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Cultura

La fotógrafa de la otra movida

  • La riojana Mariví Ibarrola expone en Málaga 'Disparos en los 80s', una visión singular de una década intensa en Andalucía, el País Vasco y Galicia

Siempre discreta y atenta a su objetivo, la fotógrafa Mariví Ibarrola, nacida en La Rioja pero criada en el País Vasco, simboliza el estado social de toda una década que ha pasado por la óptica de su cámara: los años de la movida, aquellos maravillosos 80. Sin embargo, Ibarrola no pretendía en ningún momento inmortalizar la etapa convencional madrileña. Quiso ir más allá y descubrió a través de su visor que el movimiento se extendía por toda la península. Andalucía, País Vasco, Galicia... cada uno en su estilo. El resultado de aquel trabajo puede admirarse hasta el próximo viernes 25 en La Térmica de Málaga, que acoge su exposición Disparando en los 80s.

"Mi primera cámara la compré de contrabando con una amiga en Hendaya, en la frontera de Francia". Con tan sólo 17 años se había instalado en Madrid para estudiar Periodismo y no volvería al País Vasco hasta cumplir 22. "Necesitaba reencontrarme con el núcleo familiar. Aunque luego ni les vi el pelo", bromea la fotógrafa, que encontró en San Sebastián su movida particular. Y a bastaste distancia del epicentro madrileño.

La riojana recuerda sus primeros pasos en el fotoperiodismo. "Sabía que algún día todas estas imágenes tendrían su valor". Su tendencia por aquel entonces era conservarlo todo. El archivo fotográfico de la década era su documentación más preciada. "El problema es que actualmente todo se utiliza y despilfarra. Y al igual que ocurría en los 80, necesitaré que me cuenten lo que no he visto".

El interés de Ibarrola por la fotografía musical no tardó en llegar. "Por aquel entonces ni siquiera fotografiaba personas, sólo figuras y formas. Pero de repente la música empezó a ser importante. Y de importante, pasó a ser primordial".

Una de sus grandes bazas fue inmortalizarlo todo, incluso aquello que no ocurría en el escenario. "Los fotógrafos siempre tienen que mirar a izquierda, derecha y también, aunque parezca extraño, detrás". De esta forma Ibarrola se refiere a su tendencia a inmortalizar periodistas mientras entrevistaban, por ejemplo, a Siouxsie & The Banshees. "Parecía una vampira, me impresionó mucho. Pero si te fijas en la imagen, apenas me centro en ella. Lo que me interesaba era realzar el trabajo de los reporteros".

La vida del fotoperiodismo en la década de los 80, con todo, no corría mejor suerte que ahora. "No teníamos ni un duro, pagaban muy mal a la prensa". En aquellos años la profesión afrontaba su particular lucha de gigantes, y acceder a aquel universo no fue tarea fácil. "Intentábamos acreditarnos a toda costa en los festivales. Y si no podías, pues intentabas colarte. Si el cartero siempre llama dos veces, el periodista cuatro".

De esta forma conoció al mítico cantante de The Clash, Joe Strummer. "Esta imagen estuvo guardada mucho tiempo en un cajón. En la foto hay dos personas, dos manos, dos cigarrillos y dos botellas de champagne. Recuerdo que estaba en una fiesta cuando el promotor Kike Turmix, que estaba loquísimo, me gritó: ¡Mariví! Estaba allí con Strummer y yo me puse nerviosísima. Nos presentaron y por alguna razón Joe no paraba de agarrarme y pedirme que me quedara con él. No sabía qué buscaba o no llegué a entenderle del todo, pero fue inolvidable".

La llegada a Madrid del artista Andy Warhol fue otra hazaña inmortalizada en su carrete. "En la imagen se ve cómo una chica aparece por detrás para pedirle un autógrafo. Imagínate lo que eran las ruedas de prensa entonces, que podría venirte alguien por aquí y meterte un pincho por allá. Eran otros años. A Warhol le decían ponte aquí, hazte una foto y no entendía nada, parecía un monigote. Sin embargo sólo parecía pensar vaya paletos... Y no me extraña".

En diez años tuvo tiempo para fotografiarlo todo: el rodaje de Matador con Pedro Almodóvar y Antonio Banderas, al trío Mecano con unos mocasines carísimos que la dejaron impactada y un concierto de Dinarama en San Sebastián, con un dúo cadavérico que formaba parte de su escenografía. "Siempre pensé que Alaska se convertiría en una folclórica, pero sigue siendo la misma de siempre".

Casi sin proponérselo, el carrete fotográfico de Mariví Ibarrola ha hecho justicia a una década que despertaba del peor de los letargos. "Hay que dejar claro que la movida nunca fue madrileña. Nunca se la llamó así. Es una década a la que todas las comunidades aportamos algo". Y allí estuvo ella. Dispuesta a inmortalizar todo ese espíritu tan emblemático. Disparando la mejor artillería de aquellos gloriosos años.

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