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En la antesala de Europa

  • Decenas de subsaharianos aguardan en los bosques de Marruecos su oportunidad para dar el salto: "No hemos llegado hasta aquí para volver"

Un bosque de pino en Marruecos corona el último refugio del viaje de decenas de inmigrantes que se han chocado con la valla fronteriza. En los bosques de Belyounech aguardan su oportunidad para dar el salto al continente europeo, el sueño de muchos de ellos tras años viajando por el continente africano, que cada mañana divisan el continente europeo desde lo más alto del monte.

En la carretera entre la ciudad marroquí de Tánger y el pueblo fronterizo con Ceuta, Castillejos, hay muchos mendigando y haciendo autostop para poder buscar algo de comer. Entre ellos está Jasper, es de Camerún y tiene 25 años, llegó a los bosques de Belyounech hace tres meses. Intentó cruzar el seis de febrero a Ceuta pero no lo consiguió y ahora sigue mendigando en busca de algo que llevar a su campamento, al que nos invita visitar. "Veis el humo, allí están mis camaradas, han quemado nuestras pertenencias".

Tras caminar durante más de 30 minutos descendiendo entre la frondosidad del bosque nos muestra restos de sangre de jabalíes, asegura que es uno de los alimentos que suelen obtener del bosque, y me invitar a beber el agua de un pequeño riachuelo que pasa entre colina. Allí varios subsaharianos lavan su ropa y se asean, están sudando, han pasado la mañana corriendo y escalando.

Al llegar al campamento todo está ardiendo, una mujer prepara algo de comida con un poco de verdura y carne que les han donando algunos marroquíes, otros charlan sobre cuándo será su próximo intento, mientras los demás intentan recuperar algo de sus pertenencias calcinadas.

En un llano del frondoso bosque, donde suelen jugar al fútbol, se reúnen más de treinta inmigrantes de diferentes nacionalidades. Es la asamblea. Estos denuncian que unos 120 agentes marroquíes han estado en el campamento, no hay heridos porque huyeron por el bosque, pero todo está destruido, sus chabolas, sus pertenencias, mantas, medicamentos y hasta colchones. Según confirman, los agentes se lo han quemado todo para obligarlos a regresar a su país, pero "no hemos llegado aquí para volver".

Entre ellos está Samuel, que sufrió varias heridas en las piernas a causa de la represión policial durante el fatídico día del seis de febrero, una ONG le donó una muleta para que pudiera caminar. Al estar herido apenas puede salir del campamento ya que subir el monte es ardua tarea, pero ahora será más difícil. Con cara alarmada muestra su muleta, dice que los agentes marroquíes se la quitaron y se la quemaron, ahora anda sin ella por los montes, y le preocupa no poder estar en buena forma para emprender el duro viaje migratorio.

La represión policial tanto de Marruecos como por parte de España es el asunto más comentado durante la asamblea de los habitantes del campamento donde viven entre cuevas y chabolas. "¿Por qué la Guardia Civil nos dispara? ¿Por qué nos expulsan?" comentan desesperados algunos de los inmigrantes, quienes afirman que hasta el momento la represión era de Marruecos, y ahora es de España.

La asamblea se desarrolla con tensiones, pero la decisión final será un secreto, muchos intentarán organizarse para volver a saltar, otros piensan ir a Melilla, creen que allí es más fácil. Musa se quita un gorro de la cabeza y muestra una herida de pelota de goma, tiene miedo asegura, ello le impulsa, tras la redada, partir hacia Tánger a casas de unos compatriotas por miedo a que continúe la represión.

Apenas les queda comida, su refugio está ardiendo, por lo que la decisión hay que tomarla rápido. Como Jasper, que tras salir de Belyounech intenta reagruparse con otros inmigrantes para comprar una balsa, cuesta 100 euros por pasajero, pero es su única alternativa para llegar a Europa.

El miedo a la valla de Ceuta les ha llevado a emprender ese viaje, y como muchos otros se preparan para llegar a las costas andaluzas en los próximos meses. El buen tiempo lo permite, el mar está calmado, y la presión tanto de Marruecos como de la Guardia Civil en Ceuta les lleva a tomar alternativas al salto.

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