicio a la ciudad y creo que lo aprecian.

–Están presentes en seis ciudades andaluzas. ¿Los usan los residentes?

–Cada vez más, aunque no les gusta sentirse extranjeros en su propia ciudad.

–¿La lluvia es su rival?

–Hay ciudades donde llueve casi a diario, pero el sol de nuestra imagen sale en Oslo y en Estocolmo.

–¿Qué es lo que más le atrae al turista?

–La gente. Las ciudades, como las empresas, las hacen las personas.

–¿Se valora la importancia económica del sector?

–Uno de cada once puestos de trabajo que se crean a nivel internacional pertenece al turismo.

–¿Conoce todo el mundo?

–Eso me pregunta mi hija. Nunca fui a Argentina y a China he ido 29 veces. Habíamos comprado los autobuses, teníamos fecha de inauguración en Pekín, pero una pandemia  y la presidenta de una compañía de transportes lo impidieron. No nos dejaban pasar por Tiannamen y así no era viable. Pero no desisto.   

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