Cultura

'Rosas danst Rosas', un clásico de la danza en el Central

  • La coreógrafa belga Anne Teresa de Keersmaeker recupera hoy y mañana una de las piezas más emblemáticas de su carrera, la obra que acabó dando nombre a su compañía.

La belga Anne Teresa de Keersmaeker, figura de referencia de la danza contemporánea, regresa hoy y mañana al Teatro Central con la recuperación de Rosas danst Rosas, la coreografía más emblemática de su larga trayectoria y la que daría nombre a su compañía, Rosas. Una pieza que Keersmaeker, presencia frecuente en los escenarios andaluces gracias a la apuesta que desde sus comienzos haría por ella Manuel Llanes, presentaría en Granada, en 1984 -un año después de su estreno en Bruselas-, y que pronto se erigiría en un fenómeno internacional, representado una y otra vez en escenarios de todo el mundo.

De Keersmaeker, una creadora poco dada a mirar al pasado, que ha sabido mantenerse en la cima sin repetirse, vuelve al material original sabiendo que, inevitablemente, el retorno no podrá ser idéntico, como ocurre cada vez que diferentes intérpretes han participado en el proyecto. "Esta pieza se sustenta, como otras, en la expresión personal de los bailarines con los que la hice, en sus cuerpos y sus movimientos, que configuran el vocabulario y la energía de la obra. Hay algo delicado cuando renuevas tu trabajo: a veces pierdes bastante, en otras ocasiones el nuevo proceso puede traerte otras cualidades", comentaba en 2011 a propósito de la revisión de este espectáculo. De Keersmaeker aprendió entonces, dijo, "a explicar físicamente el límite entre la precisión rigurosa y un sentido de la anarquía, cómo dejarse llevar y controlarse al mismo tiempo". Una idea en la que, en realidad, la coreógrafa, con un virtuosismo que no pretende estar reñido con la capacidad de sorpresa, llevaba mucho tiempo ahondando, como destacó Marianne van Kerkhoven: "De Keersmaeker nunca intenta alcanzar la perfección absoluta en sus coreografías: no le exige a sus bailarines que ejecuten los movimientos de forma simultánea y sin ningún error. Por esta razón las representaciones de Rosas siempre tienen esa expresividad y esa humanidad tan específicas".

La bailarina creó Rosas danst Rosas junto a otras compañeras de Mudra, la escuela de Maurice Béjart en Bruselas, Adriana Borriello, Fumiyo Ikeda y Michèle Anne de Mey. De Keersmaeker, que en su trayectoria ha explorado con particular interés la relación entre movimiento y música y ha dialogado con partituras de todo tipo, en una escala que va de Bach o Mozart a Schönberg y Miles Davis, se apoyaba en la obra que concibieron para el montaje Thierry de Mey y Peter Vermeersch. De Keersmaeker consideraba a De Mey como su "dealer artístico", con el que había accedido tanto a la estética de compositores como Steve Reich o Philip Glass, cineastas como Fassbinder o escritores como Antonin Artaud o Georges Bataille. Impresionados por la visita a un estudio especializado en música minimalista y la obra de Louis Andriessen, De Mey y De Keersmaeker decidieron unirse en un proceso creativo en el que la coreografía y la banda sonora se forjaran al mismo tiempo.

Rosas danst Rosas saldría beneficiada del ímpetu de dos artistas que aún estaban en sus comienzos: él escribía música por primera vez, ella apenas tenía experiencia como coreógrafa por sus dos propuestas anteriores, Asch y Fase. Como una guía desde la que ir componiendo el espectáculo, De Mey planteó una estructura que emulara el desarrollo de un día. Así, la obra se conforma por cuatro fragmentos, más una introducción y una coda, que reflejan distintos momentos de una jornada.

El primer movimiento corresponde a la noche y el sueño, con las bailarinas en posición horizontal. Es una parte silenciosa y lenta, en la que las respiraciones de las intérpretes, sus sutiles gestos, propician una atmósfera de intimidad. Precede a esta secuencia un preludio de sonidos brutales, de una marcada intensidad. "Thierry vino con una idea muy simple: si queríamos que la audiencia escuchara el silencio, tenías que hacer mucho ruido antes", recuerda De Keersmaeker.

El segundo fragmento se centra en la mañana y por ello resulta más dinámico. En sus anotaciones sobre el proyecto, De Keersmaeker asegura que pensó en un trabajo mecánico. "Recuerdo haber tenido la idea de Charlie Chaplin en Tiempos modernos, pero también estaba presente una actitud más punk, de fuck you". Joy Division, Nina Hagen, Talking Heads o Sex Pistols fueron algunas de las influencias que escucharon para este capítulo.

El tercer movimiento, entretanto, que representaba la tarde, tenía un "ligero tono melodramático" que remitía, según su creadora, a los paseos por la playa y las canciones de Françoise Hardy, en una parte en la que los solos de las bailarinas se alternan con escenas en las que éstas danzan todas juntas.

El último tramo sería un "paroxismo" de la danza, "danzar sin medida", ir "del dolor al filo del éxtasis", argumenta la creadora belga en el libro A Choreographer's Score, una publicación que Anne Teresa De Keersmaeker firmó junto a Bojana Cvejic y en la que repasaba sus primeros trabajos. Allí describe la coda de Rosas danst Rosas, que recapitula sin música los elementos de los cuatro movimientos previos. "Se cierra un ciclo", concluye, "desde un sonido muy alto a la vuelta de nuevo al silencio".

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