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Feria de Abril

Encajes, cornucopias y una dosis de buen gusto

  • El Ayuntamiento concede a Gitanillo de Triana 37 y a Juan Belmonte 37 los premios a las casetas mejor adornadas

El 37 es síntoma de buen gusto. Este número es el que poseen las dos casetas premiadas este año por el Ayuntamiento por su decoración. Una se encuentra en Juan Belmonte 37 y recibió el primer galardón en la modalidad de un módulo, y otra está en Gitanillo de Triana 37 y posee dos. Pero la coincidencia no obedece sólo a una cuestión numérica, sino también a uno criterios decorativos que hacen que estos habitáculos temporales sean dignos de ser visitado por los feriantes.

Gitanillo de Triana 37 es un clásico en este concurso. No en vano en su trastienda -es de visita obligada- se exhiben los siete premios que ha recibido por su exorno. Desde 1995 a 2012. Diecisiete años de esmero en los que se cuida el más mínimo detalle. Su presidente, Enrique Gordillo, explica que el trabajo lo llevan a cabo 25 socios durante el fin de semana de preferia. Viernes, sábado y domingo entre visillos y cornucopias. "Cada año se cambia algo, aunque se mantiene la estructura básica. Esta Feria hemos optado por hacer una cúpula con los encajes, ya que llevábamos tiempo sin ponerla", explica Gordillo. Esta caseta tiene como norma colocar objetos dorados en la parte exterior y de hierro en la trastienda, una de las más cuidadas del real.

Una de las novedades de este año ha sido abrir parte del techo de la parte trasera, de manera que sirva de "respiradero" para una zona donde el mercurio suele estar más elevado de lo normal por la cercanía de los fogones, una medida por la que están optando muchas casetas. El cuidado por los detalles llega hasta los aseos. Este año se ha colocado una nueva decoración en ellos, incluyendo un tocador nuevo con espejo de diseño en el de señoras. Algo de agradecer para los retoques en el peinado.

Juan Belmonte 37 es otra caseta acostumbrada a los premios. Se ha convertido en un clásico de la Feria. Desde la calle puede observarse la doble cúpula de encajes blancos y verdes, donde las flores naturales -este año de color rosa- convierten este espacio en un salón palaciego. El encargado de su diseño es José Ortega Piñero, quien tres meses antes de la Feria se encarga de pensar y poner en marcha todo lo necesario para el exorno.

En dicha caseta es imposible ver un cable suelto. Todo está tapado convenientemente para que se vea lo único que hay que ver: encajes, castañuelas que sirven de lazo en las cortinas, cornucopias, lámparas y farolillos a juego con los colores escogidos. Nada hay que quede fuera del diseño, ni siquiera la caja de sonido que está cubierta por una tapa de madera a juego con el resto del mobiliario. Pero si hay algo que realmente llame la atención es la larga barra centenaria de la trastienda, auténtica joya del patrimonio tabernero de Sevilla.

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