Cultura

De lo que hablamos esta noche

Cante: José Anillo. Guitarra: Rafael Rodríguez. Lugar: Pasaje Mallol. Fecha: Domingo, 1 de mayo. Aforo: Lleno.

Hoy, que estamos entre amigos, les voy a contar una pequeña intimidad. Pero, por favor, no lo vayan a contar por ahí. Una pequeña intimidad del cante. De este cantaor. Quiero decir de este oyente que suscribe, porque el arte es un ejercicio de dar que completa, que actualiza, que termina de ejecutar el receptor.

La quiebra se produce, para este oyente, en el momento en que el cantaor dice aquello de Anda y no presumas más/ que no tiene tu cara/ naíta de particular. El original lo atribuyen los estudiosos a Aurelio Sellés. Por supuesto en el original hay desprecio. Desamor. Se ocultan en una esquina el despecho y el orgullo herido. Todo ello hubo en la ejecución de José Anillo, en la recepción que hice del cante de José Anillo. Pero Anillo aportó algo más. Y le dio la vuelta. Entregó su biografía, sus alegrías y desvelos, en esta letra. Por supuesto que el análisis se puede extender a todo el recital, pero me temo que no voy a tener espacio. Sigamos: cuando José Anillo dijo este cante, lo que yo sentí es que el protagonista del mismo, que es y no es el cantaor, que es y no es el oyente, sentía: no encontraré a nadie como tú. Para mí no hay en el planeta unos ojos que se puedan poner al lado de los tuyos. Vuelve, no me dejes solo. Anillo acarreó todas las emociones estilizadas por Sellés, suponiendo que fuera él el creador de este cante, a una emoción propia. Y supo pulirla hasta hacerla transparente, hasta convertirse en el abanderado de la pena, en el catalizador para la catarsis de todos los humanos que una noche derramaron una lágrima de desamor. Así se va construyendo el arte, en una tradición de hombres y mujeres que gozan, padecen. La clave es que al mezclar la solera con la última cosecha, el vino cobre vida, el verso mane, la melodía respire. Entonces el cante es un recién nacido que vierte su primer llanto.

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