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Cultura

Una investigación en torno a la mente

  • Marcos Chicot regresa tras el éxito de 'El asesinato de Pitágoras' con 'La hermandad', una intriga sobre el cerebro, sus límites y posibilidades y la capacidad para manipularlo

Cuando estudiaba la carrera de Psicología, Marcos Chicot quedó asombrado ante un episodio que le causaba la atracción de los hechos inexplicables: el suicidio colectivo de unos novecientos integrantes de una secta, el Templo del Pueblo, guiados por la magnética personalidad de su líder, Jim Jones. Chicot empezó entonces a ahondar en un campo tan fascinante como enigmático, el de los mecanismos mentales que impulsan a un individuo a renunciar a lo más básico, hasta al preciado don de la vida. Años después, ya afianzado como escritor, el madrileño muestra de nuevo la curiosidad por ese terreno en La hermandad (Duomo Ediciones).

Chicot, psicólogo clínico y economista, vuelve tras el éxito de su primer libro, El asesinato de Pitágoras, una ambiciosa novela que concibió para "asegurar al menos parcialmente el futuro" de su hija, que nació con síndrome de Down, y una apuesta que se resolvió con fortuna: la obra logró 200.000 lectores y se convirtió en el e-book en español más vendido de 2013. Si en aquella propuesta, el narrador elaboraba un thriller histórico, en esta ocasión se decanta por una intriga que reflexiona sobre algunas cuestiones de la actualidad. "Me pregunto por el cerebro y sus límites, si se puede incrementar su capacidad... Y hay otros asuntos como la manipulación, la hipnosis, el espionaje por internet. Son elementos mucho más modernos", afirma el autor.

La hermandad está ambientada en su mayor parte en el presente, pero retoma personajes que ya aparecían en El asesinato de Pitágoras: la hija del legendario matemático, Ariadna, y Akenón reciben un pergamino con un mensaje aterrador. Será el comienzo de "una trama que se prolonga 2.500 años" y para la que Chicot revive la clásica "lucha entre el bien y el mal, personalizada en este caso en una hermandad milenaria". Ya en el siglo XXI, el lector conocerá a Daniel, un investigador joven, informático y psicólogo, que "quiere replicar en un ordenador un cerebro. Aprende qué estímulos son necesarios para provocar un determinado efecto en una persona. Él es un genio que representa el avance de la ciencia, pero también está preocupado por lo peligroso que puede ser lo que está haciendo si no cae en las manos adecuadas", resume Chicot. En su camino, Daniel se topará con Elena, profesora de psicopatología en la Universidad y autora de una tesis sobre el entrenamiento cognitivo y la posilidad de incrementar las capacidades del cerebro, y con Irina, trabajadora en una agencia de publicidad, "un entorno en el que interesa saber cómo manipularnos, claro", añade el autor.

Los tres, cuyas vidas se verán afectadas por los ecos del pasado, andan embarcados en el estudio del cerebro humano, un ámbito en el que Chicot no ha querido ser fantasioso. "Todo lo que cuento son datos reales: voy dando pequeños esbozos, los personajes me permiten soltar un poco aquí, un poco allá, y el lector se va haciendo una idea general de qué es el cerebro, cómo funciona, cuál es el límite... Trato esos asuntos de una manera científica: la que habla de hipnosis, por ejemplo, es una profesora experta, que te dice para qué sirve, que cuenta que a una persona a la que no se le puede anestesiar se le puede llegar a operar gracias a la hipnosis", expone Chicot, que al final de la narración incluye una carta a los lectores en la que explica "cómo construí esta novela y desvelo qué elementos son reales y qué es ficción".

Entre los detalles más singulares de La hermandad destaca la referencia a Mensa, la mayor red de superdotados del mundo y en la que coinciden los protagonistas. "Tiene a 100.000 socios, yo soy uno de ellos y por eso puedo mostrar cómo funciona. Mensa no tiene opinión política ni religiosa, lo que hace es potenciar e investigar la inteligencia, promover conferencias... En el argumento ocurren cosas alrededor de Mensa, pero todo lo que digo es rigurosamente cierto y no hago nada que incumpla los estatutos de la sociedad. Me interesaba hablar de los superdotados porque es un tema bastante desconocido, que despierta interés a mucha gente. Quería contarlo desde dentro y en detalle".

El escritor continúa cautivado por los prodigios y enigmas que reserva el cerebro. "Hay mitos sobre él, como que usamos sólo el 10%, que no son ciertos y que desmonto en la novela, pero hay realidades: su potencial tremendo, lo fácil que es manipularlo con campañas publicitarias, campañas políticas... y ya en casos extremos, con instrucciones militares de terroristas suicidas o sectas. Puedes hacer que una persona vote a un partido o que incluso se coloque una bomba y decida estallarla. Quería enseñar en el libro lo fácil y lo común que resulta esa manipulación".

Chicot revela que el conocimiento de la mente "está explotando ahora mismo", como ilustra que "uno de los principales proyectos de investigación de la Unión Europea, con más de mil millones de euros, está analizando el cerebro y hace una simulación de éste en un ordenador. Nos está dotando de una tecnología que nos permitirá descubrir, diagnosticar, tratar o prevenir enfermedades como el alzhéimer, la epilepsia, el párkinson... pero en malas manos puede dar pie a un control absoluto del ser humano".

Aunque Chicot comparte todo lo aprendido mientras se documentaba, su obra "no tiene nada de ensayo, es una novela muy entretenida", matiza. "Yo busco que el lector abra la primera página y no pueda soltar el libro hasta llegar a la última. Y para mí la novela es atractiva si cuenta cosas de la realidad, no imaginaciones de un creador. A mí me gusta cuando me encuentro a un autor que se ha documentado, que sabe de lo que habla y tú aprendes cuando lees lo que ha hecho. Me gustan las historias entretenidas pero que me aporten, que dejen un poso en la mente", prosigue un narrador que se siente admirador de Ken Follett "o del Stephen King de algunas novelas, que te sirven para aprender a la vez que te tienen muy entretenido. Me encanta también Juego de Tronos: intento que mis libros enganchen como los capítulos. Para mi trabajo, de hecho, me fijo también mucho en las series de televisión: veo todas estas tan brillantes, tan diferentes, con el portátil sobre las rodillas, y cada vez que descubro una idea bien resuelta pienso cómo traducir eso a un lenguaje literario".

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