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Crítica 'No habrá paz para los malvados'

Coronado borda un personaje hecho con recortes de celuloide y cómic

No habrá paz para los malvados. Thriller, España, 2011, 104 min. Dirección: Enrique Urbizu. Guión: E. U. y Michel Gaztambide. Fotografía: Unax Mendía. Música: Mario de Benito. Intérpretes: José Coronado, Rodolfo Sancho, Helena Miquel, Juanjo Artero, Pedro María Sánchez, Nadia Casado.

Un tipo, por potente que sea y bien interpretado que esté, no basta para mantener en pie una película. Hace falta que protagonice una trama consistente y que esté arropado por personajes secundarios tan poderosos como para poder darle convincentemente la réplica. Esta película tiene lo primero (el tipo potente muy bien interpretado por José Coronado) y lo tercero (la excelente galería de personajes secundarios espléndidamente interpretados por Rodolfo Sancho, Helena Miquel, Juanjo Artero, Pedro M. Sánchez, Nadia Casado, Younes Bachir y un elenco en el que hasta el personaje con más reducido papel tiene un magnífico intérprete). Pero le falla lo segundo, la trama.

Es buena la idea argumental del policía pasado (pasadísimo) de rosca que, intentando deshacerse del testigo de una de sus fechorías, va descubriendo una trama que liga a narcotraficantes colombianos con terroristas islámicos. Pero no lo es tanto su desarrollo en el guión firmado por Michel Gaztambide y Urbizu. Una carencia sorprendente en un realizador de buen oficio que suele dirigir con eficacia tramas muy bien planteadas y desarrolladas (Todo por la pasta, La caja 507, La vida mancha).

Espagueti-western policial desde su inicio (la entrada en el puticlub como si fuera un saloon) hasta su final (el duelo en un OK Corral con forma de chalé en las afueras de Madrid), desde los primeros planos de las botas con tacón a la carga del fusil de repetición que precede al duelo, quizá el problema esté en la excesiva confianza depositada en la fuerza del personaje central y la dificultad de encajarlo en una historia realista.

Funciona bien la difícil contraposición entre este potente personaje fuertemente estilizado, que parece hecho con recortes de celuloide de cine negro y western y con papel de cómic adulto, y los muy realistas (además de bien interpretados) personajes secundarios. En esto triunfa Urbizu: Coronado atraviesa la película como un terrible gigante de Ray Harryhausen cabreado y borracho, rodeado por atribulados (sus compañeros) o aterrados (sus enemigos) personajes de talla humana. Pero falla en el encaje del personaje en una trama de cine negro, variante realismo sucio.

Un exceso de tiempos muertos que no añaden matices sicológicos o reflexivos; algunos errores de montaje y planificación; y un uso a veces equivocado -sobre todo en el momento dramático culminante- de la música, lastran una interesante película que hubiera podido ser mejor y es salvada por sus intérpretes.

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