Cultura

Plata ignora el proyecto de la Casa Murillo para alojar allí la Agencia del Flamenco

  • El edificio del Barrio de Santa Cruz, donde falleció el célebre pintor barroco, debía alojar un centro de interpretación sobre su figura · Sevilla pierde otro espacio cultural para destinarlo a oficinas de la Junta

El consejero de Cultura Paulino Plata lo ha manifestado en numerosas ocasiones: el flamenco es materia prioritaria en su departamento, aunque para beneficiar "su desarrollo y proyección internacional" haya que desterrar al baúl de proyectos eternamente aplazados los planes heredados. Así ha pasado esta vez con la Casa Murillo, enclavada en el corazón del Barrio de Santa Cruz, vivienda de titularidad estatal y adscrita al Museo de Bellas Artes de Sevilla, en la que vivió y murió el pintor barroco. Según anunció ayer el consejero, será en este "edificio emblemático y cargado de historia" donde se alojarán, a partir de septiembre, las dependencias administrativas de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, una institución pública de balance incierto hasta la fecha. La razón principal que argumentó Plata es que así se aprovechará "la gran actividad turística" del entorno, ya que en la parte baja irá una "zona de tienda" y un área "expositiva", dijo, sin dar detalles de su contenido.

Con esta mudanza, se pierde otro espacio cultural para la ciudad, hasta ahora proyectado como centro de documentación e investigación de la obra y época del artista sevillano. Una iniciativa, ésta, que lleva aplazándose desde 1988 -fecha en la que se cerró la primigenia Casa Murillo, inaugurada seis años antes-, pero que pareció cobrar vida a raíz de la histórica exposición El Joven Murillo, celebrada en la pincoteca hispalense la pasada primavera. Plata se carga así de un plumazo la posibilidad de apostar por la figura de Murillo con un contenedor cultural dedicado a su figura, del que, además, parecía no estar al tanto. Por ello, cuando este medio le preguntó ayer sobre el futuro del proyecto Casa Murillo, remitió sobre la marcha al Bellas Artes de Sevilla como institución que albergaría un centro de estas características, de nuevo, sin concretar plazos ni contenidos.

Tras las obras de rehabilitación del edificio que se llevaron a cabo el verano pasado, como informó entonces Diario de Sevilla, parecía aclararse el futuro de este inmueble, caído en el semiabandono y desuso público durante más de 20 años. No fue hasta 1972 cuando el Estado adquirió el edificio, propiedad hasta entonces de la marquesa de Salobral. La finalidad era recrear en su interior el ambiente en que se desenvolvió la vida y obra del pintor sevillano a través de una serie de objetos artísticos. La casa-museo se inauguró oficialmente en 1982, fecha del segundo centenario de la muerte del pintor. El espacio se cerró en 1988 para acometer obras de saneamiento, que se ejecutaron finalmente en 1990; después pasó a albergar oficinas de la Consejería de Cultura, la última de ellas, la de la Empresa Pública de Gestión de Programas Culturales.

El último de los proyectos de restauración y musealización del edificio, en 2007, lo cifró en un millón de euros la Consejería de Cultura, que subrayó el papel activo que tendrían las nuevas tecnologías. El edificio, que aparece en la página web de la Junta de Andalucía en el apartado dedicado al seguimiento de los compromisos de investidura 2008-2012 bajo el epígrafe Nuevas Instituciones Culturales, ha seguido percibiendo dinero público para su puesta al día en los últimos años. En concreto, la web apunta que se han realizado "obras de conservación del Museo-Casa Murillo de Sevilla, finalizadas en diciembre de 2009".

En la azarosa historia del edificio también ha terciado el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). El Ayuntamiento de Sevilla no podía conceder la licencia de obras porque el PGOU estaba recurrido en lo referente a las zonas especialmente protegidas, entre ellas los Reales Alcazares, a la que pertenece sobre plano el número 8 de la calle Santa Teresa. La luz verde para la licencia de obras llegó el 8 de febrero del pasado año.

Actualmente, el personal de la Agencia disfruta de una casa-palacio en la avenida de la Borbolla en régimen de alquiler, aspecto duramente criticado en el actual escenario de contención económica. Con la salida del anterior director, Francisco Perujo, se planteó la necesidad de aprovechar los recursos propios para reducir costes. Un dinero público que no pasó desapercibido para la patronal. En abril pasado, Santiago Herrero, presidente de la CEA, criticó la partida presupuestaria destinada a la Agencia, de unos seis millones de euros anuales, y abogó por reducir gastos en materia de flamenco. Si bien días después tildó sus palabras de desafortunadas, en puridad, su pronunciamiento puso sobre la mesa la necesidad de reducir el gasto público.

Paradójicamente, en el proceso de búsqueda y elección de una nueva sede para la Agencia, no ha pesado el hecho de que el complejo de Santa Lucía, que hasta ahora albergaba el espacio Iniciarte, vaya a quedar sin uso tras el anuncio de su cierre. Paulino Plata declaró ayer que su departamento "no ha barajado en ningún momento esta posibilidad".

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