DIRECTO Madrugá Sevilla en directo | Semana Santa 2024

Previsión El tiempo en Sevilla para este Viernes Santo

Cultura

Pequeña Miss Aventura

Fiel al espíritu blando, correcto y familiar de la productora católica Walden Media, especializada en didácticos y moralizantes filmes de aventuras infantiles en versión parque temático (véanse Las crónicas de Narnia, Un puente a Therabithia, Mr. Magorium o The water horse), La isla de Nim nos trae un nuevo producto de entretenimiento de toda la vida a propósito de las fronteras entre la realidad y la fantasía y una concepción de la aventura que se asoma siempre al precipicio con una amplia red de protección (del menor).

Batiburrillo posmoderno nacido de la novela de Wendy Orri, en cuyas páginas se entremezclan una versión descafeinada de Stevenson con la era de Internet y el GPS, tal vez lo más interesante de este filme esté en su estructura narrativa desdoblada. Si por un lado tenemos a una dulce niña (Abigail Breslin, famosa ya por su aparición en Pequeña Miss Sunshine), amiga de los animales y de la lectura, que vive con su idealizado padre, un biólogo marino interpretado por el armatoste Gerard Butler (lo recordarán de 300 o de la más reciente y ñoña Posdata, te quiero), en una paradisíaca isla del Pacífico; por el otro encontramos a una neurótica escritora (Jodie Foster haciendo caja), cuyas novelas de aventuras ejercen una enorme influencia en la entrañable niña y con cuyo protagonista, un aventurero tipo Indiana Jones llamado Alex Rover, establece una peculiar y edípica relación de fantasía.

Obligadas a cruzarse, ambas historias transcurren en paralelo y proponen una límpida moraleja sobre el poder redentor de la fantasía y la necesidad de recomponer las piezas aisladas del puzzle de la vida para que un nuevo núcleo familiar reine en armonía en el renovado paraíso original.

Con su inevitable barniz ecologista y una entrañable artesanía combinada con efectos especiales de la vieja escuela, la película de Jennifer Flackett y Mark Levin podrá fácilmente convencer a la muchachada bien educada en valores tradicionales. No digamos ya a sus padres, que son los que pagan la entrada.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios