Cultura

María la guapa, en todo su esplendor

  • El Bellas Artes recibe la visita de dos retratos de Diego López que tienen como modelo a la costurera de la que se prendó Joaquín Sorolla cuando buscaba en Sevilla inspiración

La escuela sevillana de pintura es una de las grandes bazas del Museo de Bellas Artes, si bien la falta de espacio -que debía solucionar la paralizada ampliación a Monsalves- impide ver en todo su esplendor la riqueza de las colecciones costumbristas que atesora la pinacoteca. Es por ello una buena noticia que la actividad La obra invitada, que con tanto mimo prepara la directora del museo, Valme Muñoz, acerque ahora a este espacio dos retratos del sevillano Diego López García que arrojan nueva luz sobre su técnica pictórica y el modo en que recreó y mitificó la realidad local partiendo de una misma modelo: María Romero Navarro, conocida como María la guapa.

Los dos lienzos -La cantaora (1917) y La niña del canario (1918)- que recalan hasta el 5 de abril en la primera planta del museo han sido prestados por la colección Luque Cabrera y se exhiben, enfrentados, en un recodo de la amplia sala XIII donde se puede ver un lienzo de mayor tamaño del mismo autor, Sevillana en su patio, que Francisco Luque Cabrera donó con anterioridad a esta institución y donde de nuevo es María la guapa la protagonista.

Diego López García (Sevilla, 1876 - 1969) fue un pintor costumbrista que se dedicó a plasmar escenas cotidianas de la Andalucía de su época. Aunque cultivó otros géneros como el paisaje y el bodegón, debe su fama a su talento como retratista.

En La cantaora, María Romero posa sentada, apoyando la cabeza sobre su mano izquierda, con el pelo recogido en un moño adornado con flores rojas. Firmado un año después, en 1918, La niña del canario es un lienzo de formato ovalado en el que la bellísima modelo, ataviada con un espléndido vestido carmesí en cuyos paños y encajes blancos se recrea el artista, está retratada con las piernas recogidas, posiblemente para adaptarse al formato del lienzo. Es una composición muy amable donde destaca la relación que establece la retratada con el pájaro que da título a la obra.

María la guapa fue descubierta como modelo por Joaquín Sorolla en el taller donde ella iba a coser cuando el pintor recaló en Sevilla en 1914 buscando inspiración para su Visión de España. Esta serie que le encargó The Hispanic Society of America se custodia en la sede de la institución en Nueva York pero pudo verse con enorme éxito de público en el Bellas Artes de Sevilla en 2008.

Al parecer, la belleza racial y el desparpajo de María Romero -que necesitó del consentimiento paterno para posar por ser menor de edad- cautivaron al valenciano, que la retrató en varias ocasiones, titulando uno de esos cuadros -justo el que se conserva en el Museo Sorolla- con el apelativo por el que ya se la conocía en su ciudad natal, María la guapa. Romero siguió trabajando como modelo hasta 1919 y, tras Sorolla, se convirtió en la musa de Diego López García, que supo resaltar su belleza con ese aura de melancolía y romanticismo tan característico de sus trabajos de madurez.

López García fue un artista precoz que inició su formación en la Academia de Bellas Artes de Sevilla cuando apenas contaba 10 años de edad y recibió lecciones de maestros como García Ramos o Eduardo Cano. Su reputación se disparó cuando en 1902 y 1908 el Ayuntamiento de Sevilla premió dos de sus carteles para las Fiestas Mayores de la ciudad.

Aunque vivió siempre en Sevilla, donde falleció a finales de los años 60, enriqueció su estilo gracias a los numerosos viajes que realizó por Italia, Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos o México; países donde, atento a las nuevas tendencias, llegó incluso a exponer su obra.

Autor de un dibujo preciso, López García destacó por el fastuoso colorido y la luminosidad de sus lienzos, resultado de emplear siempre una gama de tonos brillantes. Sobresalió sin duda por su sutil tratamiento de la imagen femenina en retratos de gran delicadeza donde las arquitecturas, las flores, las macetas y los suntuosos vestidos enmarcan y acentúan la belleza de unas mujeres andaluzas que él reivindicó con admiración y nostalgia.

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