John Axelrod. Director artístico de la ROSS

"La música clásica no es una pieza de museo, está viva y es siempre fértil"

  • El maestro estadounidense debuta mañana como sucesor de Pedro Halffter en el podio de la Sinfónica con un variado programa que inaugura un curso centrado en los sonidos del Mediterráneo.

Con el estadounidense John Axelrod se puede empezar hablando de Wagner y terminar haciéndolo de Rufus Wainwright o Radiohead. Los intereses musicales del nuevo director de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) son vastos y libres de prejuicios. Nacido en Houston, Texas, en 1966, el relevo de Pedro Halffter al frente de la ROSS tuvo a los 16 años la oportunidad de estudiar y colaborar durante varios meses con el maestro y compositor Leonard Bernstein, una experiencia que marcó su biografía y sus miras artísticas. Axelrod, sin embargo, no volvió a retomar su actividad concertística hasta 12 años después, tras trabajar como cazatalentos para distintas discográficas, principalmente BMG -descubrió a Smashing Pumpkins y lanzó la carrera de, entre otros, Marc Cohn- e incursionar en el negocio de vinos de California. Un hiato que no le ha impedido -a partir de los 28 años, cuando retomó la música clásica- dirigir más de 150 orquestas de todo el mundo, como la Filarmónica de Londres, la Orquesta Nacional de Lyon o la Sinfónica de Hamburgo. Desde 2011 es principal director de la Sinfónica Giuseppe Verdi de Milán y el año pasado fue elegido nuevo director artístico de la ROSS; como tal se estrena mañana en el podio con un programa que lleva el simbólico título de ¡Nueva Era!.

-¿Cómo ha sido el primer contacto con los músicos?

-Dije sólo una palabra, "Finalmente", y empezamos a ensayar. No necesité más, la música habla por sí sola. He encontrado a los profesores de la ROSS tan amables y profesionales como en mis anteriores visitas... Y creo que han hecho suyo el nuevo espíritu porque el primer programa de abono es toda una declaración de intenciones. Abrimos con Donde se forjan las quimeras, obra de la compositora jerezana afincada en Berlín Nuria Núñez que la orquesta tocará por primera vez, al igual que New era dance, de otro compositor en activo, el estadounidense Aaron Jay Kernis (Filadelfia, 1960). Terminaremos con una de las obras favoritas del público, la Sinfonía del nuevo mundo de Dvorak. Este programa me permite marcar los principales objetivos de mi etapa: libertad para hacer música, orgullo por formar parte de un proyecto renovado y colaboración entre el Teatro y la orquesta. Como nos enseñó el psicólogo Maslow, una referencia ineludible para mi maestro Lenny [Bernstein] y para mí, cuando las necesidades básicas como el descanso y la alimentación están cubiertas, puedes comenzar a preocuparte por las que están en los niveles superiores de la pirámide, hasta llegar a la autorrealización. Creo que en la ROSS va a producirse un efecto dominó: una vez que las cosas primordiales estén garantizadas en el sentido correcto, todo seguirá rápidamente un curso feliz.

-Satisfacer esas necesidades básicas depende del presupuesto de que dispone la ROSS, cifrado en 240.000 euros. ¿Considera que es el adecuado para llevar a cabo su proyecto artístico?

-Cualquier director de orquesta dirá siempre que el presupuesto es insuficiente. El arte no depende del dinero pero no existimos sin nuestros benefactores: el Ayuntamiento de Sevilla, el Gobierno andaluz, el Estado, los patrocinadores, los micromecenas, los abonados, cada persona que acude a un concierto... La música no es ni para las elites ni para el 1%, ni siquiera es para el 99% de la sociedad, sino para el conjunto de la población, para el 100%. La música no tiene límites: cruza culturas, lenguas y fronteras. Por eso la ROSS debe demostrar la importancia de su compromiso social y estético no sólo con Sevilla sino con el conjunto de la sociedad andaluza y española. Estoy seguro de que si asumimos ese rol tan importante pero invisible en un contexto positivo, ajeno a los problemas que enturbiaron la actividad en el pasado reciente, lograremos atraer patronos comprometidos y aumentar el presupuesto. El dinero es el medio para lograr un fin pero nunca es un fin en sí mismo.

-Los sonidos del Mediterráneo protagonizan la nueva temporada, que coincide con el 25 aniversario de la creación de la orquesta. Esa mirada al Mediterráneo como eje común de culturas europeas, africanas y asiáticas cobra ahora una especial relevancia con la crisis de refugiados.

-La Unión Europea es un proyecto común inspirado por la idea de fraternidad presente en la Novena Sinfonía de Beethoven (An die Freude en alemán). Aunque algunos países son más homogéneos en sus culturas o religiones, España y la mayoría de los estados de la Unión Europea deben recordar que por sus venas corre sangre de procedencias distintas. La belleza de ciudades como Sevilla no parte de su arquitectura, ni del aroma de sus naranjos, sino de la gente que hizo posible esas cosas. Toledo fue asimismo un ejemplo para el resto del mundo de cómo diferentes culturas y religiones podían coexisitir en paz y armonía, propiciando un renacimiento cultural. Tenemos la obligación de ayudar en crisis humanitarias como la actual. Por centrarnos en el terreno del arte, el impacto de los inmigrantes y refugiados en la creación musical ha sido mayor que el del dinero y el mejor ejemplo es Norteamérica: tras la Segunda Guerrra Mundial la mayoría de las orquestas estaban integradas por músicos huidos de Europa. Esta temporada mediterránea de la ROSS es una invitación a compartir, y cualquier músico turco, sirio, griego o israelí se sentirá en casa escuchando estas partituras.

-Esa convivencia cultural es muy evidente en su elección no sólo del turco Fazil Say como compositor en residencia de la temporada sino de Paçalin Zef Pavaci como concertino invitado.

-Sí, contamos de nuevo con el francés Éric Crambes, que es fantástico, y además sumamos como invitado a Pavaci, uno de los primeros violines más prestigiosos del momento. En el futuro espero contar con un concertino en plantilla pero por ahora podemos esperar y la ROSS tiene solistas y líderes excelentes en las distintas secciones. La orquesta ha pasado por momentos difíciles pero siempre he dicho que la primera misión de un director es escuchar a todos, que la comunicación es la base de las relaciones. Con el maestro Pedro Halffter me he entendido rápido y hemos mantenido conversaciones muy positivas para ver qué necesita el teatro de la orquesta y sé que todas las piezas encajarán en la nueva organización. Pero hay que hacer visible a la ROSS como una entidad independiente, no sólo como la orquesta residente del Teatro de la Maestranza. Quiero que salgamos de gira, que hagamos colaboraciones inéditas, proyectos al aire libre... y es interesante tener dos concertinos para que la comunicación sea todavía más fluida con la plantilla de la orquesta y se puedan atender nuevos compromisos.

-¿Cómo piensa atraer patrocinios privados a la ROSS?

-Es esencial que la gente perciba la cultura no sólo desde una perspectiva artística sino económica y social. Mire El Sistema en Venezuela o la West-Eastern Divan en Oriente Próximo. Aquí tenemos la experiencia pionera de ELI, la academia de idiomas que patrocina nuestro ciclo de cámara: Victoria Stapells merece todo nuestro reconocimiento. Tenemos que cambiar la percepción de administraciones y patronos respecto a las artes para que, a través del éxito de un programa como éste, reconozcan su atractivo económico y vean la importancia de invertir en él. En Texas, por cada dólar invertido en cultura el retorno social es de 1,47 dólares. Lo terrible es encontrar aquí edificios vacíos como el auditorio que la SGAE construyó en la Cartuja.

-Ha repetido que le gustaría que los conciertos de la ROSS se llenaran como los estadios de fútbol de los clubes locales. ¿Reeditará en Sevilla sus proyectos en torno a la música rock?

-Quiero lograr un balance atractivo entre la tradición, que a veces es demasiado seria, y la música actual; trabajar para que el innovar tenga sentido. Me gustaría contar con una gran estrella de rock que pueda venir a Sevilla a actuar con la ROSS, probablemente en verano y en un concierto al aire libre. Cuando llevé a Nápoles mi Amadeus Project, una de las cantantes era la novia de un miembro de la banda Radiohead. Creo en la hibridación, en romper las barreras entre la música clásica y esa música alternativa que está inspirada por ella. Porque la música clásica es siempre fértil y está viva, no es una pieza de museo.

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