Cultura

El mejor de todos los tiempos

  • Raphael fascina al público con 'Raphael Sinphonico'

Una trayectoria dividida en décadas. Una gira anual. Dos días en el Auditorio Fibes agotando sus 3.200 localidades por cuarto año consecutivo. Tres horas de concierto sin parón ninguno. Puede que más de 30 canciones sin cambiar una coma. 72 años... Esto, por tratar de reflejar en cifras lo que cuesta resumir en palabras porque ciertamente lo de Raphael es sobrehumano. No ya porque, como gritó un fan, "cada año estás más joven", sino porque, como ha vuelto a demostrar en Raphael Sinphonic, cada vez canta más y mejor.

El cantante, pletórico, se superó imprimiendo su ph a la Orquesta Sinfónica de Málaga en una espectacular propuesta donde, en los pocos metros que quedaban libres de escenario, desplegó su enorme fuerza interpretativa y sus prodigiosas facultades vocales en versiones renovadas de sus éxitos que, sin embargo, recordaron al Raphael de las primeras grabaciones. Sobre todo en sus melodiosos bajos.

Para quien no lo haya visto nunca, Raphael no es ni de lejos la caricatura en la que muchos se quedan. Tampoco la voz de la Navidad española ni el de Mi gran noche. Por encima de esto, el directo del de Linares fue de los mejores de todos los géneros y de todos los tiempos, porque fue rompedor cuando empezó y lo sigue siendo cinco décadas después. "Grande", "único", "fenómeno", le exclamaban.

Se sabe artista y cuando canta deja de ser él mismo para interpretar al de Yo soy aquel, Digan lo que digan, Enamorado de la vida, Frente al espejo, Escándalo o Provocación, masticando las historias con las mismas ganas y facilidad que en sus inicios. Además, controló el ritmo, ofreció espectáculo, sorprendió y emocionó sin acudir a la nostalgia o reclamar benevolencia. "Cómo se entrega...", refería alguien al final.

Por eso, bien si la canción era conocida, porque se coreaba como un credo. Mejor si no lo era ,porque se descubría en silencio, esperando el desenlace. Y al fin, siempre ovación y público en pie. El que ya repetía y el que acudió por curiosidad o hasta por friquismo y volverá, como él prometió hacer el próximo año. Si faltan ideas, dejemos caer la de un Raphael ye-yé.

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