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Cultura

Curro González levanta un pedestal contra los dogmatismos

  • l 'Como un monumento al artista' de Curro González y 'Minucodes' de Marta Minujín. Hasta el 6 de febrero. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Isla de la Cartuja.El pintor sevillano muestra en el CAAC 'Como un monumento al artista', su debut en la escultura pública, y distintos trabajos anteriores cargados de ironía hacia su oficio

"Sos mucho más lindo de lo que os pintás", le regaña la artista argentina Marta Minujín. Y ella, pionera del happening y habitual en la escena neoyorquina de los 60, donde posaba junto a iconos como Andy Warhol o Janis Joplin, sabe de lo que habla. El Curro González real le resulta más atractivo que ese otro que ve caricaturizado en barro como un castor de enormes incisivos, o transformado en anciano en su animación en plastilina La broma infinita. Son éstas dos de las piezas, irónicas y autorreferenciales, que el director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), Juan Antonio Álvarez Reyes, ha elegido para enfatizar el talento de este exponente de la generación plástica sevillana surgida en los años 80 coincidiendo con su primer proyecto de escultura pública en los jardines del monasterio de la Cartuja. Como un monumento al artista es el título de esa instalación en bronce policromado que simboliza alegóricamente la figura del pintor contemporáneo.

El artista concebido por Curro González está situado sobre un pedestal pero no tiene nada de heroico o sublime. Lleva gafas enormes de visión nocturna y porta una paleta donde puede leerse, si uno se aproxima bastante, una máxima del músico de folk Woody Guthrie que habla del arte como arma contra el dogmatismo. Una mierda en su zapato nos recuerda que el azar siempre está presente en el trabajo y en la vida. La figura, que por supuesto tiene el rostro de Curro, está sobrecargada, agobiada por todas las tareas que debe realizar a la vez. Y, sin embargo, la participación del público subvierte estas cuestiones dramáticas para dar paso a la fanfarria y los aplausos que completan la visita y graba una cámara de vídeo.

"Pese a su apariencia de escultura convencional, la obra no es un monumento en absoluto. Es algo como un monumento y esa condición se afirma al tiempo que se niega. Como se ve, tampoco es una oda al artista triunfador", explica González. "Mi obra gira insistentemente en torno al carácter efímero de la existencia y la idea de Vanitas. Soy bastante barroco y aquí amalgamo elementos iconográficos que aluden a otras obras mías anteriores donde ya había tratado el tema del artista y su imagen. Es probable que el anterior director del CAAC, José Lebrero, pensara en ellas cuando me propuso realizar este proyecto, un trabajo que me obligó a contar con condicionamientos nuevos: su carácter público, el material y la técnica empleados (yo no soy un artista forjado en la tradición escultórica) o su ubicación a la espalda de un jardín", continúa.

La pieza cuestiona también "la consideración actual de la escultura monumental, por muy de moda que esté en bastantes ayuntamientos", apostilla el crítico de arte José Yñiguez en la excelente entrevista introductoria con González que, a falta de catálogo, sirve de apoyo documental a este trabajo.

Juegos conceptuales, ecos de sus admirados Hogarth y Bruegel, referencias a Auden... reaparecen en el debut de González en la instalación pública, donde ha contado con la ayuda del equipo de coordinación e intervención del CAAC, sobre todo José Carlos Roldán y Lluvia Vega, quienes han registrado el proceso creativo y estarán a cargo de la restauracion.

La escultura se complementa con una selección de bocetos y obras anteriores que se exponen en el espacio que ocupó la tienda del CAAC. Junto a la maqueta en plastilina de la pieza y tres autorretratos en acuarela de los años 90, destaca una serie de diez dibujos que imitan los chistes gráficos de publicaciones americanas de los años 60, como The New Yorker, donde aparece por primera vez en su obra la imagen del hombre orquesta. Como colofón, Curro González muestra en el Ala Sur del monasterio de la Cartuja distintos trabajos que reflexionan sobre el público y su relación con la obra de arte, presididos por dos inmensos lienzos: Enjambre 2, con el conglomerado humano que vimos en la última Biacs, y El estudio.

"Estos cuadros entusiasmarían en Manhattan, son increíbles, pero veo que te lleva mucho tiempo hacerlos", exclama ahora la enérgica Minujín, que comparece aquí con Minucodes, serie en la que recupera material fílmico, fotográfico y documental de un proyecto suyo de 1968 sobre los códigos de sociabilidad donde recoge en vídeo, a lo largo de cuatro fiestas distintas, a políticos, modelos, empresarios y artistas ("los más divertidos") invitados.

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