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Más allá de la soledad y la sombra

  • Perfopoesía rinde hoy homenaje, en el Cicus, a Leopoldo María Panero El editor Antonio Huerga, el escritor Alejandro Simón Partal y el músico Carlos Ann participan en este tributo

Rememora Antonio García Villarán, director del Festival Perfopoesía, que Leopoldo María Panero acudió a la segunda edición de la cita apenas dos años después de su visita al ciclo Spoken Word, cuando "únicamente insultó al público y se fue entre bambalinas". En su regreso a la ciudad, sin embargo, el autor se implicó más allá del abarrotado acto en el que estaba programado: en la presentación del volumen Las Noches del Cangrejo. Antología de poetas en Platea, en la Fnac,"pidió permiso para subirse al escenario y acabó pidiendo libros suyos para cerrar el recital"; estuvo comprando calzoncillos y calcetines en unos grandes almacenes "ya que en la tienda de chinos donde lo intentamos por primera vez sólo los tenían blancos, y Leopoldo dijo que le recordaban a los del manicomio". En su estancia soltó "verdades como puños", con esa lucidez de las personas que parecen haber perdido la razón -"el loco", afirmó, "yerra pero no miente"-, y con su comportamiento sembró dudas de hasta qué punto el poeta de Así se fundó Carnaby Street no daba a los espectadores la actitud desquiciada que éstos le pedían. García Villarán pensó esto cuando, al compartir sus poemas con los asistentes, Panero dejaba caer un hilo de baba, algo que no ocurría en la intimidad. "Me había recitado de memoria varios poemas, y articulaba las palabras como nadie, y les daba una cadencia perfecta y un ritmo que sólo él podía dar a sus propios poemas", explica el editor y responsable de Perfopoesía.

Parecía inevitable que, en su nueva convocatoria, este festival dedicara un homenaje a uno de los grandes malditos de la literatura española, fallecido el pasado 5 de marzo, un tributo que se celebra hoy, a las 22:30, en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus). En esta actividad, a la que se accede por invitación -éstas pueden recogerse, hasta que se agoten, en la librería Un Gato en Bicicleta (en la calle Regina, 8), o desde dos horas antes del encuentro en la sede del Cicus-, García Villarán ejercerá de maestro de ceremonias. La propuesta arrancará, anticipan los organizadores, con una proyección de unos 15 o 20 minutos que recorre la trayectoria del poeta desde su juventud hasta su última visita a Sevilla. No faltarán fragmentos de la mítica El desencanto yla secuela Después de tantos años, los desgarradores retratos que hicieron de su familia Jaime Chávarri y Ricardo Franco; también se verán extractos del reportaje con el que Carlos Ann y Bunbury se acercaron a su figura. El acto proseguirá con una charla entre el poeta Alejandro Simón Partal y el editor Antonio Huerga; con la participación de Javi Gato y Fernando Bazán, Vicio, elegidos entre los jóvenes que cayeron seducidos por su leyenda sombría y su palabra poderosa, y que leerán algunos poemas del maestro; mientras que Carlos Ann y Mariola Aupí musicarán algunos textos de este creador rebelde e "infinitamente puteado", como se definía, que se sabía marcado por el estigma de la locura.

Uno de los momentos más esperados de la noche será la charla entre el poeta Alejandro Simón Partal y Antonio Huerga, responsable del sello Huerga y Fierro que ha publicado su libro póstumo Rosa enferma y que prepara para el aniversario de la muerte del escritor un volumen de ensayos y cuentos inéditos. El editor conoció a Panero en 1979, cuando "ya era inquietante, ya podía ponerlo todo patas arriba", evoca su amigo, que confiesa a este periódico la inesperada reacción que tuvo cuando conoció el fallecimiento de un hombre que arrastraba "un quejido eterno" y parecía que "se quería morir. Encajé la información con frialdad, cuando me llamaron del manicomio de Las Palmas, pero sin embargo al día siguiente, cuando la noticia ya había calado en mí, me derrumbé en las entrevistas que me hicieron".

Huerga, que guarda de un escritor "compulsivo y prolífico" una gran cantidad de material, "algunos borradores amarillos de orina o de vómito, quemados por los cigarrillos", defiende que "el creador gana al personaje por goleada. Es el nombre de la poesía española que más aparece en los periódicos, pero no sólo por el tema de su locura, sino por el respeto a su obra. Recuerdo que cuando publicó El último hombre, en 1984, por ejemplo, hizo una crítica entusiasta de ese libro, en Diario 16, Julio Llamazares", señala el editor, que para Rosa enferma se preocupó de que fuera "el gran libro de su vida, que no fuera más de lo mismo". Frente a la imagen de ángel caído y atormentado, ingresado en psiquiátricos, y el "chismorreo" con que muchos de sus compañeros de oficio recibían sus movimientos, hay que potenciar su producción literaria, "revisarla", sostiene Huerga. "Cuando se trata a Baudelaire o Verlaine, se habla del personaje tres minutos. Espero que así pase con Panero, que, al final, se hable de una obra que era impresionante".

Alejandro Simón Partal, entretanto, interviene en el homenaje desde una perspectiva alejada de esa devoción absoluta que otros rinden a Panero. El autor de El guiño de la chatarra o Nódulo noir reconoce que dejó de leer al escritor "cuando vi que ya no estaba cuerdo. Quizás el último libro que me pareció magnífico fue el de Guarida de un animal que no existe", dice sobre un literato que "consiguió anularse a sí mismo". Panero, valora el malagueño, "era una voz imprescindible del siglo XX, un erudito y una enciclopedia viva de la poesía", pero "su exhibicionismo público, sus tics, su enfermedad y el modo en que lo han jaleado, distorsionaron su obra, una obra que ya de por sí era magna". Esta noche, Simón Partal no sólo hará hincapié en la grandeza de los versos más destacados del poeta, también recordará a otros nombres eclipsados por la leyenda del homenajeado, " y que merecían más atención, como Miguel Ángel Velasco, Alfonso Costafreda o Pedro Casariego Córdoba, autores enormes que no estuvieron tan expuestos como Panero".

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