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Cultura

"Huyo de la novela histórica, que crea personajes de cartón-piedra"

  • El secretario de la Asociación de Escritores ambienta en la guerra de Cuba su novela 'Las guerras de Artemisa', un conflicto banalizado por los ensayos y la mala literatura

Madridista libertario, segoviano de la manigua. Andrés Sorel (Segovia, 1939), presentó en Sevilla su última novela, Las guerras de Artemisa (El Olivo Azul).

-En la portada, el general Valeriano Weyler. ¿Quién fue?

-Un general al tiempo prusiano y africanista.

-¿Es real el desprecio que sentía por Franco que sale en la novela?

-Weyler tenía un concepto muy alto del valor, del servicio, de la convivencia con los soldados. Aparte de eso, no tenía ni familiares ni amigos; lo único que le interesaba era la conquista de las mujeres. Era bastante mujeriego pese a su pésimo físico y su corta estatura. Es el militar más terrible que ha existido en España. Una versión más cruel de Bismarck.

-¿Es literaria la guerra de Cuba?

-Tenía demasiada literatura, es decir, frases hechas: más se perdió en Cuba, el pesimismo de la generación del 98. Mucho ensayo y muy poca novela. Aunque los cálculos son disímiles, se estima que en los campos de concentración que crea Weyler en Cuba mueren entre 300.000 y cerca de un millón de cubanos.

-Y eso que España pierde la guerra...

-Las consecuencias para el Ejército español fueron terribles. Sólo uno de cada diez soldados españoles muertos en la guerra de Cuba falleció en el campo de batalla. Mueren por enfermedades, situaciones parasitarias, suicidios.

-¿Una novela individual o coral?

-Hay dos protagonistas, el general Weyler y el sargento Manuel Ciges Aparicio, que lo denuncia y lo encarcelan en la fortaleza de la Cabaña de La Habana. Ciges muere días después del golpe de Franco en el 36 fusilado por los falangistas de Ávila.

-El sargento era el padre del actor Luis Ciges...

-Sentí mucho que se muriera antes de terminar la novela. En Madrid me la presentó José Luis García Sánchez, que dirigió a Luis Ciges en 15 películas. Berlanga fue con él a la División Azul. Su padre, hombre solitario, atormentado, que se casa con una hermana de Azorín, le dice antes de morir a su hijo, con 15 años, que tenía que recuperar la sonrisa, darle valor al humor.

-¿Cómo se fabula con personajes reales?

-Siempre he procurado huir de la novela histórica, que crea personajes que son estatuas, seres de cartón-piedra. Procuro transmitirle sentimientos a los personajes. En esta novela mi guía ha sido Macbeth de Shakespeare. Tratándose de Cuba, tenía que incorporar la naturaleza y la sensualidad.

-La escribió en España y en Cuba.

-Me fui muy útil la información que encontré en la iglesia de Artemisa. El párroco que estuvo entre 1896 y 1898 fue aliado de los insurrectos, de los mambises.

-¿Cuando fue a Cuba por primera vez?

-En 1968. Era agregado cultural de la Embajada cubana en España. Fraga me vetó. Me habían detenido varias veces y mis novelas estaban prohibidas.

-El género de caudillos es más propio de los escritores latinoamericanos...

-Es verdad. Pero no entiendo que en España, con la fiebre de la novela histórica, donde se escriben 500 páginas sobre la zapatilla de un personaje medieval, nadie contara este episodio, antecedente de los campos de exterminio nazi y de lo que hacen los americanos en Vietnam.

-Hace diez años suspendió la presentación de su libro Voces del Estrecho porque asesinaron al coronel Muñoz Cariñanos...

-Lo mataron media hora antes. Estaba la gente conmocionada.

-Pateras, cubanos. Es un mesetario de los océanos...

-Y los poetas que se exiliaron: Cernuda, Machado.

-¿Se mete en la piel de sus personajes?

-En una biografía novelada de Jesucristo que se vendió muy bien en Argentina y Estados Unidos, dediqué 48 páginas a recrear la Jerusalén de su época. Jesús es el personaje histórico que más me ha interesado. De pequeño quería escribir una novela sobre él. Hablaba mucho con Saramago de esa obsesión que compartíamos.

-¿Ejerce de segoviano?

-En 1982 di el pregón de la Feria de Segovia desde el balcón donde Machado proclamó la República.

-¿Se aburre en Cuba sin fútbol?

-Estados Unidos impuso sus modas, sus costumbres. Salvo la música, donde la influencia fue a la inversa. Me han intentado explicar el béisbol, pero no consigo entenderlo. Hay un par de hoteles de La Habana donde me ponen los partidos del Madrid.

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