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Bartolomé Bennassar. Hispanista

"Es casi imposible estudiar el siglo XVII español sin la obra de Domínguez Ortiz"

  • El historiador francés participa en la jornada inaugural del ciclo de conferencias con el que la Fundación Lara homenajea estos días al prolífico investigador sevillano, cuyo centenario se conmemora este mes

Referente ineludible en los estudios sobre el Siglo de Oro, Bartolomé Bennassar (Nimes, 1929) es también uno de los máximos especialistas mundiales en la Historia Moderna y Contemporánea de España, donde se encuentran los orígenes de su familia. Catedrático emérito de la Universidad de Toulouse, de la que fue rector, y profesor visitante en Oxford, el gran hispanista francés, exquisito y afable conversador, mantuvo además, desde su encuentro mutuo en unas jornadas en Toulouse en 1968, una duradera amistad con el historiador sevillano Antonio Domínguez Ortiz, cuyo centenario celebra la Fundación Lara en un ciclo de conferencias en el que participó ayer el propio Bennassar.

-Domínguez Ortiz está unánimemente considerado como un gran renovador de la historiografía española. ¿Cuáles fueron sus principales aportaciones?

-Tuvo muchos méritos, pero especialmente dos. Por una parte, fue capaz de producir obras de síntesis sobre la Historia de España. Pero no se limitaba -y éste es el segundo mérito- a explotar los trabajos de otros, sino que había siempre una investigación personal fundada en archivos de todas clases, desde los de ámbito nacional a los parroquiales, y una visión de conjunto. Y además expuesto en una lengua clara, sencilla, al alcance de los que verdaderamente quieren saber.

-Quienes le conocieron hablan de un hombre de curiosidad voraz...

-Lo era, sí... Y ecléctica. Yo también lo defino como un zorro de los archivos, capaz de llegar, a través de cuestiones que pueden parecer a priori secundarias, a una verdad de cierta importancia.

-Suele destacarse también su interés por las personas y clases orilladas por la Historia como una inclinación fundamental de sus estudios. ¿Está usted de acuerdo?

-Los judíos, los moriscos, los gitanos... Todos tienen su lugar, es cierto. Publicó libros como Las clases privilegiadas en la España del Antiguo Régimen, pero también los no privilegiados están presentes en su obra. Creo que él quería darles el sitio que tuvieron en la historia y no dejarlos en el banquillo.

-¿Cuál de sus facetas le resulta más interesante?

-A mí me gusta mucho la Historia Social, y siempre ha sido el aspecto que más me ha llamado la atención. Pero también le agradezco que se detuviera en cuestiones menos interesantes a priori y que sin embargo logra hacerlas... claras. Por ejemplo, su Política y hacienda de Felipe IV... No es un tema que me fascine, y además es complicado, pero me lo hizo entender. Por eso para estudiar el siglo XVII español, creo que también el XVI y el XVIII, es casi imposible prescindir de la obra de Domínguez Ortiz.

-¿Está suficientemente bien valorado fuera de España?

-Sólo hay que ver los casos de Inglaterra y Francia. Hay un libro de un historiador inglés, no recuerdo ahora el título... Me divertí en contar el número de notas a pie de página que citan a don Antonio: 52 en un libro de 350 páginas. En Francia hay libros para estudiantes de Historia y de español que recomiendan algunas obras suyas como imprescindibles. Se puede acudir también al hecho de que fue a bastantes congresos internacionales, en muchos de los cuales era el único español invitado. A pesar de que no fuera profesor de universidad, lo que al principio era un problema porque ¿cómo darse a conocer?

-Lo que no evitó que siempre defendiera la dignidad de la Enseñanza Secundaria...

-Claro. Es emocionante. Pero que se dejara fuera a un hombre que valía tanto... Ocurre a veces en la universidad, pero yo no conozco un caso tan impresionante. Recuerdo el homenaje de la Universidad de Granada, el año pasado: vino gente de Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Italia, Bélgica, Holanda... toda esa gente, a pesar del rechazo de la universidad española. Había muchos profesores de instituto, para ellos fue casi como una revancha.

-¿Cómo era su relación con los historiadores extranjeros?

-Muy buena, muy buena. Se interesaba por todo lo que salía. Muy rara vez no estaba al tanto de lo que acababa de publicarse. Hacía críticas, ¡lógico! Pero siempre hablaba con benevolencia. Empezaba por un prejuicio crítico favorable y después, si encontraba un defecto grave, lo decía.

-¿Qué recuerda de él, no sólo como historiador?

-Esa curiosidad de la que hablábamos antes. Una curiosidad eterna. Y su sencillez. No presumía. Sabía que se le valoraba, pero no presumía. Su trato siempre abierto, siempre tenía una palabra para los demás. No era un hombre familiar, pero tampoco distante.

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