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Cultura

Caleidoscópico Gaudí

  • Columna Música presenta 'Gaudí', ópera con libreto de Carandell y música de Guinjoan estrenada en el año 2004

Encargo para la Olimpiada Cultural aneja a los fastos deportivos de Barcelona'92, Gaudí, ópera en dos actos con libreto en catalán de Josep Maria Carandell y música de Joan Guinjoan (Riudoms, 1931) tardó doce años en ser estrenada, desde su composición entre 1989 y 1992 hasta su presentación en el Teatro del Liceo en noviembre de 2004, un estreno al que ni siquiera pudo asistir su libretista, fallecido en 2003.

Aquellas funciones del Liceo son ahora difundidas en DVD por Columna Música, también con algo de retraso, un retraso incomprensible, pues la obra está perfectamente incardinada en una tradición operística por completo reconocible para cualquier aficionado medio, y es que Guinjoan ha creado una partitura en la que se fusionan de forma admirable una riquísima base sinfónica con una línea vocal cantable, que incluso se permite arias de claras reminiscencias románticas y un ballet en el acto II, Trencadís, que ha tenido vida independiente como pieza sinfónica. El lenguaje es desde luego contemporáneo, atonal, pero se inscribe dentro del característico estilo ecléctico del compositor, que asume la solidez formal de la música centroeuropea, pero que no rehúye la melodía e incluso se complace en introducir giros populares del Campo Bajo de Tarragona, comarcal natal tanto del compositor como del propio Gaudí.

El libreto de Carandell trata de ahondar en la psicología del gran arquitecto catalán, presentándolo en dos momentos por completo diferentes de su trayectoria vital y artística: en el acto primero está visto desde fuera, aún joven, aislado en una especie de urna de cristal burguesa, de la que le sacan las grietas detectadas en su propio taller, símbolo de la descomposición social de principios del siglo XX; en el segundo, se le mira desde dentro, a través de sus obsesiones personales y creativas. Toda la obra (todo el mundo, cabría aventurar) gira en su torno, hasta el punto de que los personajes no son sino estereotipos, que podrían pensarse creados por la mente del artista: Rosa (las mujeres), Alexandre (los mecenas burgueses), Mateu (los ayudantes), Josep (los artesanos).

Apoyado en una eficaz escenografía de Lluís Danés, que se mueve entre el naturalismo de hierro y vidrio del primer acto y el gran caleidoscopio del segundo, Manuel Huerga acierta a desarrollar todos estos temas con una puesta en escena sin estridencias y Josep Pons explota al límite las posibilidades de los conjuntos liceístas. El barítono Robert Bork da profundidad y nobleza al protagonista principal, la soprano Elisabete Matos suena tan musical y distinguida en los pasajes dramáticos como en los más líricos (el aria "Somnio un parc romàntic") y el tenor Vicente Ombuena deslumbra por la potencia de sus medios y su apasionada caracterización de Alexandre; el tenor Francisco Vas y el barítono Stefano Palatchi completan con sobrada solvencia el notable elenco.

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