desde el fénix

José Ramón Del Río

Viajando a los polos

AYER se cumplieron 100 años de que el hombre llegara al Polo Sur. Un hombre conocido por su nombre y apellido: el noruego Roald Amundsen, porque quizás otros hombres (los inuit), le hubieran precedido y no dieron la noticia o no pudieron contarla. Nada tendría de extraño esta anticipación porque 330 años a.C. los griegos habían navegado por aguas árticas y sabían de la existencia de la Antártida, porque ellos le pusieron el nombre: Arktos (oso), porque la región se extiende bajo la constelación del Gran Oso. La Antártida es un continente de 14 millones de km2, cubierto por el hielo, que tiene un espesor de 2,5 Km y donde la temperatura máxima en verano es de 0º y la mínima de -89,3º.

Qué razón tenía el torero cuando dijo aquello de que "hay gente para todo", porque el afán de ser el primero en poder contar que llegó al Polo Sur no fue exclusivo del noruego Amundsen, ya que un inglés, Robert Falcon Scout, mantuvo con él una carrera de la que salió vencedor el primero. Sólo 34 días más tarde de que llegara al Polo Sur Amundsen llegó al lugar, Falcon, aunque por las huellas de los trineos en la nieve ya conocía que no era el ganador. Murió, sin duda, por el disgusto, en el viaje de regreso. La soberbia de los ingleses, que ahora no quieren saber nada de Europa, entonces determinó su derrota, porque planificaron mal su expedición mientras que el noruego se fue a vivir una temporada con los inuit, para aprender de ellos cómo abrigarse y alimentarse en ese cruel territorio.

Amundsen no limitó sus experiencias viajeras al Polo Sur. Antes se había empeñado en descubrir, en el otro extremo del globo, en el Polo Norte, el llamado Paso del Noroeste, que comunica el océano Atlántico con el Pacífico y lo consiguió, donde otros muchos habían fracasado, navegando en su barco Gjoa, desde 1903, dos años, para encontrar el paso que acortaba el camino de Europa a Asia. Por cierto, un nieto de Amundsen vive en Andalucía.

Ayer, y para conmemorar este centenario, nada menos que treinta expediciones de todo el mundo se encontraban en la Antártida, compuestas por numerosos científicos. Lo dicho: hay gente pa tó. Por cierto, que han encontrado, enterrada en el hielo, a menos 30º, una caja con 11 botellas de whisky (la decimosegunda se la habrían bebido) y van a proceder a analizar la bebida y, como de la Antártida, por el tratado de 1959, no se puede retirar nada, van a extraer el líquido con una jeringuilla, analizarlo y devolverlo a la botella, para ser, con la caja, de nuevo enterrada. El afán del hombre por conocer y no conformarse con lo que ve es, sin duda, la mejor de sus cualidades y la virtud que más ha hecho progresar al género humano.

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