Cultura

Nueva vida para la zarzuela

Como cada año, el Teatro de la Maestranza vuelve a cerra su temporada con una oferta de zarzuela. Y como cada año, el público vuelve a llenar el teatro ante la única oportunidad de disfrutar de una zarzuela. Creo que es el momento, a la vista de lo que sucede temporada tras temporada, de que los responsables culturales de la ciudad se planteen el organizar una pequeña temporada o un festival de zarzuela con tres o cuatro títulos al año. Quizá el Maestranza no sea el espacio más apropiado por sus dimensiones y los problemas de acústica para la voz hablada de ello derivados, pero ahí está el Lope de Vega, un espacio que se antoja perfecto para que la ciudad se reencuentre con el género.

Afortunadamente, la nueva dirección artística del Maestranaza ha mantenido la tradicional vinculación con el Teatro de la Zarzuela y nos sigue trayendo sus estupendas producciones. En este caso es el propio director del teatro de la madrileña calle Jovellanos quien firma la factura escénica con uno de los espectáculos más redondos y bien perfilados que hemos visto de este género en los últimos años. La historia de piratas, contrabandistas, amores confusos y final incierto es llevada por Olmos al universo estético del cómic de género negro, con una clara referencia visual al clásico Corto Maltés. Con un magistral diseño de luces y un juego con colores vivos, las proyecciones del fondo jugaban con las líneas de grueso trazo y las formas abocetadas. Insuperable la resolución de la escena de la tormenta en un sutil juego de estilización.

Enrique Diemecke llevó a buen puerto a la ROSS y mantuvo en todo tiempo la tensión, procurando siempre no ahogar a las voces. No pudo conseguirlo con Carmen González, porque su voz apenas se proyecta, se desvanece en el final de las frases y suena muy trasera. Con todo se lució en la romanza En un país, con bonito aunque apurado agudo final. Bros estuvo sensacional de voz (todo naturalidad) y de fraseo, con acentos dramáticos y agudos rutilantes. Para él fue la mayor ovación por No puede ser. Igualmente apabullante estuvo Juan J. Rodríguez, el mejor barítono español del momento por timbre y línea de canto. Y muy eficaz y de rotunda voz el Simpson de Iván García.

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