Crítica de Ópera cine

Amor sacro, amor profano

Tannhäuser

Ópera romántica en tres actos de Richard Wagner, con libreto del compositor. Producción del Teatro Wielki de Poznán. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro del Maestranza. Dirección musical: Pedro Halffter. Dirección de escena: Achim Thorwald. Director del Coro: Íñigo Sampil. Escenografía: Christian Floeren. Vestuario: Ute Frühling-Stief. Iluminación: Juan Manuel Guerra. Coreografía: Carolina Armenta. Intérpretes: Peter Seiffert (Tannhäuser), Attila Jun (Hermann), Martin Gantner (Wolfram), Vicente Ombuena (Walther), Juan Manuel Montero (Heinrich), David Lagares (Reinmar), Ricarda Merbeth (Elisabeth), Alexandra Petersamer (Venus), Estefanía Perdomo (pastor). Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Viernes día 28. Aforo: Lleno.

Pocos temas tan wagnerianos existen como el de la redención por el amor. Es el que culmina de manera incomparable el ciclo del anillo y es también el que articula la trama ideológica de este Tannhäuser con el que anoche abrió la temporada lírica el Teatro de la Maestranza. Música maravillosa para culminar una ópera que descansa igualmente sobre la contraposición entre el amor idealizado y el amor sensual, con esos dos focos de atracción que son Elisabeth y Venus.

No sabe aprovechar bien este juego de dicotomías la producción de Aachim Thorwald, como sí lo hacía y de manera brillante la producción del propio Maestranza firmada hace años por Werner Herzog. Todavía no ha explicado nadie el motivo de no reponerla. La que se vio anoche es bastante simple y aseada, sin alardes escenográficos y con los elementos mínimos. No estorba ni molesta, por lo menos, aunque en materia de dirección de actores es bastantes plana y no acaba de sacarle partido a la traslación temporal del argumento a los tiempos del propio Wagner.

La coreografía de Carolina Armenta es bastante clásica y sencilla, casi esquemática; nada que ver con la bacanal de los sentidos que se supone trascurre en escena, corroborando la impresión de que el primer acto es el menos logrado teatralmente hablando.

Otro mundo fue el plano musical, en el que Pedro Halffter revalidó sus triunfos wagnerianos de temporadas anteriores. La obertura, con todo, arrancó de forma plana y sin acabar de consolidar el empaste orquestal, pero a partir de la bacanal emergió el brillo orquestal y la dirección briosa y dramática del maestro madrileño. Evitó en esta ocasión la tentación de dar rienda suelta al caudal orquestal a costa de las voces, con lo que el equilibrio foso-escena fue perfecto toda la función. A destacar, dentro del buen nivel orquestal, las cruciales intervenciones solistas de Daniela Iolkicheva al arpa. El coro tuvo una de sus mejores noches en el escenario maestrante, lo que es aún más merecedor de alabanza por tratarse de uno de los más peliagudos retos de su trayectoria. Sus intervenciones en el segundo acto y en el final del tercero colaboraron de manera fundamental al espléndido resultado global.

Buen plantel de voces en esta ocasión, empezando por un Seiffert poderoso, de amplio caudal y de gran fuerza expresiva en los momentos dramáticos, como el sensacional racconto del tercer acto, si bien en los pasajes más líricos la voz ya no corre con la misma soltura. Merbeth es posiblemente una voz más para Brunilda que para Elisabeth, como se pudo ver en los flaqueos de los pasajes en piano, pero su poderío sonoro y su expresividad le permitieron crear un personaje creíbel. Magnífico de fraseo y de voz Martin Gantner, con gran línea de canto en sus dos canciones. Atila Jun cantó de forma bastante ruda y con problemas para atacar las notas iniciales a tono. Sensual y pasional, de timbre sedoso y embriagador Petersamer, como brillante fue el Biterolf de Damián del Castillo, muestra de los estupendos secundarios.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios