Cultura

La Sinfónica tiende un puente entre los ecos de Estambul y la música de cine

  • Fazil Say debuta hoy como compositor en residencia en un programa con Steiner, Rozsa y Williams.

Pianista versátil, apasionado y de reputación mundial y uno de los autores contemporáneos más interpretados en los teatros internacionales, el turco Fazil Say hará esta noche su debut como compositor residente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) durante este año. En el noveno abono de concierto de temporada, que podrá verse también mañana, con John Axelrod dirigiendo a los músicos y la presencia de la violinista Rachel Kolly D'Alba, el público podrá escuchar un programa que viene también a ser una muestra de lo que Axelrod se ha propuesto hacer con la Sinfónica desde que asumió el pasado verano su dirección artística y musical. En sus propias palabras, "conseguir un equilibrio entre la música popular que demanda el público, la nueva creación y el repertorio antiguo y famoso".

En el programa habrá dos piezas de Fazil Say: un estreno absoluto, Grand Bazaar, una rapsodia orquestal de alrededor de diez minutos de duración, y el concierto para violín 1001 noches en el harén, con Kolly D'Alba como gran protagonista; y una segunda parte dedicada a grandes compositores de la historia de la música escrita para el cine: la Suite para Casablanca que compuso Max Steiner; la suiteSahara y la Obertura, la Escena de amor y la Marcha de Miklos Ròzsa para El Cid; ydos trabajos de "un genio", como el propio Say lo calificó, Las aventuras de Indiana Jones y En busca del arca perdida de John Williams.

Grand Bazaar es el homenaje de Say a uno de los lugares más emblemáticos de Estambul, su Gran Bazar, en cuyas laberínticas y bulliciosas calles, dice el músico, uno se puede embriagar con los olores, con el colorido de las mercancías, con el característico griterío de los negociantes improvisados en cada rincón. "Quise recrear esa atmósfera en la obra. Los regateos, los comentarios irónicos, todas esas cosas graciosas que pasan en ese sitio tan hermoso. Orquestalmente, procuré justificarlo haciendo que cada instrumento simbolizara a personas diferentes", explica el compositor sobre esta obra que requiere de una gran complejidad en su ejecución, especialmente en el aspecto rítmico.

En sus 1001 noches en el harén Rachel Kolly D'Alba tendrá un papel central. "Las personas y la música pueden ser puentes entre países y culturas", dice la violinista, ejemplo ella misma de esto, como apuntó: "Puedo asegurar que soy suiza al cien por cien, mis padres, de hecho, se dedican a hacer quesos, y tocando esta música es fácil sentir y comprender un paisaje distinto y una cultura al completo". La obra, añadió, es un "tremendo viaje" que refleja las "muchas maneras de ser sensual, porque no es una cuestión física solamente, sino también intelectual; a mí, por ejemplo, tocarla me recordó mucho a Omar Jayam [un poeta persa del siglo XI], con su celebración de los placeres básicos, ya sea leer un libro, beber un vaso de vino o amar la vida por el simple hecho de estar vivo".

Poca presentación necesitan a estas alturas Steiner, Ròzsa y Williams. A Axelrod, muy familiarizado con la composición cinematográfica, le valen por el valor en sí de sus partituras -"music is music, man!", exclamó sonriente-, y también porque se ha empeñado en que "la flexibilidad y la versatilidad sean la tarjeta de presentación" de la ROSS, cuya calidad, dice, le "sigue sorprendiendo".

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