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Cultura

La editorial Paréntesis publica 'Campo de minas', del escritor sevillano César Romero

  • Un joven historiador británico protagoniza esta novela sobre el papel de la culpa y la memorial 'Campo de minas' de César Romero

A César Romero (Sevilla, 1970) le conocemos sobre todo por sus críticas y ensayos literarios pero es asimismo autor de un heterogéneo corpus literario que, en parte, descansa plácidamente en los cajones de su estudio. Debemos a la astucia y buen oficio de Antonio Rivero Taravillo el que uno de esos inéditos haya visto la luz. Se trata de Campo de minas, un trabajo que ya había cumplido un lustro y que acaba de publicar la editorial Paréntesis.

La ubicación del texto, en un sello donde también están viendo la luz obras pretéritas como las de Julio Manuel de la Rosa, ese gran maestro de periodistas con un caudal fabulador tan desbordante como el Guadalquivir a estas alturas del invierno, resulta especialmente afortunada pues en Campo de minas encontramos muchas de las encrucijadas que han sacudido a los autores sevillanos desde los años cincuenta: el papel de la memoria, el difícil tránsito de la juventud a la madurez y la necesidad de encontrar, entre la miríada de influencias exógenas, un lenguaje que no sólo les permitiera escapar de la cerrazón y pobreza cultural del cercado de la posguerra sino también explicar aquellos años con una voz propia y diferenciada.

Muchas de esas inquietudes culturales recorren la biografía del personaje principal, si podemos señalar uno, de esta novela coral. Ian Tracy, un joven historiador británico con hechuras de Gerald Brenan, viaja a la vega sevillana para redactar una tesis doctoral sobre las agitaciones sociales de la España de entreguerras. Hay un conflicto amoroso, claro: el chico es ardoroso, las lugareñas son engatusadoras y se adivina un pasado que el corazón pretende olvidar. Un desengaño que, como todo aquello que no se nombra, está peligrosamente vivo. Pero ese pasado sentimental no es el motor de esta obra. Sí lo son los recuerdos de aquellos vecinos que encontraron en la Historia una soga raspante que los iría ahogando poco a poco y que se han acostumbrado a vivir con el toque de queda en la memoria.

Ian Tracy es la excusa para dar voz a esos relatos dormidos. Y esos fantasmas que ahora regresan, invocados por el investigador que habla español a trompicones y a menudo no entiende lo que le narran, son el mayor atractivo de esta obra. Son espectros como el caciquismo, la corrupción o la ignorancia que siguen minando, medio siglo después, esos campos y pedanías para los que la modernización sea acaso otra forma de autoengaño.

Campo de minas de César Romero (ed. Paréntesis) se presenta el miércoles 10 en la Casa del Libro a las 19:30.

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