Garralda (Maxi Iglesias) es un joven de comportamiento irresponsable que quizás no esté preparado para el dilema moral que le supone el encargo que le hace el profesor Espinosa (Miguel Ángel Solá): el docente, devastado por el remordimiento y sin coraje para matarse, le pide nada menos que le ayude a quitarse la vida. Pero esos intentos de Garralda y sus compañeros -Aura Garrido y Javier Hernández, entre otros- no prosperarán: el cineasta sevillano Gonzalo Bendala se inspira en la sorprendente historia de Michael Malloy, un tipo que en la América de la Ley seca mostró una pasmosa capacidad de resistencia y sobrevivió a envenenamientos y atropellos. Este miércoles, Bendala, también productor, presenta dentro de la Sección Oficial del Festival de Málaga su debut en la dirección de largometrajes, Asesinos inocentes, una cinta en la que mezcla intriga y humor con la misma meta que se fijaba su admirado Hitchcock, la de conquistar al público.

-El punto de partida habla del suicidio, pero la suya acaba siendo una película muy vitalista.

-Sí. Para mí, es muy optimista, blanca. Trata de lanzar un mensaje de esperanza: por muy mal que se pongan las cosas, viene a decir, siempre puede haber una solución favorable. Mis personajes no son ajenos a la crisis, curiosamente también el protagonista de la anécdota original vivió otra, pero la vitalidad de los chicos es la que mueve la historia. Hay que mirar las cosas con optimismo; es necesario si queremos salir adelante.

-Garralda, el protagonista, es un granuja encantador que acabará madurando a golpes.

-Es un caradura, alguien que llega tarde a los sitios y se aprovecha de todo el mundo, pero no lo hace con mala intención sino porque es así... El tener una gran personalidad, un gran carisma, provoca que sus amigos vayan con él como una especie de mesías. No importa la aventura en la que se meta, sus amigos irán con él. Aunque hay un momento en la película en el que, por un motivo u otro, se dan ciertos conflictos que tendrán que solucionar.

-El profesor habla de la culpa en sus clases, pero a usted no le interesa tanto explorar la moralidad de un asesinato así como disfrutar con la peripecia de los personajes.

-La intención no era lanzar un mensaje, sino contar una historia entretenida, para que la gente se divierta. Siempre quisimos hacer una película de suspense, nunca hubo otro propósito. Hay directores que se ponen trascendentales, pero si yo hago cine es porque me marcaron películas con las que me lo pasé bien, que me emocionaron. Mi intención es transmitir a los demás lo mismo que el cine me transmitió a mí.

-El reparto combina la veteranía de Miguel Ángel Solá con gente joven pero con el talento de Aura Garrido.

-Aura es muy inteligente. Cuando hablas con ella se aprecia una personalidad muy fuerte, es muy madura para la edad que tiene, se ve que va a llegar muy lejos. Y Solá es un grande, es un actor de muchísimo prestigio. En el set de rodaje se notaban todas las películas que lleva detrás, era un maestro para todos. Estoy muy contento con el resto del reparto. El público va a descubrir a un Maxi Iglesias que no sólo llena la pantalla con la mirada, sino que lleva el peso de la historia y pasa por un arco dramático muy grande. Luis Fernández, Alvar Gordejuela y Javier Hernández hacen un trabajo estupendo. Javier Hernández, por ejemplo, está tan bien que hay gente que me ha preguntado si era tartamudo de verdad, como su personaje.

-Cuando se presentó el rodaje, el año pasado, Hernández defendió que ésta no era una película para adolescentes, aunque pudiese parecerlo.

-Igual la película puede llamar a engaño por los actores que están, pero no ha sido planteada para el público joven, aunque yo pienso que puede gustarle mucho. En el Festival de Miami, la película funcionó muy bien y no había jóvenes en la sala. Los espectadores aplaudieron y se rieron.

-Ahora les espera la prueba de Málaga, un festival en el que a su productora, Áralan Films, le ha ido muy bien.

-En 2012 estuvimos allí con Los niños salvajes. Fue nuestra primera película y ganó la Biznaga de Oro, y tres biznagas más... Este año no vamos con aspiraciones de palmarés; estaría genial que ganara algo pero yo la he hecho pensando en el público, no en los premios.

-Usted confirma una tendencia muy interesante: que hay una serie de directores en Sevilla con ganas de mostar una ciudad real y alejada de estereotipos.

-No es una película localista, queríamos una arquitectura muy europea y pocas localizaciones reconocibles. Sí, está el Rectorado y el Puente de Triana, pero hemos buscado un look internacional. Esta historia se ha rodado aquí, pero podría haber ocurrido en cualquier lugar del mundo.