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Ian Hill. Músico

"La energía de la multitud logra que nuestros temas antiguos suenen frescos"

  • Los británicos Judas Priest, leyendas vivas del 'heavy metal', preparan para su actuación en el Auditorio de la Cartuja el próximo 18 de mayo "el show al completo: juegos de luces y láseres, explosiones, fuego y motos".

Están las estrellas y luego están los dioses ante los que aquéllas se arrodillan. Se habla aquí de heavy metal, una música -un modo de vivir, no tardan en corregir sus más conspicuos seguidores- con proverbial gusto por la hipérbole aplastante y la construcción apasionada de su propia mitología. No exageramos, en cualquier caso, si decimos que el heavy metal tal como lo conocemos hoy, y sobre todo tal como se conoció en los años 80, la época de mayor popularidad para un género que suele presumir de su destino underground con orgullo de cristiano en las catacumbas, no habría existido sin Judas Priest.

En activo desde 1969, aunque su primer disco no se publicó hasta un lustro más tarde, los británicos siguieron al principio la estela del hard rock que imperó en los 70, pero a mediados de esa década aceleraron sus riffs hasta límites entonces infrecuentes, y aquel rock recio, compacto, frenético, agresivo y concebido para ser tocado y escuchado a bocajarro acabó creando en buena medida la ortodoxia heavy metal; un canon que en una música con tamaña tendencia a ramificarse hasta el infinito, determinó el nacimiento y el desarrollo de las subterráneas pero muy poderosas corrientes del trash metal, el speed metal o el power metal de los años 90.

Judas Priest actuará el 18 de mayo en el Auditorio de la Cartuja, con U.D.O. y Blind Guardian como teloneros. Con motivo de esta visita, Ian Hill, el bajista de la formación (que se completa en la actualidad con los guitarristas Glenn Tipton y Richie Faulkner, el baterista Scott Travis y el icónico cantante Rob Halford), comenta en exclusiva para Diario de Sevilla algunos aspectos de la gira y de la trayectoria de la banda. "Nunca pretendimos que esto fuera el final", se apresura a matizar Hill sobre el llamado Epitaph Tour, publicitado no obstante como su despedida de los escenarios después de casi cuatro décadas. "Sólo dijimos -continúa- que sería la última de nuestras grandes giras por todo el mundo. Puede que tras ella sigamos dando algunos conciertos, y la verdad es que tampoco descartamos grabar algún disco, pero ya a una escala más pequeña. Sí, definitivamente puede que en el futuro hagamos unos cuantos conciertos aquí y allá. ¡Lo suficiente para que sigamos siendo recordados dentro de diez años!".

Sobre el concierto que ofrecerán en Sevilla el próximo mes, explica el veterano músico británico vía correo electrónico, el grupo tocará "al menos una canción de cada uno de nuestros álbumes". "Algo que nunca hemos hecho antes", dice. "Y por supuesto estará al completo el showJudas Priest: los juegos de luces y láseres, las explosiones, el fuego y las motos", dice Hill sobre la característica imaginería metalera del grupo. Como en todos los espectáculos, el público hace el resto, y el resto no es un poco en este tipo de conciertos, en los que los espectadores esperan conmemorar en compañía su propia autobiografía sentimental. "La reacción de nuestros seguidores, esa energía de la multitud, logra que nuestras canciones más antiguas y conocidas suenen frescas cada vez que las tocamos", escribe Hill, y ésta es la razón, confiesa, por la que ni a él ni a los demás miembros de Judas Priest les cansa tocar una y otra vez temas como Painkiller, Turbo Lover, Breaking the law, A touch of evil o Beyond the realms of death, que a buen seguro sonarán la noche del 18 de mayo en la Cartuja.

El alemán Udo Dirkschneider, perteneciente a la misma generación que los británicos y antiguo vocalista de Accept, que en sus proyectos en solitario firma como U.D.O., y los algo más jóvenes Blind Guardian, banda también surgida de la escena heavy alemana, comparten cartel con los británicos, que parecen encantados con sus compañeros -"conocemos y respetamos a Udo desde hace muchísimos años y siempre hemos tenido muy buen rollo con él, y a Blind Guardian sólo los conocemos de haber escuchado sus discos, que son muy buenos, pero estoy seguro de que de que nos vamos a llevar muy bien"; tanto como con su regreso a España, de la que habla sin escatimar en la ristra de tópicos de rigor: "Tenemos estupendos recuerdos de nuestras visitas. Aparte de haber tocado para algunos de los fans más apasionados que hemos visto, grabamos gran parte de tres de nuestros discos en Ibiza. En la memoria guardamos preciosos edificios, buena comida, buen tiempo, salidas de marcha hasta las tantas... con su correspondiente resaca al día siguiente".

El bajista, protagonista y testigo privilegiado de la evolución del heavy metal, ha podido ver cómo esta música ha ido perdiendo visibilidad, y en no pocos casos hasta el respeto de quienes la consideran poco sofisticada. ¿Qué piensa él de esto? "Bueno, el heavy metal siempre ha sido underground, nunca ha sido lo bastante comercial para entrar en las radiofórmulas. Pero por encima de esto, en los últimos 20 años el metal se ha fragmentado en corrientes cada vez más pequeñas (speed metal, grunge, death metal, gothic metal...). Pero de alguna manera, aunque los estilos se han ido estrechando cada vez más, la música sigue apelando a un mismo sentimiento".

Menos abierto a los cambios se muestra cuando habla de internet. El bajista pasa completamente por alto algunas preguntas incluidas en el cuestionario, pero se despacha a gusto con la última cuestión. "Internet es bueno y nefasto a partes iguales. Poder llegar con tu música, o con lo que sea, a tanta gente en un tiempo mínimo, y su potencial comercial, eso es fantástico, es enorme. Pero esto queda empañado por la igualmente enorme oportunidad que brinda a algunos imbéciles de regalar tus discos en una web ilegal. Y esto no es tan malo para un grupo como nosotros, que tenemos ya una carrera, pero para los grupos que empiezan puede ser desastroso. Si todo el mundo consigue la música de forma gratuita, las compañías discográficas nunca podrán recuperar sus inversiones... y dejarán de invertir. Si las cosas no cambian, va a ser casi imposible que los jóvenes puedan desarrollar una carrera musical".

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