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Para la crisis sinfónica

  • Hace tiempo que la Orquesta Filarmónica de Londres edita sus mejores conciertos en discos de producción propia.

Honegger: Pastoral D'Ete. Sinfonía nº4. Cantata. Solistas. Coro y Orquesta Filarmónicos de Londres. Vladimir Jurowski LPO (Diverdi)

Las orquestas sinfónicas están en apuros. Desde hace tiempo. Aunque en España muchos se estén enterando ahora. Las inversiones que requieren sus costosas estructuras empiezan a ser cuestionadas por las administraciones, cuando son estas las que asumen su mantenimiento (como ocurre de forma general en Europa), y su rentabilidad a ser puesta en duda por los patrocinios privados, cuando las empresas las sostienen (como en Estados Unidos). No todo el mundo parece dispuesto a justificar el gasto que requiere su existencia apelando a la necesidad de sus programaciones para la vida cultural de nuestras ciudades, y en tiempo de crisis esa contestación crece.

Las respuestas de los principales conjuntos del mundo han pasado, entre otras cosas, por reducir gastos, adquirir mayores compromisos sociales (ninguna de las grandes elude ya contactos con repertorios más o menos populares, programas didácticos ni actuaciones al aire libre) y reforzar la difusión de su trabajo, que en el terreno del disco pasa por asumir la producción de sus propios registros. La London Philharmonic hace tiempo que así lo entendió, aunque es solo recientemente que Diverdi ha empezado a distribuir sus productos en España. Con un catálogo que se acerca ya al medio centenar de referencias, incluyéndose interesantes recopilaciones de grabaciones antiguas, las últimas novedades del sello de la orquesta, que se venden a un muy razonable precio medio, pasan por la recuperación de algún documento histórico y por registros recientes, sacados en todos los casos de conciertos.

El del 13 de noviembre de 1959 ofreció una versión reducida del Doktor Faust de Busoni dirigida por sir Adrian Boult, quien había sido 22 años antes quien estrenó la ópera en Inglaterra. El buen sentido de la batuta se ve acompañado por la solidez de unas voces extraordinarias, como las de Fischer-Dieskau, Heather Harper o Richard Lewis. Del año 92 data un registro excepcional en el que el añorado Charles Mackerras se enfrenta a una de sus especialidades, la música de Dvorák, con una refinada y detalladísima 8ª sinfonía y unas abrasivas Variaciones sinfónicas.

Jukka-Pekka Saraste rinde pleitesía a su compatriota Sibelius en un álbum con registros de 2008 que incluye una 5ª Sinfonía y una Hija de Pohjola impecables en lo literal, pero algo inanes en lo expresivo, lo que se compensa con un electrizante Concierto para orquesta de Lutoslawski. Hay finalmente dos álbumes que ofrecen al oyente la posibilidad de apreciar cómo el arte del moscovita Vladimir Jurowski luce elegante, sutil y maravillosamente delicado en Honegger (preciosa la impresionista Pastoral d'été, distinguida la proteica 4ª Sinfonía, deliciosa la Cantata de Navidad) y brillante y contrastado dramáticamente, a veces incluso un poco enfático, en la Resurrección de Mahler.

La pólvora está inventada. Las lecciones de las mayores deberían ser aprendidas por nuestras orquestas, que bien harían en remover cuanto antes absurdos obstáculos que merman su capacidad y su poder de difundir sus logros artísticos. La supervivencia futura dependerá de detalles como estos.

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