la esquina

José Aguilar

Detectives en la crisis

NI el trabajo de los detectives privados se libra de la crisis. Siempre habrá quien contrate a un especialista para seguir a otra persona, controlar sus pasos, vigilar sus actividades y contarlas a la parte contratante. Pero la crisis cambia el contenido de los encargos, sus protagonistas y sus víctimas.

El sector detectivesco de Andalucía coincide en señalar, por ejemplo, que ha caído la demanda de informes sobre infidelidades de maridos y mujeres. Parece como si la gente no tuviera dinero para enterarse de que su pareja le engaña o prefiriese aguantarse las sospechas y hacer la vista gorda ante la perspectiva de que una infidelidad confirmada conduzca a una separación traumática de alto coste, por sí misma y por el futuro de partición de bienes y disminución de ingresos familiares. No sería por los niños por lo que se mantiene unida la pareja pese a todo, como dice el tópico, sino por los bolsillos. Los celos serán alfileres, sí, pero la pobreza es un puñal devastador.

La misma situación de crisis que explica la caída de las indagaciones sobre infidelidades ha hecho subir otras pesquisas. Según un reciente informe de Pedro Ingelmo, aumenta el trabajo de los detectives sobre desapariciones voluntarias: gente que está asfixiada y no encuentra salida a sus deudas e hipotecas y decide quitarse de en medio y reaparecer con una nueva identidad o tratar de permanecer en el anonimato. Pero la estrella de las investigaciones en la era de la penuria económica son las derivadas de las separaciones y divorcios. A la cabeza de los motivos que llevan a contratar detectives se encuentran las pensiones compensatorias, en una doble y complementaria vertiente: la mujer que persigue un mejor conocimiento de la situación económica de su ex pareja, que no cumple con lo acordado o decidido por el juez, y el hombre que busca demostrar que su ex esposa percibe ingresos no declarados mientras él empobrece al tener que pasarle la pensión correspondiente. La cara y la cruz de la moneda del divorcio en tiempo de crisis.

Curiosamente, la labor de los detectives por encargo de empresas y mutuas aseguradoras, que parecía predestinada a intensificarse, también ha experimentado una bajada. La razón es que las empresas han agotado hasta sus presupuestos para pagar a la agencia investigadora, e incluso el acoso a los morosos se hace ahora más chapuceramente, sin profesionales, de manera directa por los perjudicados por el deudor. En fin, que mirar por la cerradura con un móvil económico se sigue haciendo, cómo no, pero la sociología del trabajo detectivesco ha cambiado. ¿Es que hay algo que no haya cambiado después de cuatro años de crisis?

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