El malagueño Emilio Calderón, que presentó ayer en Sevilla su libro El judío de Shanghai, ganador del Premio Fernando Lara de Novela, definió ayer su obra como "una historia de amor contada en un tiempo turbulento y difícil".

"La historia salió a mi encuentro", reconoce el autor sobre este relato ambientado en la Segunda Guerra Mundial, cuando Shanghai estaba tomada por los japoneses. En un viaje que el escritor hizo "hace dos años y medio", con la idea de contemplar la arquitectura vanguardista de esta metrópoli, supo que allí había existido un gueto judío, el único no controlado por los nazis. El narrador quedó fascinado por hablar del Holocausto en un escenario tan exótico. "Me parecía algo original que no se había tratado en la literatura española", apunta Calderón, quien cita como influencias a Graham Greene, Somerset Maugham y Joseph Conrad.

Entre los varios asuntos que explora la compleja trama de El judío de Shanghai, se encuentra la red de esclavas sexuales que el ejercito japonés puso en marcha en China. "Raptaban a chicas jóvenes y las obligaban a mantener relaciones sexuales al día, y cuando enfermaban o perdían el encanto las eliminaban. Hoy existen ciertas supervivientes y gracias a algunas asociaciones su voz está empezando a oírse ahora", contó el novelista malagueño.