Cultura

Apoyar las causas de interés general

  • La UNIA y la agregada cultural de la Embajada francesa, Victoire Bidegain di Rosa, han reactivado el debate sobre la importancia del mecenazgo privado en el contexto español

Con unos presupuestos públicos cada vez más reducidos, el mecenazgo privado se ha convertido en una necesidad imperiosa en España. En Francia, desde el impulso que la ley del 1 de agosto de 2003 ha dado al tema, las empresas han tomado conciencia del enorme partido que se le puede sacar a la inversión social o cultural en términos de imagen y ética. También en Reino Unido, donde el British Council dio a conocer, a principios de este mes, un estudio que demostraba que por cada libra que la sociedad británica invertía en cultura recibía cuatro de beneficio, es decir, cuadruplicaba sus efectos, en gran medida gracias a a los turistas que acuden a Londres atraídos por su envidiable oferta artística, musical y teatral.

Para abordar las trayectorias en materia de economía de la cultura y los pasos que podrían darse en España para crear un clima favorable al mecenazgo y la filantropía que aceleren la reforma de la ley de 2002 que prometió el Gobierno de Rajoy, la UNIA y el Instituto Francés han celebrado en Sevilla el I Encuentro franco-español sobre mecenazgo, que ayer clausuró Concepción Yoldi, presidenta de la Fundación Persán.

Las coordenadas en el país vecino, donde la recaudación pasó de 150 millones de euros en 2004 a 683 millones en 2011 gracias a la ley de mecenazgo, que celebra ahora su primera década, las trazó Robert Fohr, jefe de la misión de mecenazgo del Ministerio de la Cultura y la Comunicación de Francia. Fohr se remontó a la ley gala de 1997, "que aunque tuvo pocos efectos, porque las ventajas fiscales eran muy débiles, propició un diálogo entre el Estado, las empresas y fundaciones. Así que cuando en 2003 el Ministerio de Cultura redactó la nueva ley junto con el Ministerio de Hacienda y los otros departamentos afectados, contaba con un apoyo unánime. Esto era vital porque en la tradición francesa el Estado tenía el monopolio en el campo del interés general y las empresas y particulares pagaban impuestos para financiar ese papel estatal. La ley de mecenazgo lo que hizo fue financiar la iniciativa privada".

La norma francesa, también llamada ley Aillagon porque la sacó adelante el entonces ministro de Cultura Jean-Jacques Aillagon, no sólo se aplica a la cultura sino a todos los campos de interés general, como la investigación, la sanidad, el deporte o la solidaridad. Y su principal consecuencia, continúa, ha sido "un enorme desarrollo, gracias a las medidas fiscales, no sólo del mecenazgo de empresas, sino de la filantropía individual. Creo que la ley de 2003, que permite la deducción del 60% al 90% de las donaciones de los impuestos debidos, ha tenido muchos efectos más allá de su propia aplicación. Ha modificado las mentalidades y ha alentado la generosidad".

Una prueba de ello, continúa, es el auge del crowdfunding, que en Francia se denomina financiación participativa. "Es una herramienta nueva que va desde el microcrédito a las donaciones o la participación en presupuestos de producción. En Francia contamos incluso con plataformas digitales especializadas en recolectar las donaciones a ciertos proyectos. Por ejemplo, beneficia mucho a los artistas individuales, asociaciones y también al patrimonio. Es un fenómeno muy interesante".

En el contexto de la presión presupuestaria que también sufre, Francia quiere dar más margen al mecenazgo de las pequeñas y medianas empresas. "El máximo de las donaciones francesas es del 0,5% del producto de la empresa, y esto no es suficiente para las pequeñas, aunque significa mucho para las grandes. Por ejemplo, una empresa que tiene 1,5 millones de facturación anual sólo podrá donar 5.000 euros. Para las empresas hay prevista una reducción de impuestos del 60% de la donación. Si dona 5.000 euros, sus impuestos se disminuirán en 3.000 euros y el esfuerzo real, lo que la empresa aporta al interés general, serán 2.000 euros", detalla.

Las estadísticas del Ministerio francés de Hacienda confirman que, desde 2003, hay un crecimiento sostenido del mecenazgo que la crisis no ha frenado. "Lo que sí ha modificado el contexto económico es el reparto del dinero en los diferentes campos del interés general: antes la cultura (que representa aún del 25 al 30% del mecenazgo de las empresas) ocupaba el primer puesto y ahora lo tiene la solidaridad", precisa Fohr, que resalta que el tema en su país está muy profesionalizado y hay empresas que cuentan con su propio servicio de mecenazgo, a veces integrado en su dirección de comunicación y otras creando una estructura propia, que muchas veces es una fundación, para gestionar estos procesos.

En España, la Fundación Persán se ha volcado desde 2006 en el mecenazgo social a través de un departamento integrado en la estructura de la compañía y que aplica los mismos criterios de gestión que el resto en esta empresa familiar que copa un tercio del mercado nacional en detergentes y suavizantes. Para su presidenta, Concepción Yoldi, es esencial que la nueva ley española se inspire en los ejemplos de otros países, "como Francia, donde las deducciones fiscales pueden llegar hasta el 60% para las empresas y el 75% para los particulares. O como Reino Unido, Austria y Estados Unidos, donde pueden alcanzar hasta el 100% de la aportación". En España, advierte, sólo se permite ahora un máximo del 35% de deducción en el caso de sociedades, y de un 25% en el de particulares. "Esto explicaría la poca cultura de mecenazgo en nuestro país. Pero no es sólo un problema fiscal; pienso que es más filosófico o estructural. Tenemos escaso tejido empresarial, una tendencia al patrocinio cultural. Pero el mundo se ha puesto tan complicado que es necesario volver la vista a quienes menos tienen".

En ese camino, que inició hace siete años inspirándose "en lo que los franceses llaman valores republicanos y que con el paso del tiempo han ido conformando el sistema de libertades que tenemos en Europa", la Fundación que preside Yoldi se especializó en la integración laboral de inmigrantes con proyectos de formación y búsqueda de empleo, pero a medida que la crisis aumentó su intensidad el campo de acción se ha ampliado -explica- a todo tipo de trabajadores en dificultades, incluidos los españoles, los jóvenes (con programas pioneros de emprendimiento empresarial) y las empleadas del hogar. Además, su apoyo y distinción a personalidades y deportistas que pueden ser referentes sociales inspira sus patrocinios del Premio Manuel Clavero y del equipo Paralímpico Español.

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