En los inicios de su carrera profesional, cuando trabajaba como violinista en la Sinfónica de Sevilla y otras orquestas andaluzas, Bruno Axel sintió la necesidad de dejar un sello propio en proyectos colectivos que traspasaran el umbral de la música clásica. Ese deseo le llevó a estudiar dirección orquestal junto al maestro Juan Luis Pérez, formación que amplió en Londres y en la Juilliard Music School de Nueva York, entre otras escuelas. A su regreso a España, comenzó a poner en marcha diversas iniciativas vinculadas, principalmente, a la música de cine y la danza. En ese contexto surgió, en sociedad artística con la coreógrafa Pilar Pérez Calvete, Música en movimiento, un proyecto que integró en su debut el año pasado en el Teatro de la Maestranza a 40 artistas (entre músicos, bailarines y artistas visuales) y cuya nueva entrega, titulada El bosque de los sumergidos, se podrá disfrutar mañana y el miércoles a las 20:30 en la Sala Manuel García del coliseo lírico.

De nuevo con la dirección coreográfica de Pérez Calvete y la musical de Axel y, como novedad, con la colaboración del coreógrafo y bailarín de la obra Raúl Heras y el creador visual Fernando Brea, El bosque de los sumergidos plantea un viaje multidisciplinar desde la música barroca y clásica a los sonidos de nuestro tiempo, como el rock and roll, donde tienen cabida también un par de composiciones propias de Axel. 23 músicos y 7 bailarines participan en esta nueva fusión de música, danza e imagen que aspira a consolidarse en el calendario cultural.

"Si en la primera entrega de Música en movimiento interpretamos música de Copland, Milhaud o Shostakovitch, este año no faltarán fragmentos de las Variaciones Goldberg de J. S. Bach, un rock al puro estilo de Jimi Hendrix con músicos callejeros o la atonalidad de la simple respiración humana a golpe de claqueta", explica Axel, responsable asimismo de los arreglos musicales de la obra, que cuenta con la voz del contratenor José Carrión.

El bosque de los sumergidos "habla de nosotros como ciudadanos de una sociedad en crisis y pretende reflexionar sobre el sistema en el que vivimos y las realidades que, como la inmigración o la miseria, deja de lado. Nuestro bosque es un oasis en ese caos y, de algún modo, lo asociamos al arte, que es el arma más poderosa que tenemos. De hecho, este mismo proyecto, plenamente vocacional, expresa nuestro deseo de crear, bailar y componer pese a las dificultades que afronta el mundo de la cultura, donde los artistas trabajan en todos los teatros en situaciones límite, pasando grandes fatigas", reflexiona Bruno Axel.

Un discurso crítico, sin duda, "pero donde nunca está ausente la ironía", como recuerda Pérez Calvete al repasar las diez escenas en que se divide este proyecto, "que crea sensaciones globales a partir de pequeños detalles, como en una obra pictórica. A veces nuestro baile contrasta con la música y otras veces la ilustra y acompaña".

"Es una oportunidad bailar con música en directo, cerca de un contratenor. Hay sentimientos que afloran mucho mejor cuando tienes el lujo de coreografiar interactuando con músicos, cantantes y artistas visuales. Esa es una de las grandes bazas de este proyecto que está vivo y donde siempre hay parte de la plantilla que cambia, lo que supone que se da la oportunidad a intérpretes que están arrancando su carrera de asumir un rol protagonista", valora Raúl Heras (Almería, 1984), primer bailarín en la compañía de Ramón Oller y cuya formación discurrió en parte en Sevilla, en los talleres del Centro Andaluz de Danza (CAD).

"Reordenar mensajes que ya existen para cuestionar la saturación de información que se da en la sociedad actual" es la propuesta del videoartista Fernando Brea, que ya se responsabilizó, junto a Ro Sánchez, de las imágenes de la primera edición de Música en Movimiento.

Los ensayos desarrollados en estos últimos días en el Maestranza -"sin la colaboración de su personal y técnicos no habría sido posible este proyecto", opina Axel- han permitido al compositor y director apreciar cómo funcionan sus adaptaciones musicales. Axel tocará también en el Maestranza el violín eléctrico y el clásico. "Mi afán es unificar el mundo de la música callejera con la clásica en una suerte de crítica poética deconstruida. Crear ambientes y sonidos sin barreras, en suma".