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España

El catalán sigue siendo una "lengua de segunda"

  • La Encuesta de Usos Lingüísticos refleja diferencias sustanciales en el uso de las lenguas oficiales en Cataluña

Miguel Ángel Fernández es malagueño y desde hace seis años trabaja como auxiliar de control en una empresa de seguridad. Aunque supone que no es un caso muy común, empezó a estudiar catalán en el Consorci per a la Normalització Lingüística, una red de centros subvencionada para promover el uso de la lengua, al poco de instalarse en Barcelona. Hoy en día es bilingüe y forma parte del 40% de habitantes en Cataluña que quieren aprender o mejorar el manejo del catalán. Pero sólo el 36,5% de la población total lo tiene como idioma habitual, frente al 50,7% que se expresa en castellano.

Los resultados de la Encuesta de Usos Lingüísticos que la Generalitat realiza cada cinco años muestran que, aunque la mayoría de los ciudadanos hablan catalán, la diferencia en el uso habitual con el castellano sigue siendo muy amplia. El motivo principal es demográfico. Antes del boom económico, en 2003, el catalán y el castellano se utilizaban de forma pareja (46 y 47,2% respectivamente). Durante la época de bonanza, la población extranjera en Cataluña creció hasta un 15,4% anual y tras el estallido de la crisis representa el 17,5% del total. Mucha de esa inmigración procede de países latinoamericanos que tienen el español como lengua materna.

El conseller de Cultura, Ferran Mascarell, cree que los resultados de la encuesta son "muy positivos" si se tiene en cuenta que el catalán, después de haber sido "una lengua prohibida, perseguida y maltratada, partía de muy abajo". Xavier Vila, profesor de Sociolingüística catalana en la Universidad de Barcelona, considera que las políticas lingüísticas han sido débiles y "mientras el castellano es obligatorio, el catalán es optativo". En una comunidad donde sus habitantes se entienden en castellano, el fomento del catalán es fundamental para su conservación.

Vila estima que el sistema de inmersión ha demostrado ser "el único que funciona" y debería ir a más. En la televisión, sólo la pública catalana emite en catalán. En el caso de los periódicos está equilibrado y la radio en catalán creció mucho en los últimos años. Pero el cine sigue siendo una materia pendiente. Las distribuidoras no quieren invertir en el doblaje al catalán ni romper la cultura "monolingüe de España", sentencia el profesor. Según el docente, el Estado "protege al monolingüe (en castellano) como si se tratara de un colono (español en Cataluña)".

En la comunidad reina el presentimiento de que el resto del Estado no ve el catalán como un activo propio. Eso explicaría que la sociedad catalana cargue con el estigma de una lengua de segunda. Vila señala que si el Gobierno español consiguiera convertir el idioma "en un valor de todos los españoles, se desactivaría gran parte del independentismo", que se ha parapetado tras la supuesta ofensa al catalán.

La polémica sobre el idioma es un debate más presente en las instituciones centrales que entre la sociedad catalana, opina Mascarell, especialmente "en las sedes de algunos partidos y en algunos ministerios". Ve en el sistema de inmersión "un modelo de integración" que España debería tomar como ejemplo. El conseller está seguro de que sin los cambios propiciados en los años 80 para proteger la lengua débil, la catalana sería hoy "una sociedad dividida entre dos idiomas".

La encuesta también revela otros datos interesantes. El 71% de los hablantes que se expresan en catalán cambian automáticamente al español cuando se les dirigen en este idioma y sólo el 2,5% pide que le hablen en catalán. "Los catalanes somos así de educados", dice con orgullo Mascarell, que alega que tienen "un tic" que les lleva a expresarse en castellano en cuanto conversan con "alguien que parece que no es de aquí".

La Constitución establece en el artículo segundo que el Estado "reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas". Apelando a ese título, el conseller cree que el Gobierno español debería "alegrarse de que el catalán haya sobrevivido a los últimos 40 años" y propicie un sistema en el que las dos lenguas "sean de primera". Un ejemplo: cuando Aragón denomina lapao al catalán que se habla en la Franja (el territorio en la frontera entre las dos comunidades), el Estado "debería ser beligerante". En el caso de que Cataluña se independizara, Mascarell opina que el castellano debería seguir disfrutando "del estatus actual".

En el ámbito laboral se habla mucho más catalán (39,9%) que castellano (30%), mientras que en el doméstico los porcentajes se invierten. Vila cree que se debe a la defensa que hacen las instituciones de la región. Miguel Ángel reconoce que en el trabajo contesta a las llamadas en catalán "por defecto". "No me obligaron, pero siempre hay un poco de presión para que lo manejes por respeto a quienes lo tienen como lengua materna y viven aquí", admite.

Hablar catalán es obligatorio en el sector público y depende de la empresa en el privado. "Es la lengua para progresar", critica María José García Cuevas, diputada del PP en el Parlament, que se sorprende de que la gente "no se subleve contra esta imposición". Para la popular, que se hable más español en el ámbito privado es sinónimo de "libertad y fuerza". "El catalán llega hasta donde puede llegar la Generalitat", sentencia.

Cuevas está de acuerdo en que debe fomentarse el uso de la lengua más débil, pero calcula que las instituciones catalanas han ido demasiado lejos y "quitan peso al castellano". Pone como ejemplo el éxito literario de Harry Potter: "En un caso así, está claro que hay que subvencionar la traducción al catalán". Pero resalta que las subvenciones no deben desembocar en una bajada de precios de los productos en catalán que perjudiquen al español.

El sistema educativo catalán debería tener el 50% de los contenidos en cada lengua, defienden desde el PP. Cuevas sospecha que mucha gente "ha dejado de hablar en catalán para que no se les identifique con el independentismo" y acusa a la Generalitat de hacer un uso político del idioma.

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