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Cultura

Fiestas y ritos nostálgicos ante el objetivo de Cristina García Rodero

  • 70 misteriosas imágenes de su serie 'España oculta' pueden verse en la Casa de la Provincia hasta el 26 de junio de la mano de La Caixa y la Diputación de Sevilla

La sencillez de los genios, la humildad de los grandes maestros, contrasta con el carácter avasallador de quienes anteponen su deseo de triunfar y publicitarse al lento y esforzado aprendizaje que conllevan las expresiones artísticas. Es obligado apuntar esto a la hora de enfrentarse a la obra de Cristina García Rodero (Puertollano, Ciudad Real, 1949), el primer fichaje español en la historia de la mítica agencia Magnum y -aunque ella se empeña en ocultarlo con su modestia y sus amables maneras- la gran fotógrafa española de todos los tiempos. Desde ayer, la Casa de la Provincia acoge 70 imágenes de España oculta tomadas entre 1975 y 1988 y pertenecientes a la colección de arte contemporáneo de La Caixa. Para la comisaria de la exposición, Lola Garrido, "hay que ver estas fotografías de frente y de lado porque van más allá del documental. En Estados Unidos se las calificaría como arte contemporáneo; aquí se considera que son retratos de fiestas y tradiciones".

La experta subraya así que, aunque este trabajo clásico constituye la documentación visual más importante sobre folclore y ritos religiosos y paganos de nuestro país, García Rodero trasciende los límites de la antropología. "Sin obsesión no existe el arte y ella ha sido obsesivamente perfeccionista para hacer toda su obra, a la que ha dedicado su vida y más de 200.000 negativos de los que saldrán, en los próximos años, múltiples maneras de ver el mundo que se mostrarán en los principales museos internacionales", continuó Garrido.

La propia autora agradeció ayer en su intervención que este trabajo, que costeó en parte con una beca de la Fundación Juan March "y el resto con mi sueldo de profesora", le permitió conocer Sevilla y toda España. "Quedé atónita con la riqueza y variedad de nuestro país, que es, con Italia, el que más tradiciones tiene. Y quise dejar un documento para que los españoles conocieran esas pequeñas y medianas fiestas que mostraban nuestra identidad pero que el franquismo obviaba. Tuve el privilegio de captar una España que cambiaba", evocó García Rodero.

Ofertorios y promesas, peregrinos, danzantes, cofrades y hasta El Empalao de Valverde de la Vera quedan atrapados por el objetivo de esta mujer que, hasta su jubilación como docente en la Universidad Complutense, tuvo que dedicar los fines de semana y el escaso tiempo libre "a este desafío personal en el que invertí mi corazón. España oculta me enseñó el oficio y me permitió conocer España, a mí misma y a toda esta gente".

García Rodero apostó fuerte por este proyecto en el que invirtió tres décadas y que al final sintetizó en 128 obras. "Normalmente tiraba 10 rollos de película al día; a veces, hasta 20. En muchas ocasiones era la primera fotógrafa que llegaba con una cámara a ciertos pueblos para ver una romería o un demonio [como en la serie del Diablo de San Blas de Almonacid del Marquesado]. Tuve la suerte de vivir una época en la que quedaban muchas cosas vivas y auténticas, una época de carreteras horribles pero de gente pura y confiada, como aquella mujer de Fuenlabrada que no entendía por qué iba a su pueblo si allí no tenía familia ni amigas, y que me permitió dormir en la cama de sus hijos. Ahora cualquier fiesta, por pequeña que sea, es invadida por los medios, ya sean televisiones autonómicas, vídeos domésticos o teléfonos móviles, y por la masa de gente que se desplaza y hasta impide que se desarrolle el rito".

La manchega empezó trabajando el retrato "y después la propia dinámica de la fiesta, que es movimiento, me obligó a ser más rápida que el viento". Todavía hoy, esta mujer que en los últimos años ha perseguido el alma de países como Cuba, China o Estados Unidos, defiende para sus trabajos el blanco y negro -"porque a la hora de positivar es algo tuyo mientras que el laboratorio le da al color un tratamiento muy estándar"- y la atención a la vida de las personas, "tan simples como irresistibles".

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