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Arte

Un viaje a todo color al efervescente Budapest de entreguerras en el CAAC

  • La exposición ‘El cartel comercial moderno de Hungría’ descubre en el refectorio del monasterio cartujo a una generación única de artistas experimentales · La influencia del constructivismo está muy presente

En la Hungría de los años 20 y 30 del siglo pasado no había ley antitabaco ni bombillas de bajo consumo, la difusión de las noticias en prensa era una prioridad y la calefacción a carbón era una ventaja mayúscula de los hogares modernos... Al menos, esto es lo que el visitante de la muestra El cartel comercial moderno de Hungría. 1924-1942 descubrirá al adentrarse en el refectorio del monasterio de la Cartuja.

En este emblemático espacio de la zona monumental del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) se ha instalado esta muestra comisariada por Katalin Bakos y László Scholz que, hasta el próximo 24 de enero, pondrá de manifiesto “el ámbito privilegiado de las relaciones entre las imágenes y las palabras” en un período y contexto geográfico clave: el Budapest de entreguerras. Mediante 68 imágenes pertenecientes a la colección de carteles e impresos efímeros de la Biblioteca Nacional Széchényi de Budapest se puede entender la voz propia que la cartelería asumió allí desde mediados de 1920, según Francisco Molina, subdirector del Museo de Valencia de la Ilustración y de la Modernidad (MuVIM) y coorganizador de esta muestra que se divide en seis bloques temáticos que tratan el género desde el punto de vista de su relación con lo cotidiano.

De ahí que no falte, apunta Molina, “una representación de cada uno de los sectores económicos emergentes en la Hungría de aquellos años [como las industrias tabaquera, electrónica y turística] puestos en relación con los estilos artísticos de la Europa de las vanguardias”.

En la renovación de esta gráfica publicitaria jugaron un papel decisivo los artistas Lajos Kassák, Sándor Bortnyik y Róbert Berény, referentes de la vanguardia plástica húngara que, por su ideología izquierdista, se vieron obligados a emigrar en los años 1919 y 1920. Esta circunstancia les permitiría continuar sus experimentos y ampliar su información internacional en Austria y Alemania. Bortnyik, por ejemplo, conoció en Weimar las actividades de la Bauhaus y llegó a trabajar con el fotógrafo Moholy-Nagy. Al regresar a Budapest a mediados de los años 20 del siglo pasado, los tres aplicaron al diseño práctico los principios del constructivismo y el funcionalismo; sus trabajos comerciales fueron decisivos en la difusión de esas estéticas.

Ahora, esta muestra que llega a Sevilla tras clausurarse en septiembre en Valencia, permite admirar los efectos elementales de esa nueva gráfica que tanto debe al arte abstracto y que, a través de manchas de color, contornos destacados, fotomontajes y el protagonismo de la tipografía (las letras tendrán igual rango que las formas y figuras) logró un efecto lleno de dinamismo. Una efervescencia que se aprecia, por ejemplo, en los tonos naranja y azul que dominan los afiches publicitarios de la empresa de bombillas Orion y en la silueta del estilizado fumador de la firma Modiano inmortalizado por Berény.

La sencillez, el acierto pictórico, la alegría y el humor que caracterizan a estos audaces carteles húngaros, en tiempos de recesión del consumo como los nuestros, parecen más que nunca un canto al disfrute de la vida y de sus placeres proscritos.

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